Tecnología rústica - Dori Terán


                                            Resultado de imagen de caja registradora moderna


 Mucho calcular y registrar transacciones, que si te pago, que si me das, que si te devuelvo…. Mucha modernidad, último grito en cajas registradoras. Esta incluía además un lector de código de barras. Y el dinerito bien guardadito en el cajón que tenía debajo, así se la habían vendido, como el último artilugio que te lo da todo hecho y masticado y con la seguridad de la caja fuerte de un banco. ¡Tremendo engaño! Era la tercera vez que aquel mozuelo menudo con una gorra sobre su cabeza y un pañuelo cubriéndole el rostro que solo le dejaba al aire unos ojillos vivarachos y guasones, entraba como una exhalación en la tienda de Mario cuando este atendiendo a algún cliente y tenía abierta la maquinita de marras. Más que entrar volaba sobre un monopatín ligero y veloz y en un pis pas se llevaba el dinero supuestamente tan bien custodiado. Un lector necesitaba, si un lector pero no de códigos sino de huellas digitales. Antes de la gloriosa compra siempre había guardado el dinero debajo de una baldosa del mostrador dejando algunas monedas y billetes para el cambio en el bolsillo de su pantalón y jamás sufrió ninguna afrenta. Cuando cerrase hoy la tienda miraría si aún la baldosa estaba suelta. ¡Que no, que no le convencía tanto progreso tecnológico de estos tiempos! Nada bueno traían los avances cuando servían a la oscuridad. Los humanos nos habíamos olvidado de crecer también y a la par en el respeto y la paz.




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