Ande yo caliente, ríase la gente - Eduardo Gómez


                                          

Escucho con atención la temática del siguiente relato. Ya había realizado unos cuanto de diversidad de temas como piratas o el Taj Mahal. Todos ellos formaban parte del grupo literario al que pertenecía y que le ayudaba a escribir más regularmente. Con toda seguridad esos relatos que había realizado no existirían sin el grupo.
En esa ocasión sus ojos se abrieron ampliamente debido a la sorpresa. Nunca hubiera podido llegar a averiguar el tema que le proponían ni aunque lo hubiera intentado por mucho tiempo. Le dieron el titulo del relato y le dijeron que lo desarrollara.
Esa no era la parte que le había pillado desprevino. Ya el primer día que había acudido el tema era sobre un titulo pero esa vez era diferente. Ande yo caliente, ríase la gente no era la frase que uno esperaría para hacer un relato.
No era una frase tradicional que hiciera fluir la imaginación. Ni siquiera estaba seguro de que tuviera algún significado real. No era algo que dijera alguien en una situación normal, tal vez en una muy rebuscada. Tampoco es una que se aplique a cualquier situación. La única que venía a la mente era el episodio de una frase de televisión en la que uno de los personajes protagonistas se acostaba con una mujer casada y el marido llegaba a casa haciendo que tuviera que salir por la ventana sin terminar de vestirse. Pero no. Tampoco entonces se diría algo como eso.
Después de llegar a esta conclusión el siguiente paso fue aceptarlo y ver como podía usarlo en un relato. Tal vez fuera una frase que tratara de inducir a hacer un relato de comedia pero ese género es completamente ajeno a mi. No me saldría comedia salvo en una novela con personajes desarrollados durante mucho más que dos páginas y que fueran sus personalidades las que chocando unas con otras hicieran la comedia. Pero no en un relato ya que es algo completamente ajeno a mi y no me sentiría cómodo al escribir.
Tal vez pudiera hacer una historia sobre alguien que recuerda a un ser querido y tras perderlo esa frase pasa de algo completamente banal a una frase muy significativa. Pero no me terminaba de convencer. Pasaron los días mientras le daba vueltas al asunto tratando de perfilar la historia pero finalmente otra idea se superpuso.
La idea de un personaje que se vea obligado a enfrentar este mismo dilema. Un escritor, alguien que recién empieza, enfrentado a la poca información que le da una frase como: . Ande yo caliente, ríase la gente.
Pensado y hecho. Me siento en mi silla y comienzo a teclear la alocada idea que se me a pasado por la cabeza. Ya que a dilemas difíciles respuestas inesperadas. Y así es como escribí la historia de alguien a quién le proponen hacer un relato con esta frase y como el personaje encuentra la respuesta plasmando este dilema en papel.
Esto tiene un efecto curioso. Porque mientras yo presento un personaje que se enfrenta a este relato este mismo personaje encuentra la solución creando a otro a su vez y así en un bucle infinito.
Y ahora llegó el momento de dar vida a este bucle infinito a través de su lectura. Miro a todos a mi alrededor, doy un trago a mi refresco y finalmente comienzo a leer.




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