Historia de una elección - Gloria Losada



Relato inspirado en la fotografía

Aquella mañana... o tarde.... o tal vez noche... bueno lo que fuera, aquel momento, poco imaginaba yo para lo que se me había llamado y lo que pintaba en medio de toda aquella algarabía. Había aparecido de pronto en una habitación enorme, extraña, que no tenía paredes y sí las tenía, entre oscura y clara, vacía, pero llena de gente. Porque lo cierto es que ver, no se veía a nadie, pero sí se escuchaba jaleo y todos los que allí permanecíamos éramos conscientes de que estábamos rodeados de entes incorpóreos, como nosotros mismos. Pregunté a dos o tres que andaban por allí, tan perdidos como yo, si sabían qué coño hacíamos en semejante lugar, pero nadie me supo contestar, así que opté por sentarme, sin sentarme, en un banco que en realidad no existía y me dispuse a esperar a ver qué ocurría, porque algo había de ocurrir, tarde o temprano. Pasaron horas, que en realidad podían haber sido minutos o segundos, pero fueron horas porque esa fue la sensación que yo tuve, y por fin me vi delante de otro ente semejante a mí, que parecía estar de muy mal humor, o al menos esa fue la sensación que me trasmitió en cuanto me comenzó a hablar.

-Espabila un poco que no tengo todo el día – me dijo, apremiándome a tomar asiento en una silla que no existía y con un gesto de una mano que no tenía –. Yo también tengo mi hora de salida ¿sabes? Llevó aquí toda la mañana y estoy deseando irme a casa.

- Y yo también llevo aquí toda la mañana – le contesté desafiante – Y tú por lo menos estás haciendo tu trabajo, pero yo aparecí en este lugar de pronto y sin más, y no tengo ni idea de qué hago aquí. Así que como se supone que estás aquí para atenderme, te ruego que lo hagas con educación, porque me sé el conjunto de deberes de los funcionarios y uno de ellos es tratar con esmerada educación al público. Así que ya sabes, o de lo contrario me quejaré ante tus jefes.

Debió de hacer efecto mi perorata porque inmediatamente cambió el tono de voz y la actitud y comenzó a explicarme:

-Pues te ha tocado pasar al otro barrio, maja. Y estás aquí para elegir, lo que pasa que.... eres de las últimas y estamos a final de mes, con lo cual, no te quedan muchas opciones. Por lo pronto el país que te ha tocado es... a ver... España, te vas a España guapa, buf, vaya papeleta.

-¿Por qué? ¿Qué tiene España?

-Bueno.... depende de la época que elijas, pero tiene un poco de todo, mucha cultura, eso sí, pero en la antigüedad lo invadieron no sé cuántos pueblos, pasaron por una guerra con los franceses, por una guerra civil, un chiflado bajito, inculto y aprovechado estuvo gobernando el país durante más de cuarenta años, reprimió todo lo que pudo a todo quisqui y ahora... pues ahora es un país de corruptos, hija mía, y las perspectivas no son muy halagüeñas, pero bueno... Es lo que hay. Por otro lado.... Solo puedes elegir ser mujer o personaje de cuadro, se me acabaron los hombres, cualquier tipo de animal o vegetal, esculturas, fotografías....nada, ya no hay nada. Solo mujer o personaje de cuadro.

Me quedé sin decir nada, como una estúpida. Vaya dilema. Mujer o personaje de cuadro. Pues la verdad es que no tenía ni idea. Y además ¿qué era el otro mundo? Así se lo pregunté al ser que tenía enfrente, o al lado, o tal vez encima.

-Pues el mundo real, corpóreo y tangible. Ahora estás en el plano espiritual, celeste, etéreo... donde las cosas existen y no existen, son y no son. A dónde vas a ir ahora, son y ya está. A ver, elige de una vez que tengo prisa.

Me quedé pensando mientras miraba a la nada..... la verdad era que no tenía ni idea qué elegir. Necesitaba más información.

-¿No me puedes explicar algo más? – pregunté, casi con miedo – Es que tomar una decisión así tan a la ligera....

Soltó un ligero bufido, pero enseguida recuperó la compostura, por cuenta que le traía, supongo.

-A ver... Si eliges ser mujer en España... buf menudo rollo. Mira, ahora mismo las mujeres parece que están liberadas. Piensan y hablan por sí mismas, gozan de independencia económica, ejercen sus buenas profesiones, se mantienen jóvenes muchos años, son madres solo si lo desean...

-¿Ahora mismo, dices? Eso quiere decir que antes no – interrumpí.

-Que va... hasta hace pocos años las mujeres en casa y con la pata quebrada, guapa. Casi no tenían acceso a los estudios, algunas debían de dejar de trabajar cuando se casaban, otras ni siquiera podían ejercer cargos importantes, por ejemplo, no podían ser jueces, dependían de un hombre toda su vida, primero del padre y después del marido y para lo único que se les tenía en cuenta era para cuidar precisamente del marido, criar hijos y atender la casa.

-¡Qué horror! Ni que fueran idiotas.

-Esa es la cuestión, maja, que se las trataba como idiotas; es más, algunas incluso se llegaban a creer ellas mismas que lo eran. El caso es que con la llegada de la democracia....

-¿Demo qué?

-Ay hija, un sistema de gobierno. Es muy complicado de explicar y además no viene a cuento. Lo que te interesa saber es que con la democracia, la mujer en España fue adquiriendo sus derechos, viviendo por ella misma sin tener que pedir permiso a nadie, claro que... en realidad... no sé yo.

-¿Qué es lo que no sabes?

-Pues mira, te voy a ser sincera. Es que en España los hombres todavía se creen muy machitos, bueno algunos, en realidad casi todos, y tareas de casa, lo que es hacer, no hacen muchas. Y la liberación de la mujer es un camelo porque ha significado que además de trabajar fuera de casa, cuando regreses tienes todo por hacer, camas, coladas, llevar a los niños a actividades extraescolares, al dentista, ir a la tintorería, a hacer la compra de la semana... todo eso lo tendrás que hacer tú después de jornadas de ocho horas, o de diez, quién sabe.

La verdad era que no entendía mucho de lo que me estaba contando aquel ente, en realidad no entendía nada salvo que en el mundo real iba a ser poco menos que una esclava.

-Y además otra cosa – prosiguió – el cuerpo que te ha tocado... Vas a tener un culo... que tendrás que soportar más de una mirada lasciva y aguantar las babosadas de los obreros cuando pases por delante de una obra. Aunque también te lo van a admirar, claro. No sé yo si te gustará una cosa o la otra.

Decididamente las perspectivas de ser mujer no eran demasiado halagüeñas.

-Oye y eso de ser personaje de cuadro...

-Uy eso es muy tranquilo. Sales de la paleta y el pincel de un pintor y ahí te quedas toda tu existencia. Ahora mismo te puedo ofrecer estar asomada a una ventana y mirando el mar por toda la eternidad.

No me lo pensé demasiado. Entre ser una especie de esclava y contemplar el mar desde una ventana no me cupo la menor duda. Y aquí estoy, mirando el Mediterráneo para siempre jamás, dejando que el sol acaricie mi piel y mi pelo. ¿Aburrida? Bueno, por momentos, pero no me arrepiento de mi elección. Y además ciertamente tengo un culo bonito que muchos admiran. ¿Qué más puedo pedir?
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