Por qué será - Isabel Marina

                                              


 
Nunca me han gustado los hombres con barba. No sé por qué pero me parecía una cochinada, aunque la llevasen arreglada. Había desechado a varios admiradores porque tenían barba. Creo que lo mío era más bien una fobia.
Sin embargo, llegó un día, en la playa, mientras tomaba el sol, en que vi a un hombre de lo más atractivo. Estaba muy cerca de mí, leyendo “Crimen y Castigo”, de Dovstoievsky. Moreno, atlético, con esas gafas de intelectual. Y con barba. Yo no dejaba de mirarla y, aunque quería sentir asco, no era capaz. Era el conjunto del hombre lo que me atraía, a pesar de los pelos que lucía en la cara.
Intenté cruzar alguna conversación con él, sobre el calor, el libro que estaba leyendo, y lo que se me ocurriese en ese momento. El contestaba sonriente pero no manifestaba mucho interés. Yo, que estaba tan guapa con mi bikini azul, y que solía tener tanto éxito, en esta ocasión nada de nada.
Pasados unos minutos llegó hasta donde estábamos un auténtico adonis, un rubio de quitar el hipo, se acercó a él, le besó en la boca y le dijo: ¿qué tal, mi amor?
Vaya jarro de agua fría para mí. Esta vez estaba dispuesta a hacer una excepción y aceptar la barba y lo que fuese, pero con un gay, chicas, no hay nada que hacer.







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