Mala - Gloria Losada




Siempre fui mala, lo admito. Aunque no tengo maldad gratuita, eso no, pero quién me las hace, las paga. Por eso cuando mi amiga Carmen me robó a Carlos, mi novio de dos años atrás, comencé a planear una venganza que tenía que ser ejemplar, para que no se le ocurriera volver a hacer tal cosa. No era el primero que robaba, tenía fijación con los chicos de sus amigas y al cabo de poco tiempo los mandaba a freír churros, no sé cómo ellos no eran capaces de verlo. Después de mucho pensar contacté por internet con una hechicera africana y le expliqué el caso. Lo vio muy sencillo. El remedio era un collar de semillas de no sé qué, me importaba un pito de qué eran las semillas si eran efectivas. Me gasté una pasta y se lo regalé a Carmen el día que le pedí perdón por haberme puesto con ella como una energúmena cuando me dijo que salía con Carlos. Todo mentira, pero ella se lo creyó. A los dos días de ponerse el collar la piel se le comenzó a poner rosa salmón, los ojos se le empequeñecieron, la nariz le creció, se quedó sin tetas y empezó a tartamudear. Ella no lo veía, ella pensaba que estaba tan fashion como siempre. Los padres la llevaron al médico, que no dio con el remedio. Tuvieron que internarla en un psiquiátrico porque ella se empeñaba en que estaba bien. Carlos la dejó y volvió conmigo. El día que lo hice le advertí:
     -Pórtate bien o acabarás como ella.
      No me contestó, aunque vi el miedo reflejado en sus ojos En el fondo él también sabe que soy mala.





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