Encuentro con la realidad - Marga Pérez


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Como cada mañana Alejandro esperó el ascensor repasando las tareas previstas. No tendrá un hueco en todo el día. Miró el reloj impaciente al ver que no llegaba y pensó, como cada mañana, que habría que poner un tercer ascensor. Quince pisos son demasiados para sólo dos, aunque sean éstos de doce plazas. Pensó con alivio, cómo cada mañana, que ya faltaba menos para disfrutar de su chalet... hoy iría a ver...El tintineo del ascensor abriendo sus puertas lo devolvió al presente y lo introdujo de lleno en la realidad.
-¡Buenos días! saludó educado a varias personas, siempre desconocidas para él.
Al entrar le olió a ducha, colonia y after shave, no como en otras ocasiones en las que algunos exhalaban por los poros todo el trabajo realizado.. . Observó desde su rincón a los vecinos con los que no tenía ningún trato a pesar de llevar en el edificio casi diez años.
En frente vió al joven que guarda el coche a su lado. Estaba leyendo con gran atención las normas de uso del ascensor, parecía que no quería mirarle. Alejandro no le quitaba ojo.
-A ver como ha dejado hoy el coche -pensó Alejandro- Cómo lo tenga sobre la raya se lo digo. ¡Que no quepo!¿ No me dice el otro día que le hice una abolladura en la puerta? Tendrá cara. Si casi no puedo abrirla. Que lo deje más centrado. ¡Eso! en medio de la plaza, no encima de la raya pegado al mio. ¿Pero qué se puede esperar?. Sólo hay que verlo cómo va vestido para darse cuenta que es un don nadie... seguro que no tiene ni estudios...
El ascensor se detuvo y recogió en el diez a una madre con su hijo camino del colegio. Varios pisos antes ya se oían las voces de ella diciéndole:
- Llegamos tarde por tu culpa, no eres capaz de levantarte a la hora...
Al entrar bajó el tono pero no dejó de amonestarle.
- Eres un cansino...que no me gusta el cola-cao, que no me gusta el cola-cao...todos los días igual ¿no sabes lo importante que es el desayuno? ...pues pregúntale a tu profe, ya verás lo que te dice...
El niño no levantó los ojos del suelo y escondió su timidez entre las telas del amplio abrigo de una joven que le sonrió con tristeza. Era Concha. Vivía en el quince desde hace unos meses, el 15C para ser más exactos, en un piso que su amante le puso para tenerla cerca. El vivía con su esposa en el quinto. A suficiente distancia, pensó, la una de la otra para que no se llegasen a conocer.
Hoy Concha se levantó dispuesta a cambiar la situación. Cambió sus hábitos y salió temprano sin decirle nada.
-Me harán fija en el trabajo y le diré a Paco que no necesito que siga pagando el piso. A ver cómo se lo toma. Es tan caballeroso que le sienta mal que tenga estos desplantes con él... así los ve ¡me quiere tanto! y luego está el problema de su mujer, su enfermedad, lo limitada que está para todo y que Paco no la pueda dejar a pesar de estar deseándolo. Por éso aguanto que si no... yo también quiero hijos. ¡Póbrecito! - piensa mientras sonríe al niño escondido detrás suyo.
En el quinto vuelven a abrirse las puertas para recoger a una mujer guapetona, de unos cuarenta y no muchos, bien vestida, juvenil y sonriente. Saludó alegremente al grupo. Enseguida vio al vecino de garaje de Alejandro que seguía enfrascado en las instrucciones...
-Hola Pablo ¿vas para la facultad?
-¡Hombre Raquel! ¡Qué casualidad! no solemos coincidir en el ascensor... si, allí voy ¿Quieres que te lleve?
-No, gracias, hoy iré más tarde, estoy preparando una fiesta -dijo bajando la voz- para Paco, ya sabes...
Pablo puso cara de extrañeza y Raquel cortó con un "luego te cuento"
De repente se apagó la luz y el ascensor se paró. Un grito al unísono se escapó, a la vez, de varias gargantas. La luz de emergencia iluminó débilmente el recinto pero lo suficiente para ver el terror reflejado en sus caras. Hubo sólo un instante de silencio y, como por resorte, empezaron a hablar todos a la vez. Sólo el niño, asustado, lloraba sin hacer ruido.
Tras los primeros minutos de confusión llegó la calma. Alejandro que creía que era el más preparado, tomó las riendas, sacó el móvil y llamó al 112 mientras los demás cuchicheaban entre ellos.
-Me dicen que hay un apagón en este distrito, por una avería, y que vendrán a sacarnos en cuanto puedan. Que conservemos la calma. No hay ningún peligro, el ascensor está bien. Es cuestión de que los bomberos puedan venir... hay muchas llamadas... Así que a esperar.
-A ver si vienen pronto y llegamos a tiempo a la cita. Dijo una señora mayor a su marido, también mayor, con cara de preocupación. Eran los vecinos del 12B
-Si, a ver si vienen pronto -dijo Pablo mirando a Raquel- los alumnos enseguida me estarán esperando para ir a la conferencia de Barbacid... si no llego...no sé si podrán asistir...
-Llama, Pablo, podría ir otro en tu lugar si...
-¡Claro! qué tonto estoy
Alejandro no se lo podía creer. Su vecino de garaje era profesor...¿con esas pintas? Pues podía aplicar sus conocimientos a aparcar mejor...
Después de que Pablo informase a la facultad siguió de charla con Raquel . Eran compañeros de trabajo pero en distinto departamento...
-Entonces ¿que le estás preparando a Paco?
-No le digas nada ¿eh? ya sabes lo ilusionado que está con eso de la paternidad. El sábado llegará el niño que nos han dado en adopción y quiero hacerle un recibimiento sorpresa el domingo, sin que el lo sepa. Llevamos tanto tiempo esperándolo...Paco está feliz
-Enhorabuena -le dicen casi a la vez la señora mayor del 12B , la mamá del 10A y Concha. Todas enternecidas ante una maternidad inminente.
-¿Alguno podría llamar al Hospital? - dice la señora mayor- tengo miedo de no llegar a la cita y perderlo
-¿Qué tiene que perder? -Preguntó Alejandro más intrigado que preocupado por su vecina.
-El riñón. Mi marido está esperando un riñón para trasplantarle y nos acaban de llamar para que vayamos a preparar la operación. Ha aparecido un riñón compatible. Dígales que vamos... Que no se lo den a otro...¡¡ por favor!!. Le imploró a Alejandro muy nerviosa.
Alejandro sacó el teléfono para buscar el número del hospital , casi a la vez que sonaba el teléfono de la mamá que acompañaba al niño al cole. Era su ex ...y, en un santiamén, se montó la
marimorena...voces, insultos...el niño se acurrucó aún más contra Concha que le pasó el brazo por los hombros apretándolo con cariño hacia si. Alejandro, malamente pudo transmitir lo que le habían pedido. Fue difícil entenderse...
Los bomberos los sacaron no más de media hora más tarde aunque se les hizo eterno.
La pareja mayor paró un taxi enseguida. Seguro que rumbo al hospital. Iban hechos un flan.
Concha se despidió con un abrazo de su nuevo amigo mientras su madre, alterada, tiraba de él. Su ex la amenazó con una denuncia. Volvía a llevarlo tarde a clase .
Concha se dirigió al metro para llegar cuanto antes a su trabajo.No quería problemas ahora que estaba decidida. Por la noche hablaría con Paco.
Pablo arrancó al llegar al garaje como alma que lleva el diablo, sin esperar a Alejandro, que se entretuvo con los bomberos para no coincidir con él abriendo el coche. Salieron casi en fila del edificio. Alejandro a toda velocidad en su deportivo amarillo.
Todos se diluyeron, sin proponérselo, en el ruido de la gran ciudad.







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