-Buenos días.
Saludó protocolariamente el abogado sentándose a la mesa.
-Les he convocado
hoy aquí en nombre de Alexia para proceder a la lectura de este
escrito. Ella personalmente me lo
entregó para que se lo leyese después de su muerte y así pudieran
ustedes actuar en consecuencia, siempre asesorados por mi.
Sus padres se
miraron extrañados e intrigados sin saber qué decir.
El abogado,
sabiéndose el centro de sus miradas, rasgó con el cortaplumas de
plata que adornaba el escritorio un sobre lacrado. La letra picuda y
nerviosa de Alexia irrumpió en su interior con dolor.
-Entonces procedo. Y
empezó a leer con voz engolada: "Queridos padres: Me encuentro
escribiendo ésto antes de irme. Estoy muerta de miedo. He sido, sin
quererlo, testigo de algo muy fuerte. Temo que me quiten del medio .
Perdonar que haya desaparecido sin deciros nada. No quiero implicaros
en algo que os puede perjudicar. Pero si estais leyendo ésto es
porque ya sucedió. Sacarlo a la luz pública. Hacerme justicia. Que
se sepa quien ha sido.
Estaréis
preguntandoos qué es todo ésto.Si, empezaré por el principio: Hace
tiempo que no hablamos pero hubiese sido igual porque no os habría
contado nada de mi vida. Ahora estoy arrepentida de éllo. Se que os
puse lejos y estoy pagando las consecuencias de mi error. No os dije
que estudié alta cocina en el Basque Culinary Center de San
Sebastián. Bien sabéis que era mi ilusión pero vosotros teniáis
para mi otros planes...No os dije que saqué las mejores notas de mi
promoción. Obtuve así el reconocimiento y el apoyo de mis
profesores.Permitirme que alardee de ello. Nunca más lo voy a poder
hacer. Tampoco os dije que hace un mes ellos dieron mi nombre al jefe
de la Casa Real para entrar como aprendiz de cocinera en el Palacio
de la Zarzuela. Si. Ya lo sé. Una responsabilidad inmensa, pero el
reto me volvió loca de alegría. El primer día fue terrible. Estaba
tan nerviosa que no daba pie con bola. Todo se me caía de las manos:
Rompí una taza, derramé champú en el almacén... Antonio, mi jefe
directo y jefe de cocina vivió con tranquilidad mis meteduras de
pata. Quería ayudarme. Luego supe que a él le había sucedido lo
mismo en su primer trabajo. En un momento de paz me enseñó una
pequeña dependencia que servía de ventilación de la bodega. En
ella podía relajarme cuando el estrés me agobiase mucho. Ésto
sucedió muchas veces a lo largo de este mes, os lo aseguro. Antonio
con su naturaleza afable y bonachona me dió la seguridad que
necesitaba. Todo lo contrario que Ramón. Empezó como yo, sólo un
mes antes, y actuaba conmigo como si ya fuese el jefe de cocina. Con
Antonio Ramón era todo amabilidad y buenas palabras pero...sólo yo
sé cómo se comportaba cuando nos quedábamos solos.
En cocina la
actividad fue creciendo en la medida que se iba acercando el día de
la gran cena. La Casa Real tenía el encargo de preparar una cena de
gala en honor del mandatario marroquí Mohamed VI. En el gran salón
se fueron preparando los tableros para montar una mesa para ciento
cuarenta comensales de primer orden. Los ciento veinte miembros de
las mesas técnicas y altos colaboradores se distribuyeron en los
salones contiguos, lo mismo que la improvisada cocina en la que
trabajamos al ritmo marcado por Antonio. Yo estaba centrada en las
fuentes azul prusia con filete dorado de la vajilla real colocando la
sopa de melón. El pastel de berenjenas y el arroz venían ya
preparados. Allí sólo quedaban por hacer los lenguados con setas e
higos y el suflé de frambuesa, del que se encargó personalmente
Antonio. El ir y venir de fuentes del comedor a la cocina se hizo
frenético desde el inicio de la cena pero de manera muy ordenada.
Todos sabíamos nuestro sitio y nuestro cometido. En el salón
principal ningún comensal podía abandonar su lugar en la mesa. El
protocolo así lo indicaba. Mamá, hubieses estado orgullosa de mi
... Si siento no volver a estar con vosotros es por todo lo que
podría contaros del palacio, de los invitados, los trajes...Ya no
importa, quédate con que todo se desarrolló con el orden y la
tensión propia de la cena que se estaba sirviendo. Y yo lo hice muy
bien. Al terminar el postre, los discursos dieron paso a que, en
comitiva, los invitados accediesen al salón Gasparini para, de pie,
degustar el café y la copa. Era el momento de poder acceder a los
aseos. Nosotros también pudimos en ese momento aflojar el ritmo.
Nuestra misión se había realizado satisfactoriamente. Y aquí
empieza mi calvario. Para poder relajarme un rato me retiré con
disimulo al aseo, con la intención de quedarme en el cuarto de relax
que Antonio me enseñó el primer día. En él estaba a oscuras, en
silencio y fuera del mundanal ruido disfrutando de un momento único
cuando oigo que entra alguien en la bodega. Enseguida otros dos. Por
la rejilla observo a un invitado. De los de mayor rango por su
atuendo de gala, de espaldas a mi escondite cuchicheando con dos
camareros que trasvasaban botellas de las alacenas a un carrito. No
oigo lo que hablan. Tampoco pongo mucha atención. Pensé que tendría
que ver simplemente con los licores . Pero enseguida se deslizó otra
figura que conocí de inmediato: El jefe de cocina, Antonio.
-Mañana será el
día. Está todo previsto. Camino de la Embajada actuaremos. Dijo el
camarero del corte de pelo moderno. Tanto que me llamó la atención.
-Encárgate tu de
transmitirle al comando las consignas. Le dice a Antonio el otro, que
seco y agresivo como nunca lo había visto responde:
-Hablaré con mi
contacto pero no se hará nada si no tengo por escrito todo el plan.
No podemos pillarnos los dedos en una misión tan arriesgada.
El invitado bien
vestido saca un papel doblado con el itinerario del mandatario
marroquí para el día siguiente, y en un español con mucho acento
señala un punto.- Será aquí. En la Castellana.A las doce. Cuando
el coche atraviese la plaza de Emilio Castelar.
Yo no me moví de mi
sitio. Tenía miedo que los fuertes latidos me delatasen. Casi dejé
de respirar.
-Y ¿ después del
atentado?. Quiso saber Antonio.
-Eso es cosa
nuestra. -dice el extranjero- Ustedes ocúpense de los suyos.
Nuestros hombres están adiestrados para cualquier contingencia. Y
entregándole un pint drive abandonaron la bodega con el mismo sigilo
que entraron .
Yo no podía salir
de allí. La camisa no me llegaba al cuello. Las piernas me
temblaban. Cómo iba a mirar a Antonio a la cara sin que lo notase.
Iban a matar al Rey de Marruecos y yo lo sabía. ¿Qué debía
hacer?. No me gusta meter la nariz donde nadie me llama pero...no la
había metido yo.
Salí de mi
observatorio y volví a la improvisada cocina llena de movimiento.
Veo a Antonio como si tal cosa charlando con Ramón . Me entretengo
en una mesa buscando algo fuerte que echarme a la garganta.
- Estás muy pálida.
La abordó Antonio- ¿Te encuentras bien? El salto que di y la cara
de susto que puse debieron ser mayúsculos. Antonio retrocedió
pensativo.
- No pudiste ir a
relajarte ¿verdad?. Preguntó, sabiendo de antemano la respuesta.
YVi en sus ojos que lo sabía. Me entró el pánico. Me escabullí de
allí y no volví.
Dejé mi casa, mi
ciudad, mi vida, temiendo perderla. Y la perdí.
Gracias a los dos.
Ahora siento no haberos dicho antes lo mucho que os quiero.
Con todo mi
amor.Alexia."
Los tres quedaron en
silencio. Se miraron. Siguieron en silencio sin saber qué hacer. Por
fin el padre reacciona.
- !Pobre Alexia¡ Su
vida siempre fue así ¡pura fantasía!.
- Si, y sus propias
fantasías le daban miedo. No hubiera cogido el autobús que se
despeñó si se hubiese enfrentado a él. Apostilló su mujer.
Aquí ya no tenemos
nada más que hacer. Gracias por leernos la carta ¿podemos quedarnos
con ella?
Salieron del bufete
cabizbajos enredados en sus cosas dispuestos a encajar lo que les
quedaba de Alexia. Nunca llegaron a saber que Antonio, el jefe de
cocina del palacio de la Zarzuela pertenecía al servicio de
inteligencia. Que gracias a la conversación que Alexia escuchó en
la bodega, el atentado previsto para matar a Mohamed VI había sido
abortado sin que trascendiese a la población más que este titular:
Arrestados cinco Yijadistas con armamento para cometer atentado. Y
que en la vecina Marruecos, tras varias semanas de rumores saltó a
la luz la destitución del ministro de la Gobernación tras un
affaire homosexual con un general al mando de la escolta personal de
su majestad el Rey. Son cosas de la historia.
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