Oscar
harto, escapó afuera en dirección al patio
de la casa, la discusión
mantenida por sus padres intentando encontrar el lugar perfecto para
colgar su orla
de graduación, les había llevado a mover mueble
por mueble,
optimizando la visión del cuadro.
Si
lo hubiera sabido no habría posado para la foto con su toga de
abogado, le parecía ridículo y fuera de época, pero todos los
miembros de su familia tenían la suya, y según su padre, él no iba
a ser la nota discordante.
Intentó
relajarse siguiendo con la mirada el revoloteo de una mosca,
estaba tan concentrado y absorto en ello, que no pudo percatarse del
coche
que irrumpía en el patio
en dirección a él. El atropello no fue grave, aunque tuvo que
llevar durante días un corsé
de escayola, en el que su sobrinito Andrés había dibujado un
ornitorrinco,
según dijo él.
Sus
padres dejaron de discutir en cuanto oyeron el golpe del coche en el
patio, se asustaron mucho y la preocupación por el bienestar de su
hijo era más importante de momento. Ya encontrarían más adelante
el lugar adecuado para la orla,
ambos decidieron de mutuo acuerdo.
Días
más tarde Oscar dolorido, se entretiene observando a los
trabajadores que reparan el muro roto del patio,
ha tomado la decisión de no entretenerse nunca más con las moscas y
¡cómo no!, esconder su orla hasta montar su despacho.
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