Nunca comprendió porque la había tocado nacer así. ¿Qué suerte de lotería le adjudicó aquellas manchas? Su madre juraba una y otra vez que se cuidó hasta el infinito durante el embarazo. Así son los genes y las transmutaciones y movimientos de las células. El caso es que toda la parte izquierda de su cuerpo presentaba una piel cubierta de una pelusa blanquecina y suave, era una piel de melocotón. ¡Menos mal que el rostro y las manos se habían salvado de semejante mutación! En su armario ropero abundaban los jerseys de cuello alto y mangas largas, las camisas abotonadas hasta arriba, los pantalones y las faldas hasta los pies, Ahora se había enamorado y la ilusión de su corazón siempre estaba en conflicto con el complejo de su piel,-“¿Y si Juan lo descubría? Los escarceos amorosos le suponían una tortura, la pasión menguaba ante una mente siempre pendiente de ocultar el asunto. Y un día ocurrió. Juan en su manoseo se topó con aquel pelillo, apartó la mano despavorido y ya nunca nada volvió a ser igual. El adiós no se hizo esperar. En su dolor y desesperación se propuso buscar alguna solución. Y con tal propósito se metió a consultar en Internet. Piel de melocotón escribió en Google. Desde luego que aquella no era su respuesta , contaba como los pelitos protegían a la fruta del exceso de humedad, del ataque de algunos insectos, sobre todo del gorgojo de la ciruela que le encantaba poner huevos en la parte carnosa de la fruta. Paró su mente un segundo,¡ ohohohoh!, ¡si era su respuesta! Nunca más aunque suene a mucho tiempo, nadie iba a despreciarla por su piel de melocotón, ningún Juan gorgojo más iba a subestimarla. No volvería a ocultar ninguna parte de su cuerpo, todo en ella merecía amor. Y comenzó por amarse, salió a la calle a comprar un vestido cortito, escotado y de tirantes.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario