El cajero - Cristina Muñiz Martín

                                   

Ser cajero no es la ilusión de mi vida, pero me ayuda a pagar el alquiler, los gastos y las clases de música.
A menudo, cuando no hay aglomeración de clientes, me evado imaginando sus vidas. Esa chica tan mona que levanta miradas, siempre con una sonrisa triste en los labios. La anciana dicharachera que viene tres o cuatro veces al día, intentando aliviar su soledad. Ese hombre alto, fuerte y atractivo, que parece llevar la carga del mundo sobre sus hombros. La madre joven con tres niños pequeños, siempre tirando de alguna sillita y cargada de paquetes. ¿Cómo serán sus vidas? ¿Por qué esa mirada triste en una chica a la que estoy seguro tantas envidian? ¿Y ese hombre, qué le hace sentirse tan abrumado? ¿Será feliz esa madre dedicando todos los minutos de su vida a criar a unos hijos que volarán del nido dejándola sola?
Y cuando llego a casa, escribo canciones sobre sus supuestas vidas. Quién sabe si un día me hago famoso y al oír mis letras se acuerden del cajero de supermercado del que no saben nada, ni siquiera su nombre, por mucho que nos obliguen a llevarlo sobre el pecho.






Licencia de Creative Commons

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario