Urgencias de un
hospital. Una mujer mayor no para de quejarse.
MUJER.-
Ay, Dios, para qué pagará una toda la vida la Seguridad Social para
que la traten así.
MÉDICO.-
Vamos a ver, Rosario ¿qué te pasa?
MUJER.-
¿Eres el médico?
MÉDICO.-
Sí, soy el médico.
MUJER.-
Oye, no sé yo ¿eh?, pero eres tú muy joven para ser médico. ¿No
hay otro un poco
mayor,
con más experiencia?
MÉDICO.-
Vamos, vamos, Rosario, no me digas que no te fías de mí. Mira, vas
a decirme qué problema tienes y para empezar te haré un
reconocimiento.
MUJER.-
Es que…
MÉDICO.-
Si no sé que te trajo a Urgencias no podré hacer nada para curarte.
MUJER.-
Hombre, traer me trajo Genaro, mi sobrino, pero después se marchó,
dijo que tenía que ir
trabajar
y que ya vendría más tarde. Y aquí estoy yo sola y abandonada como
un perro.
MÉDICO.-
No digas eso Rosario, que no estás ni sola ni abandonada. Aquí
estamos un buen equipo
de
personal sanitario para atenderte. Veo que estás muy nerviosa, así
que intenta tranquilizarte. ¿Qué problema tienes?.
MUJER.-
Es que me encuentro muy mal. Me duele en la zona de los riñones.
MÉDICO.-
En ese caso vamos a hacer una palpación, a ver si hay inflamación.
El médico corre
las cortinas para reconocerla.
MUJER.-
Oye, chavalín, cómo que me vas a hacer una palpación...Y para qué
corres las cortinas.
Ábrelas,
haz el favor, ábrelas para que nos vea todo el mundo, que con las
cosas que pasan.
MÉDICO.-
Como quieras, Rosario. Ves, ya he abierto un poco las cortinas para
que estés más
tranquila.
Ahora, si haces el favor te sientas para que pueda reconocerte.
La mujer se
sienta en la camilla. El médico le toca la zona de los riñones y le
da pequeños golpes preguntándole si le duele. Ella dice que no.
MÉDICO.-
No veo nada preocupante. De momento voy a llamar a una enfermera para
que te
saque
sangre. Voy a pedir una analítica completa y un análisis de orina.
Cuando tenga los resultados vuelvo a visitarte.
MUJER.-
Y cuánto más tengo que esperar, porque ya llevo aquí más de tres
horas sin que nadie mire para mí.
MÉDICO.-
Paciencia, Rosario, que esto es Urgencias y hay muchos enfermos.
MUJER.- Bueno, vale,
pero no tardes mucho ¿eh?, que tengo que echar los garbanzos a
remojo para mañana y a este paso no salgo de aquí hasta la semana
que viene.
El médico
marcha. Una hora más tarde llega la enfermera, le saca sangre, le
toma la tensión y la manda al baño para recoger una muestra de
orina. Cuatro horas después aparece el mismo médico con el
expediente de la enferma.
MÉDICO:
Bueno, Rosario, ya estamos aquí ¿cómo te encuentras?
MUJER.-
Cómo quieres que me encuentre, chaval, desesperada. Ya no sé el
tiempo que llevo aquí, si esperáis un poco más igual tenéis
suerte y me encontráis muerta en la camilla y así problema
solucionado.
MÉDICO.-
Vamos, no digas eso Rosario. Es que tuvimos que esperar por los
resultados de los análisis. Y por lo que veo todos los valores son
normales, salvo uno que está un poco alto sin llegar a ser
preocupante.
MUJER.-
Menos mal que me sacáis algo, porque sino no me hubiera merecido la
pena venir.
MÉDICO.-
Rosario ¿tú bebes?
MUJER:-
Sí.
MÉDICO.-
¿Y bebes mucho?
MUJER.-
Pues sí, bebo bastante.
MÉDICO.-
¿Y qué bebes, vino?
MUJER.-
No, vino, no, el vino no me gusta, pero siempre tengo una botellina
en casa por si va alguien a verme.
MÉDICO.-
Bueno, bueno, vamos a ver. Bebes mucho, pero no bebes vino ¿cerveza?
¿bebes cerveza?
MUJER.-
No, cerveza tampoco.
MÉDICO.-
¿coñac, anís…?
MUJER.-
No, no, eso tampoco.
MÉDICO.-
¿Entonces qué es lo que bebes?
MUJER.-
¿Qué voy a beber con la miseria de pensión que tengo? Agua, hijo,
agua, bebo mucha agua. Bueno, y a veces un refresco, fanta o
coca-cola, lo que esté de oferta en el supermercado.
MÉDICO.-
Bueno, vale, entonces ponemos que no bebes.
MUJER.-
Que sí, que ya te dije que bebo mucha agua.
MÉDICO.-
Vale. ¿Fumas?
MUJER.-
¿Tú me ves a mí cara de fumar, a mi edad? Que los ochenta ya no
los cumplo.
MÉDICO.-
¿Caminas algo?
MUJER.-
Sí, claro, cómo no voy a caminar. ¿Qué pasa que me ves pinta de
inválida? No me extraña, con el tiempo que llevo aquí metida.
MÉDICO.-
Me refiero a si sales todos los días a caminar, a dar un pequeño
paseo.
MUJER.-
Sí, eso sí, todos los días voy hasta casa de mi hermana Josefa, la
madre de Gervasio, el sobrino que me trajo aquí, creo que ya te lo
conté, que vive dos casas más allá de la mía.
MÉDICO.-
Bueno, vamos a terminar de rellenar el cuestionario: no bebedora, no
fumadora, no camina.
MUJER.-
Oye, chaval, mira, no es por nada, pero a mí no parece que seas
médico, porque entre lo joven que eres y que no te enteras de nada,
porque ya te dije que bebo mucho y que camino.
MÉDICO.-
Tranquila, Rosario, tranquila, según el reconocimiento y la
analítica, estás muy bien. El dolor, lo más seguro es que sea de
origen muscular.
MUJER.-
¿Cómo que lo más seguro? ¿Es que no lo sabes?
MÉDICO.-
No encontrando otras causas, tiene que ser muscular.
MÉDICO.-
Te voy a recetar Ibuprofeno y una pomada y ya puedes marchar.
MUJER.-
¿Y qué es eso del Buforeno?
MÉDICO.-
Ibuprofeno, pero no te preocupes que llevas la receta. Ande, vístete
y vete para casa que estarás cansada.
El médico
marcha. La mujer coge
el móvil y llama.
MUJER.-
Gervasio ¿dónde estás? Ah,
que estás en la sala de espera. Oye, acabo de vestirme y ya
salgo...Nada, que por lo visto no tengo nada, pero no sé, me atendió
un chiquillo que no tiene ni idea, con decirte que apuntaba todo lo
contrario de lo que yo le decía. Para mí que no tenía muchas
luces. Seguro que es un enchufao. Mañana me tienes que llevar a otro
hospital a ver si tengo suerte y me mira un médico con más años,
como don Florencio, que ese si que sabe….ya, ya sé que no quise ir
a que me mirase él, pero es que quería tener otra opinión, porque
él no hace más que decirme que no tengo nada y mandarme tomar
Neurofrén y mira aquí me dieron otra cosa, a ver si así voy
mejor...Vale Gervasio, vale, me acabo de vestir y ya salgo. ¡Ay
Dios, qué desastre de Seguridad Social!
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