La mujer del musulmán - Pilar Murillo

                                        



Verdaderamente nunca llegué a sospechar nada. Le gustaba la naturaleza como a mi, pero bueno, a muchos millones de personas también.
Curiosamente ella tenía la misma costumbre que yo, anotar todo lo que se le ocurría en un cuaderno.
No sabría decir por qué empecé a seguirla y a espiarla a ella.
Me llamó la atención que aquella mujer rubia, de mirada azul celeste, aquella dama tan hermosa se hubiese casado con un árabe musulmán en momentos en los que tan sólo mencionar esa religión el terror se hacía visible aunque no hubiese razón más que los desproporcionados atentados a manos de supuestos fanáticos de la religión.
Averigüe que en tan sólo tres meses se habían casado, que no practicaba la religión de su marido.
Supe que pasaba muchas horas sola, tal vez por eso tenía casi siempre cara de seta. Me enteré hasta de que cuando se pedía un café lo prefería en vaso de cristal en lugar de en una taza.
La estuve investigando durante seis largos meses, conocí su marca de champú, su perfume preferido, hasta su marca de salva slips. Sabía de ella que día sí y día no en su casa se comía arroz con pollo.
Claro que podrían comer cualquier otra cosa, menos cerdo. Su marido llevaba a rajatabla sus costumbres.
Si tuviese oportunidad mostraría por qué tuve que dejar de seguirla. No es fácil investigar a alguien por quien tienes sentimientos. Metí demasiado la nariz en el asunto. Me acerqué tanto que incluso hemos mantenido conversaciones en el último trimestre, bueno... hemos tenido algo más que conversaciones. Llegó un momento en que la situación era imposible de llevar. Sí bajé la guardia como un mero aprendiz. Me enamoré perdidamente de la mujer del musulmán.
Hoy he vuelto a visitarla. He comido kuskus en su casa y he tomado té verde. Después la he mirado a la cara y supe en esos instantes por qué le gustaba la naturaleza, me enteré del motivo de sus constantes anotaciones y no era porque fuese una escritora, ni porque fuese como yo, un investigador del gobierno federal. En la Naturaleza se encontraba todos los días con las mujeres de los hermanos de su marido, como si fuesen de merienda campestre, pero nunca comían demasiado y al terminar se intercambiaban los postres... No sospeché nada... hasta que aquella pistola con la que me apuntaba, me trajo de vuelta a la realidad.
Despertando de una fantasía que se había incrustado en mi cerebro. Ella no me amaba, es cierto, pero tampoco sospeché que estuviese enamorada de su marido. Siempre imaginé que se había casado con ella por conveniencia.
No sé cuanto tiempo haría que ella me había descubierto. La verdad es que ha actuado tan fríamente.... y yo, como un vulgar ratón caí en la trampa.
Lo ha hecho muy bien, se ha sentido acorralada y decidió quitarme de en medio para que yo no descubriese el oscuro plan que el musulmán escondía y que me fue revelado al verme mal herido y sin oportunidad de salvación.
En estos momentos en los que escribo mi informe mentalmente, mi cuerpo yace dentro de un contenedor de basura lejos del distrito donde vive esa familia. No puedo moverme y me queda un soplo de vida. Mañana morirá mucha gente inocente y no podré dar la voz de alerta.





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