Salí
al jardín, la noche era perfecta. Estaba totalmente despejado y
había luna nueva. Monté el telescopio y enfoqué hacia la
constelación de Cáncer. Según había leído en Internet, el cometa
sería visible justo al lado de la estrella Epsilon Cancri. Sería
fácil de localizar, pertenecía al cúmulo abierto Messier 44,
vulgarmente conocido como “El pesebre”.
Estaba
muy excitado, iba a ser el primero del grupo de astronomía en tener
una foto del cometa. Para eso me había comprado las lentes de
Barlow, que me han costado una pasta y un buen adaptador para la
cámara. Abrí el maletín y encontré mi propia nota: “si estás
usando estas lentes es que hoy es 19 de julio, luna nueva, y te has
olvidado”.
¡Joder!,
era la fecha de nuestro aniversario y se me había pasado por
completo. Fui corriendo al invernadero, corté, con cierta pena, la
orquídea más hermosa que tenía y entré en casa.
“¿Pero
esa no es la orquídea que vas a presentar al concurso?”, dijo mi
mujer entre sorprendida y halagada. “Si, pero ya gané el primer
premio cuando te conocí. Feliz aniversario mi amor”, le dije antes
de darle un beso.
La
estrategia funcionó. Puso la flor en un jarrón y me arrastró a la
cama. A las 2:30 se durmió exhausta y complacida. Yo me deslicé
sigilosamente, me abrigué y salí al jardín. ¡Cómo iba a
presumir al día siguiente!, las fotos me habían quedado perfectas.
Lástima de concurso.
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