El
astronauta
retornaba
al hogar tras un duro día de entrenamientos. Mientras esperaba que
el semáforo
se
pusiera en verde, hizo un cálculo
aproximado de los días que le quedaban para lograr pisar la luna.
Esa luna
con la que desde niño había soñado y motivo por el cual siempre se
había esforzado en los estudios. Quería ser una lumbrera para que
la NASA no dudara ni un segundo, y aceptaran su solicitud de formar
parte en el equipo cuya misión era construir una base lunar.
El
calor
o el frío que allá arriba hiciese no restaban ápice a su
determinación de conseguir su sueño infantil, que por fin se haría
realidad.
Ensimismado
en sus pensamientos, no se percató del cambio de color
en el semáforo, y al tener la ventanilla bajada, oyó claramente
como alguien gritaba ¡capullo
muévete!
El
grito le sacó de sus pensamientos, volviendo a prestar atención en
la conducción.
Un
nuevo semáforo le obligó a parar frente al teatro local, donde una
marea
humana era engullida en su interior. Miró el reloj del salpicadero,
justo la hora de entrada al espectáculo estrella de esa temporada,
Ninet y un señor de Murcia.
Sólo
unos segundos mantuvo esos pensamientos, y prosiguió con el cálculo
de lo poco que le quedaba para lograr su sueño.
Esta
vez sí miraba de reojo las luces del semáforo, no era agradable que
le insultaran, sobre todo con razón.
Al
tornar el rojo en ámbar, pisó el embrague con la intención de
poner la primera marcha en cuanto viera el verde de la luz, menos mal
que no lo hizo antes de tiempo, porque ante él cruzó una furgoneta
a toda velocidad, acabando empotrada en una luna
lateral del teatro y atropellando a varias personas que se dirigían
a su interior.
El
astronauta echó el freno de mano al coche, quitó la llave del
contacto apagando el motor, y saliendo a la carrera del vehículo, se
acercó a socorrer a las personas accidentadas, no sin antes haber
dado la voz de alarma a emergencias.
Aquella
marea
humana que antes alegre intentaba llegar cuanto antes al teatro,
salió a la carrera, huyendo despavorida y llena de pánico.
Sin
embargo nuestro amigo, que día y noche sueña con pisar la luna pero
que no está en ella, se volcó en ayudar y salvar de la mejor forma
que sabía a las personas heridas.
Una
de las fases de entrenamiento es cómo reaccionar ante situaciones de
emergencia, y él había prestado gran atención a ese apartado.
Al
día siguiente los medios informativos se volcaron en resaltar su
actuación de héroe, y hasta le premiaron con una condecoración, la
lástima fue que el homenaje coincidía con la fecha de su
lanzamiento al espacio, y en ningún momento dudó cual era su
prioridad, la luna le esperaba, por lo que declinó la asistencia,
pareciéndole mal al político de turno, que intentó apearle del
proyecto para poder asistir al agasajo.
Los
mandos de la NASA son científicos, y en todo momento dieron
preferencia a la preparación del astronauta al querer cumplir su
sueño, que a las manipulaciones de un político efímero, pues si
seguía por esos derroteros, en poco tiempo acabaría en la trena.
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