La dieta del amor - Dori Terán


                                       
 La lluvia empapaba con disimulo de orbayo todo cuanto existía bajo la capa del cielo. Las farolas de la ciudad aún alumbraban los espacios esperando las primeras luces del alba. El camino al hospital siempre me resultaba más desagradable en esta época oscura e invernal. ¡Que ganas de primavera! A ver como se me daba el día. No tenía buena pinta. El reloj había enmudecido durante la noche, seguro que se quedó sin pila, así que desperté a tiempo porque dios en su grandeza me envió un mosquito inmortal de esos que soportan el frío de la estación y posado sobre mi nariz me ocasionó un picor intenso sobre el que arreé un manotazo que terminó por despejarme completamente. No sé qué energías se adueñaron de mi casa porque todo aparato perteneciente a la evolución para el confort de la humanidad estaba estropeado. No salía agua caliente en la ducha, seguro que la caldera había vuelto a descebarse…¡ay estos servicios comunitarios!. También tuve que desistir de tomar café, la última modernidad, esta , la de las cápsulas no sé qué plan puso a funcionar que apenas salió cuatro gotas y humo mucho humo. Con ropa cómoda y mis botas de agua me hice a la calle. Menos mal que vestí el impermeable en vez del abrigo porque en el cruce antes de llegar, un coche embalado haciendo rally sobre los charcos, me dio un bautizo cristiano de cuerpo entero. Sacudí el paraguas antes de entrar al vestíbulo y me encaminé al vestuario recitando todo el pasillo “buenos días”, “buenos días”, “buenos días”a todos los trabajadores que me crucé y esbozando una sonrisa, a ver si el día acababa de creerse que era bueno y se apuntaba. En el número nueve está mi taquilla y en ella mis trajes de gala para trabajar. Los blancos y tiesos pijamas que nos confieren ese aire que a algunos pacientes se les antoja de ángel aunque yo sinceramente creo que parecemos pálidas mujeres que afanosas vienen y van en el intento de atender a todos los pacientes que demandan nuestra atención en las urgencias hospitalarias. Ya con el modelito puesto con un “hasta luego, buena mañana” a las compis de fatigas que hacían su deshabillé salí rauda y veloz hasta mi planta. Todo el equipo de trabajo ya pululaba por el servicio. La zona que me correspondía atender se llama boxes amarillos. Los pacientes son recibidos y valorados a su llegada para determinar la urgencia del problema. Y según la misma se les adjudica un color y una zona. Triaje se le llama al asunto. Ignoro el motivo de usar esta palabra francesa con lo clarito que se entiende clasificación. Ya teníamos diez personas en amarillos que a mi me iban poniéndome un poco negra. El proceso de cada uno de ellos atravesaba etapas diferentes. Como nuestro lema es abierto veinticuatro horas, habían ido viniendo en incursión durante todas las horas de la vida. Unos estaban pendientes de resultados analíticos, otros de ser llevados a RX para realizarles radiografías, el box uno con todas las pruebas realizadas se había ganado un ingreso y esperaba la orden de la planta para ser trasladado a ella .Mi tarea y la de mi compañera era

variada y diversa en función de la necesidad puntual de cada uno . Y los doctores nos daban ordenes por aquí, ordenes por allí, haz un electrocardiograma, recoge una muestra de orina, envía esos tubos de sangre al laboratorio, ayuda a desvestirse al abuelin del cinco, cuidadoooooooo reclina el sillón que se marea…Y corre para aquí y corre para allí…,en cuanto encuentre un huequecillo me escapo a hacer pis. Y así iba discurriendo la mañana, como tantas otras, como todas. El doctor Romerales es serio y concienzudo a la hora de tratar al paciente. Mata las moscas con cañones, de modo que aunque vayas a urgencias por una diarrea que aunque te mina las fuerzas físicas y morales no deja de ser más que una limpieza intestinal más o menos larga, pues bien, aún así ten por seguro que no te librarás de todas las pruebas existentes. Tomografía Axial Computerizada también, o sea TAC, SCANNER. Los boxes tres y cuatro ya estaban resueltos Un abuelito con la diarrea de marras y una abuelita con estreñimiento. La acción de defecar es de suma importancia y más a esas edades. Lo que sale y lo que no quiere salir del cuerpo crea todo tipo de malestares. Al abuelito se le había hidratado abundantemente con sueros continuos y a la abuelita le habíamos puesto un enema de limpieza. A ambos les habíamos cambiado el pañal varias veces. El perfume en nuestros amarillos era potente. Romerales en su labor desenfrenada y profunda no era capaz de esperar a que nos quedase un momentito para ir a buscar en la carpeta las dietas que entre otros remedios iba a recetar a los abuelitos .El mismo rebuscó hasta encontrar una astringente que cortaría la alegre y explosiva salida de las heces del abuelito y otra rica en fibra que le sirviera de resbaladizo a las durezas de la abuelita. ¡Ay este doc! ¡Tanta prisa! Y ya debidamente aseados y con todos los papeles en la mano, los abuelitos que aún conservaban la energía necesaria para vivir solos se disponían a marchar cada uno a su casa. Iban leyendo las dietas recomendadas. La del estreñimiento con sus alimentos blanditos a base de verduras y frutas, líquidos abundantes, cereales integrales, legumbres, frutos secos y semillas. Nada de productos lácteos, cereales y harinas refinadas, carne… En la astringente nada de lácteos excepto el yogur, embutidos, bollería, bebidas gaseosas, frutas y verduras y si carnes y pescados blancos, patatas y zanahorias en puré, manzana, plátano, limón y membrillo, agua limonada, té… También explicaban ambas las técnicas culinarias más adecuadas y saludables y la conveniencia de hacer ejercicio o no. La mañana fue transcurriendo entre los azotes de ansiedad del doctor, los quejidos de algunos enfermitos con dolor ,las conversaciones de otros que se contaban su vida, obras y milagros, padecimientos y episodios de falta de salud mientras las medicaciones intravenosas trataban de estabilizar sus dolencias. La botella de agua fue compañera fiel de mis idas y venidas y alguna galleta sobre la marcha mantuvo en estado óptimo mi nivel de glucosa en sangre . Al finalizar mi turno le conté y dejé anotado a la enfermera entrante todas las historias, cálculos y enredos que aún quedaban pendientes deseándole de corazón que no le vinieran muchas más. Y me fui a mi casa donde la vida que es de otro color me ayudó a desconectar de mi mente y
aparcar en algún lugar de mi ser todas estas vivencias. Me acosté temprano. A la mañana siguiente el reloj con su pila nueva me avisaría que aquel mundo en el que todos alguna vez buscamos reparar las heridas del cuerpo y tal vez las del alma...aquel mundo, me esperaba. Tras el merecido descanso que me supo a poco volví a vivir todo el ritual agradecida que todo funcionase ya correctamente, la ducha calentita, el café aromático y delicioso….¡Y hasta había dejado de llover! . Me tocaba repetir amarillos. Nada más que llegue a los boxes quedé boquiabierta y sorprendida , allí estaban de nuevo el abuelito y la abuelita . Hacía apenas una hora que habían llegado con una diferencia de diez minutos el uno del otro. Su estado era tan lamentable que les habían acomodado en dos boxes con cama. Mi compañera saliente de turno me dio el cambio contándome entre bostezo y bostezo la noticia medica del día. Nuestro minucioso y escrupuloso doctor se había equivocado al entregar las dietas y las había cambiado y en consecuencia hubo un empeoramiento de ambos dolencias. Cuando nuestro país se desayuna cada día con robos de corruptos encorbatados los pacientes de nuestros hospitales viven el ayuno de una calidad asistencial responsable y amable. No es bueno un menú de saturación y prisas por escasez de personal . Aquella mañana todos hicimos un cambio en nuestro ritmo y actitud en el trabajo. Junto a los argumentos racionales del tema, también aplicamos nuestros cinco sentidos desde la serenidad y el corazón y a los abuelitos les llovieron mimos y arrumacos para implorar su perdón. Pese a todo y contra todo aquella mañana añadimos varios ingrediente y condimentos a todas las dietas que teníamos y es que les sumamos todos los aderezos de la dieta del amor. Si a alguien le interesa conocerla, en urgencias a vuestra disposición.





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