No me vengas con cuentos - Cristina Muñiz Martín

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Por qué cuando dices algo que a los demás les parece mentira siempre te contestan los mismo “No me vengas con cuentos” Es como si no diéramos importancia a los cuentos, cuando en ellos está resumida toda la sabiduría y la filosofía humana.

A mí, por ejemplo, siempre me dieron más que pensar los cuentos que leía de niño que los libros de filosofía que me obligaron a estudiar en el bachiller, porque en un examen de filosofía me hicieron las siguientes preguntas: ¿Quién es el hombre¿ ?A dónde va? ¿Qué quiere? ¿Qué es la realidad? ¿Cuántas realidades hay? Mirad, enseguida me di cuenta que esas preguntas estaban hechas a mala leche, para suspenderme, así que ni me molesté en contestar, porque digo yo que si los más listos entre los listos llevan miles de años haciéndose esas preguntas sin encontrar la respuesta ¿quieren que la encuentre yo?

En cambio lees El Ratoncito Pérez y a tu cabeza empiezan a llegar preguntas de lo más interesantes: ¿Para qué quiere tanto dientes el Ratoncito Pérez? ¿Qué hace con ellos? ¿Hay un mercado negro de dientes? Porque eso explicaría de dónde se saca el dinero para meter algún regalo a los niños debajo de la almohada. Y otra cosa...¿Quién compra esos dientes? ¿Los dentistas? ¿Esos mismos dentistas que nos cobran por cada diente el sueldo de un año? Y otra cosa muy, pero que muy rara...si en casa no hay agujeros ¿de dónde sale Pérez? ¿De Mallorca?
Veis, eso si que son preguntas en condiciones.

Además, los cuentos son más instructivos que cualquier libro de mates o de economía, porque, vamos a ver ¿A quién le importa cual es la derivada de una ecuación de tercer grado? ¿Para qué sirve eso? Si ahora las máquinas ya te dan todas esas cosas resueltas. Hoy en día, si un chiquillo habla de ser banquero nada de animarlo a que vaya a la universidad a perder el tiempo, no hombre no, el mucho más efectivo regalarle el cuento de “La Lechera”. Va a ser leer ese cuento y tener claro lo que debe hacer...”Si invento un fondo y prometo buenos intereses, con el dinero que me dan unos pago los intereses a los otros y cuando necesite más dinero amplio el fondo para que meta más gente más dinero y así voy haciendo una bola de números y cuando ya nadie quiere meter dinero y todos quieran sacarlo...entonces, entonces largo con todo a un paraíso fiscal y los demás que se fastidien, que lo hubieran pensado mejor, que yo no le puse a nadie una pistola en el pecho.

Otro cuento que les encanta mucho a los banqueros es el de “La cigarra y la hormiga”. Según tengo entendido están preparando una edición de mil millones de ejemplares para regalarlos a sus clientes, aunque eso sí, sin las hojas finales. Es que las cigarras, las pobres, tienen muchas necesidades, que tienen que andar por ahí, viajando por el mundo en aviones supersónicos, en coches negros y grandes y en yates enormes, y comer hasta reventar y eso cansa mucho y es muy sacrificado. Así que las hormigas tenemos que seguir ahorrando para que cuando la cosas se ponga mal, ellos, que tanto hacen por nosotros, puedan seguir con su vida como si no pasara nada.

También hay otro cuento en imprenta para darles un ejemplar a todos aquellos que se atrevan a acercarse a las colas del paro “La vendedora de cerillas”. Esa es una niña pobre que vende cerillas para poder comer, pero un día de Navidad no le compran ni una caja y acaba muriendo de frío. Pero muere feliz, iluminada por un rayo de sol y con una sonrisa enorme dibujada en su carita congelada. Veis, este si que es un cuento con mensaje, un mensaje claro: Si no estáis contentos ni con el sueldo ni con la hipoteca ni con los impuestos ni con la mierda de vida que lleváis...tiraros en la nieve o al río y se acabó todo...el hambre, el frío y hasta la mala leche.

Y hablando de leche, también hay cuentos con muy mala leche. Por ejemplo, el de “La gallina de los huevos de oro”. Este era un hombre que tenía una gallina que cada día ponía un huevo de oro. Pero como le parecía poco , le dio por pensar: casi mejor la abro en canal y saco toda la mina de una vez. ¡Cuidadín! ¡Cuidadín!, que este cuento no puede caer nunca, jamás de los jamases, en manos ni de los empresarios ni de los políticos. Este cuento en manos de un empresario o de un político puede ser un arma de destrucción masiva de trabajadores y contribuyentes fichados y sin fichar.

Los encargados de hacer las leyes también se instruyen leyendo cuentos. Andaban preguntándose sin ponerse de acuerdo, qué ley hacer para cuando una persona entra en casa de otra sin su permiso. Pues nada, sacó uno el cuento de “Juan y las habas mágicas” y asunto solucionado. Este cuento habla de un ogro que vivía tranquilamente en su castillo, sin meterse con nadie, y a Juan le da por ir a robarle nada menos que tres veces, y al final lo mata. Pero como el ogro era un ogro a nadie le dio pena y ni investigaron ni nada. Y Juan como era el así, de esa manera, allanamiento de morada, robo, asesinato, y nada, que marchó tan campante. A los jueces les gustó el cuento y copiaron la idea. Así que ya sabéis, si alguien os entra a robar o a matar en casa, vosotros os dejáis, no vayáis a hacer daño al atracador y tengáis que pagar por ello. Vosotros tranquilos, que lleven todo lo que quieran, que oye, a lo mejor les hace más falta que a vosotros. Y si os matan, pues qué se va a hacer, mala suerte. Pero si os defendéis y encima acabáis muertos vais a ser un muerto con mala fama. Y habrá cosa más fea que en tu funeral hablen mal de ti “Míralo, bien muerto está, que se dejara atracar y no pasaba nada. Si siempre fue un zoquete. En cambio, si te dejas matar, vas a ser un muerto que da pena y hasta puedes salir en el telediario ¡Y eso mola!
Hay otros cuentos que fueron escritos por visionarios “EL traje nuevo del emperador”, que hablaba del futuro de la moda. Este es un cuento de un emperador que va desnudo y todo el pueblo dice al verlo “Oh, qué traje más bonito lleva”, hasta que un niño de esos repipiosos dijo “Si está desnudo” ¡Menuda la que se montó! Por eso, ahora, en los desfiles de moda, no dejan entrar a los chiquillos y los mayores al ver a las modelos con algún que otro trozo de tela encima dicen “¡Oh, qué traje más bonito! ¡Qué rompedor!

Luego están los cuentos que no hay quien los entienda “Los siete cabritillos y el lobo”. Resulta que un lobo que anda el pobre muerto de hambre dicen que es muy malo por comer a siete cabritillos de un tirón. ¿Y los cómplices qué? Nadie dice nada del tendero que le vende tiza para aclarar la voz ¿La tiza aclara la voz o te escribe por dentro ? ¿Y el panadero que le da harina para las pezuñas? ¿Y la madre de los cabritillos que se toma la justicia por su mano sin avisar a la policía ni nada? ¿Qué pasa que solo tienen derecho a vivir las cabras? ¿No es el lobo también un ser vivo?

¿Y qué me decís de Pinocho? El cuento dice que a Pinocho le crecía la nariz cuando decía una mentira ¡Anda ya! Si eso fuera cierto no nos podríamos acercar a menos de cinco metros de ningún político.

Y ya para acabar os hablaré de “Los músicos de Bremen”. Este cuento si que es un cuento como debe ser, con una moraleja en condiciones: Por muy burro que seas siempre puedes llegar a ser un buen músico.
Buenas noches y felices sueños.




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