Relato basado en el título
Axier se levantó como cada mañana a mirar desde su ventanal hacia el cielo, comprobando que había un día perfecto, un cielo con alguna que otra nube pero sin atisbo de viento ni de lluvia. Salió de su cuarto y se metió en el cuarto de baño para darse una ducha rápida para despejar. Su madre ya andaba faenando por la casa a pesar de que el reloj dela sala marcaba las ocho de la mañana. Axier ya estaba acostumbrado a que su madre le tuviese preparadoel desayuno; un zumo de naranja, unos huevos con panceta y un café sólo. Se acomodó en su sitio de siempre, sobre un cojín que reposaba sobre una silla de madera y desayunó plácida y tranquilamente. Luego su madre se acercó desde la sala donde estaba limpiando. Quería asegurarse de que todo estaba al gusto de su hijo.
-- Todo perfecto, gracias, Amá.
Su madre le sonrió complacida y miró afuera a través de la ventana de la cocina. Sí, parecía que no iba a haber frío ni mal tiempo, aunque no podía evitar preocupación cuando se presentaban días así. Su único hijo era toda su vida, a pesar de que ya era todo un hombre de treinta y cuatro años, una madre no puede acostumbrarse a los riesgos diarios en los que éste muchacho andaba metido. Trabajando de camionero y los días libres que estuviese bien la mar, se iba a practicar submarinismo a la costa más cercana, a diez km del caserío donde viven. El caserío, heredado por la madre de Axier, conoció otros tiempos
prósperos donde habitaban más de cinco miembros familiares. Ahora sólo eran dos y ya no se dedicaban a la labranza.
Axier salió por la puerta principal para entrar en otra estancia, donde antiguamente guardaban los aperos y ahora cobijaba un 4x4 y en un lateral el tendal de ropa, de donde el muchacho recogió su traje de neopreno y se lo puso directamente. Una vez que llegase a la costa ya se colocaba todo lo demás. Abrió del todo las dos hojas de puerta del Apero y seguidamente se subió al coche, arrancó y salió despacio. Desde la ventana abierta del copiloto sacó el brazo y le dijo adiós a su madre que le observaba desde la entrada de la casona..
Enseguida llegó a su destino y aparcó muy cerca de la playa que una parte era totalmente de pedrero. Recogió todos los utensilios y después de cerrar el coche se alejó hasta llegar a un bar o cantina que había cercano a la primera duna que se avistaba. En tierra no había apenas aire, pero si en el mar. Dejó la llave del vehículo a su amigo, dueño de la cantina y prosiguió hasta la orilla donde se acabaría de colocar, aletas, botella de oxígeno, cinturón de plomo y su subfusil. De esa guisa se adentró, colocándose bien las gafas de buceo una vez dentro. Llevaba una hora persiguiendo peces de roca, porque no se quería adentrar demasiado por alguna razón que sólo él sabía. A las dos de la tarde salió y dio la voz de alarma, llamando al 112 del hallazgo de un cadáver femenino. El cuerpo se asemejaba a las descripciones de una mujer desaparecida hacía unas semanas en la costa de Asturias, a 260 km. Axier mostraba inquietud, pero sabía que iba a ser el primero en ser investigado. Se habló mucho del tema durante unas semanas, luego todo se olvidó, volviendo todo el mundo a la rutina y Axier a su buceo a descubrir que esconde la marea.
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