Sara y Mari - Pilar Murillo

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Todo empezó por un mal entendido, aunque Sara nunca hubiese imaginado que podría llegar a tales dimensiones un simple despiste o un equívoco.
Sara y Mari eran amigas desde pequeñas. Se conocieron en el colegio con cuatro años y desde ese primer momento se hicieron inseparables, fueron creciendo juntas, celebrando los cumpleaños a la vez. Sara le sacaba sólo dos semanas de diferencia a su amiga. En la adolescencia fueron uña y carne, casi como verdaderas hermanas. Sara era un poco más introvertida y Mari se pasaba de extrovertida, no se callaba ante nadie, ni para soltar halagos ni para lanzar reprimendas que a su modo de ver eran justas. Sara aceptaba a Mari tal y como era, le tenía ese cariño que se siente por un miembro de la familia, un miembro con el que se tiene mucha relación. Cuando acabaron el instituto, las dos sacaron buena nota en la selectividad. A pesar de estar tan unidas cada una tenía su manera de ser y sus gustos diferentes. Sara había ido por letras y escogió estudiar periodismo en la universidad Juan Carlos I, en Madrid, mientras que Mari que hizo el bachiller por ciencias, decidió estudiar medicina en Oviedo. Cada una tenía compañeros diferentes, incluso nuevos amigos. Con los wassaps y las redes sociales, no había km que las separase, nada que estuviese tan lejos. Las dos siguieron manteniéndo contacto.
En vacaciones se reunian en Asturias y se corrían unas juergas de las que hacen historia, así las solian describir ellas.
La complicidad entre ambas era patente en aquellos tiempos. Encontraron el amor casi al mismo tiempo, primero Sara. Un locutor de radio cinco años mayor que ella y luego Mari conoció a Sergio haciéndo practicas en Cabueñes, el hospital de Gijón. Durante dos años la historia de amor de Sergio y Mari parecía ídilica, la de Sara y su periodista de radio creció a buenos pasos y por buen camino. Las dos amigas comenzaron a verse menos, pero siempre buscaban un hueco para ponerse al día y alguna vez, salían a cenar los cuatro juntos.
pasado el tiempo Sara termina su carrera y comienza a trabajar en una radio de Madrid. Mari había llegado a su último año de medicina y también a su final de la relación. con Sergio. El motivo no importa tanto como el desenlace o las consecuencias. Se lo tomó de forma trágica hasta el punto de dar un giro en su vida tremendo. Cayó en una gran depresión, incluso parecía que tenía un trastorno de personalidad o bipolaridad. Cuando Sara volvió a verla no era la misma amiga. Era como si la hubiesen cambiado. Si iban a comer juntas, Mari se encargaba de protestar por todo, por una sopa fria, aunque estuviese caliente. Sara sentía ridículo y comenzó a poner excusas para quedar con Mari lo menos posible.
El tiempo seguía pasando y los cambios en la vida de las dos iban fluyendo. Sara se había casado con aquel locutor de radio.
Mari había ido en declive. Su enfermedad mental le había destrozado la vida. Mari seguía viendo a Sara como a su mejor amiga, pero sólo en ocasiones, pues entre otras cosas, su enfermedad consistía en desconfiar de todo el mundo. Llenaba el muro de su facesbook de pensamientos filosóficos de otros autores o suyos, recibía algún reproche cuando sus ideas eran descabelladas y Mari contestaba con desprecio, fuese a quien fuese. A veces se dedicaba a felicitar los cumpleaños de sus contactos. El de Sara había llegado y lejos de llamarla, le escribe una nota en el facebook deseándole un feliz día, Pero Sara ya no frecuentaba tanto las redes sociales, pasaron dos semanas y Sara ni había agradecido las felicitaciones ni había felicitado a Mari, ni siquiera habían quedado para celebrarlo juntas. La venganza de Mari no se hizo esperar. En el mismo muro comenzó a insultar a Sara y a reprocharle. Sara se dió cuenta a los tres días porque se lo dijeron por wassap. Cuando entró en esa plataforma y leyó, comprendió lo perdidamente loca que estaba su amiga. Intentó llamarla pero Mari decidió no contestar, así que la amiga periodista se enfadó mucho más y en un arrebato de rabia la borro de sus contactos. Era una verdadera pena que una amistad de tantos años se fuese al traste. Su marido la consolaba diciéndole que esa ya no era su amiga, solo era el envoltorio. Su antigua amiga Mari, había desaparecído de aquél cuerpo, de aquél cerebro enfermo. Sara se tranquilizaba con lo que su pareja le decía, pero aun así uno se pone triste por la perdida de un ser querido, con estos pensamientos Sara y su marido se prepararon para ir a la cama en su casita de veraneo en Villaviciosa. Era la una de la madrugada cuando saltó la alarma de incendios. Enseguida llegaron los bomberos y la policía. Sara y su esposo no tuvieron que lamentar ningún daño físico, aunque sí destrozos en una parte de la casa, donde los agentes habían encontrado un cóctel molotov.
En las investigaciones posteriores el teléfono móvil de Mari la situaba en los alrededores de la casa de Sara. Mari no pensó en las consecuencias, solo se decía así misma mientras la ingresaban en el hospital psiquiátrico: "A mí nadie me borra del facebook de esa manera", " a mi no se me hace eso." "a mi no me borra así como así"









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