Juan
era un niño de cinco años que vivía como cualquier niño de su
edad en un mundo de fantasías, cuando salía al recreo con sus
amigos y compañeros les gustaba jugar actuando como si fueran
mayores, cada uno de ellos imitaba a sus padres y se imaginaban que
tenían un trabajo y una familia. Juan copiaba el ejemplo de su padre
que trabajaba en una gran multinacional y el director de recursos
humanos, aunque para Juan era mas que eso para su padre era el jefe
de la empresa; todos soñaban que un día seria mayores. En eso se
trataba la vida de un niño normal como Juan, jugar, disfrutar, y
poco más.
Pero
lo que Juan no se imaginaba era que el día de su cumpleaños no
sería como un cumpleaños normal. Cuando los padres de Juan se
levantaron y fueron a despertar a Juan con un beso y un fuerte abrazo
de felicitación para que Juan se despertara y abriendo los ojos
lentamente y sonriera feliz imaginándose que después del colegio se
iba a encontrar con la tradicional tarta de cumpleaños y plato de
favorito de comida lo que el no sabia era lo que sucedería en el
mismo momento que sus padres entraran en la tienda del señor
Fernandez, que a simple vista parecía un tienda cualquier.
Después
de dejar a Juan en el colegio con la mochila repleta de libros y su
desayuno, los padres de Juan se pusieron en camino para empezar las
comprar de los preparativos del cumpleaños entraron en la tienda sin
saber lo que les ocurriría. La tienda era un sitio enorme llena de
juguetes y cosas maravillosas para los niños. En un primer momento
los padres parecían que se aburrían y estaban un poco perdidos
entonces se acercaron al mostrador un gran bigote y una voz suave y
dulce. Ellos se quedaron un poco sorprendidos porque se imaginaban a
un chico joven y con poca experiencia. Los padres se presentaron y le
expusieron a aquel hombre cuál era su problema. El señor también
se presento como el Señor Fernando juguetero y dueño de la tienda,
el cual le respondió lo mejor era que pensaran o se imaginaran que
tuvieran los años de su hijo. Claro para estos padres ya maduros y
adultos acostumbrados a la vida cotidiana y al trabajo les resultaba
algo imposible y a la vez extraño. El juguetero que no era en si un
juguetero normal pues tenía un gran don pues podría ver el interior
de la gente atravez de sus ojos nada más con mirarlos había visto
que el niño que llevaban dentro se había perdido y Vivian inmerso
en e aburrimiento del trabajo. Saco un extraño juguete de un cajón,
un mono que sostenía unos platillos, sucio y con pinta de ser
antiguo y sin funcionar. El extraño señor les mando que lo
sujetaran y en ese mismo momento el juguete cobro vida sin haber
tocado ningún resorte. El mono toco tres veces los platillos y como
por arte de magia la pareja empezó a menguar y a convertirse en
niños. El señor juguetero cerró la puerta y les dijo que podían
jugar y disfrutar con todo lo que veían en la tienda.
Aquellos
niños disfrutaron como nunca habían disfrutado, comieron gominolas,
jugaron al balón a l y con todos los muñecos y muñecas de la
tienda sin pensar en el tiempo que estaban pasando, pero lo mas
extraordinario era que cuando estaban jugando en realidad el tiempo
se había parado. De repente oyeron otra vez los tres clics de los
platillos de mono y los niños empezaron a crecer hasta tener su
forma humana madura pero en su interior había quedado el recuerdo de
ese momento mágico, fue entonces cuando supieron que comprar y tan
pronto como lo hicieron, fueron a su hogar y adornaron la casa con
cosas maravillosas, compraron una enorme trata de fresa y chocolate e
invitaron a todos sus amigos y padres.
Cuando
Juan llego del colegio se encontró con el mejor cumpleaños de su
vida lleno de amigos, con una gran tarta y todos sus amigos, pero lo
mas maravilloso fue jugar con sus padres y ver como ellos eran como
él pues tenían en sus ojos el brillo de la ilusión de unos niños.
Muchas
veces tenemos que dejar que salga el niño que llevamos y disfrutar
de la vida olvidando un poco la vida monótona de y aburrida de la
gente mayor, aunque nos llamen frikis o cosas similares.
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