Noche de Insomnio - Gloria Losada




   ¡Joder, vaya horas! Las doce y media de la noche, y yo aquí, dormida en el sofá delante de la televisión, desde sabe Dios cuándo. Siempre me pasa lo mismo. Me voy abandonando poco a poco en brazos de Morfeo y cuando vuelvo a la realidad, en la caja tonta están poniendo los títulos de crédito. En fin, será mejor que me vaya a la cama, mañana es día de trabajo y a las siete  y media de la mañana hay que ponerse en pie. No es que sea madrugar exageradamente, ya lo sé, pero con lo que a mí me gusta dormir.... Toca apagar este trasto, lavarme los dientes y a la cama.
     Vaya, esta pasta de dientes nueva que me compré esta tarde en la farmacia tiene un sabor realmente fuerte, como a mí me gusta, que deje la boca fresquita. Uf, menudos pelos que tengo, mañana tendré que lavármelos, así que toca levantarse media hora antes. Bueno, lo dicho, a la cama. Voy a encender un ratito la tele de la habitación, ya sé que es una tontería pero me encanta dormirme con el parloteo de fondo. Hoy la voy a programar quince minutos nada más, con el sueño que tengo no creo que dure mucho más despierta. A ver que echan.....zapeemos  un poco.....mira, un documental sobre las tribus del Amazonas, la dejo aquí, seguro que está bien, me recuerda a aquellos programas de “EL hombre y la tierra” que tanto me gustaban. Jo, parece que se me ha ido el sueño, ¡qué cosas! si casi estuve durmiendo una hora en el sofá, pero claro, estoy un rato en el baño y termino despejándome. Últimamente no duermo nada bien, debe ser por tantas vueltas que le doy a la cabeza. Será mejor que apague la televisión, porque hoy en lugar de dormirme me está despejando más. ¿Qué hora es ya? La una y cuarto, claro, entre pitos y flautas.... siempre me pasa lo mismo. Y encima tengo los pies helados, qué rollo, cuando estaba él, los metía entre sus piernas y se me calentaban enseguida pero ahora....
     Desde hace una temporada cada vez que me meto en la cama me acuerdo de él, vaya por Dios, parece que la idea de darnos un tiempo no fue buena, o tal vez sí, porque a mí me está haciendo darme cuenta de lo mucho que lo echo  de menos. No sé cómo llegamos a esto, de verdad, si nosotros siempre estuvimos bien, éramos muy felices y lo pasábamos estupendamente  juntos, nos reíamos mucho, hacíamos un montón de cosas unidos, que para nosotros eso siempre fue muy importante....pero claro, esa manía de gastar el dinero, o más bien, de gastar dinero que no se tiene, cuando me di cuenta estábamos medio arruinados y todo por su culpa, por comprarse sus estúpidos caprichos y encima ocultándome la situación. No me sentía con fuerzas de continuar a su lado y que conste que lo que peor me pareció no fue que gastara el dinero en sí, al fin y al cabo eso ya está arreglado, lo que peor me pareció fue que me engañara, que me ocultara una situación a la que podría habérsele puesto remedio mucho antes sin necesidad de llegar a lo que llegamos. Ahora lo echo terriblemente de menos, cada vez más, supongo que al final terminaremos volviendo y que conste que intenté pasar de él. Hasta conocí a un chico por internet, con el que a punto estuve de tener un rollito, un muchacho muy simpático con el que compartía un montón de aficiones. Charlábamos casi todos los días y alguna vez se mostró dispuesto a venir a conocerme, pero al final por hache o por be, nunca nos hemos visto. Tal vez la culpable fui yo, creo que me mostré un poco reticente a su visita y no es por nada, pero claro, después de tantos años al lado de mi marido, meterme de nuevo en el mundo del ligoteo fácil....me daba un poco de cosa, no sé como decirlo, y encima conocerlo por internet, yo que siempre fui tan contraria a esas historias, porque vete tú a saber con quién te puedes encontrar. Un compañero de trabajo quedó con una chica y se encontró con una niña de dieciséis años, más loca que una cabra. Por supuesto no tuvieron nada, pero porque él no quiso. El caso es que el chico este que yo conocí me dijo que iba a venir por aquí. Yo no le dije ni que si ni que no y cuando había decidido que si, y le envié una foto para que me conociera, dejó de hablarme el tío. No hay manera de encontrarse con él. Siempre que conecto el “Messenger” no está, o si está pasa de mí. Y eso que le mandé un correo y todo, preguntándole si le pasaba algo conmigo, pues nada, que no me habla, ni me contestó. Porque digo yo, que por lo menos podía haberme dado una explicación, decirme no quiero hablar contigo por esto o por esto otro, pues nada, ni mu. No lo entiendo, no me parecía de este tipo de personas, pero bueno allá él. Eso me pasa, por ingenua, por fiarme de todo el mundo, incluso de quien no se lo merece. Aunque puede que le haya parecido horrorosa  y no quiera saber de mi por eso....en fin, ya pasó, no voy a darle más vueltas, él se lo pierde.
    ¡Dios mío, las dos y media ya! Y yo sigo sin dormir y ni trazas de que me venga el sueño, pues que bien. Seguro que fue el café que me tomé esta tarde con Marinita. Siempre me pasa lo mismo, pero me gusta tanto el café que no soy capaz de resistirme, a pesar de que sé que me altera los nervios sobremanera y me quita el sueño radicalmente. Por cierto la Marinita qué gorda está la tía. Hacía por lo menos seis meses que no nos veíamos, desde que a ella la destinaron para Madrid, pues le debe de sentar tan bien la vida en la capital que se está poniendo como una vaca. Anda que como siga así en cuanto se descuide......Si es que en cuanto me vio a mí se quedó...que casi no me conocía, que me tuve que acercar a ella y hasta que llegué a su lado ni me saludó. Son veinticinco kilos menos y se nota mucho, quieras o no. La verdad es que estoy muy contenta de haberme puesto a dieta con ese médico tan bueno, estaba harta de verme con michelines por todos lados. Cierto es que no es fácil perderlos, desde luego, con lo que a mí me gusta el buen comer, sobre todo el chocolate, pero cada vez que voy al médico y al ponerme en la báscula compruebo el peso que he perdido, valen la pena todos los sacrificios. Por eso ya le dije a Marinita que no se descuidara, que se empieza por engordar dos kilos, después cinco y al final te ves con veinte. Además con lo mona que es de cara, que cuando éramos jovencitas llamaba la atención a los chicos por sus preciosos ojos verdes y aquella melena tan larga y rubia, vamos, que yo a su lado era como el patito feo, pero fíjate tú, que yo voy mejorando con los años y a ella le está pasando al revés. Lo que son las cosas.
    Lo que me dejó pasmada fue lo que me contó de Piluca, no me lo termino de creer, la pobre con lo buena que es y el marido, el muy cerdo va y la deja, y encima sin darle una explicación convincente. Va el tío y le dice que no sabe que le pasa, que se está dando cuenta de que la quiere como una amiga, pero nada más. ¡Ja, como una amiga! Después de quince años de matrimonio y por lo menos cinco de novios, vaya horas de darse cuenta. A mí los que me dan pena son los niños, de verdad. Tener que soportar la separación de los padres no es  plato de buen gusto, lo sé por mis niñas que se disgustaron mucho cuando su padre se fue de casa, sobre todo si a ojos de ellos no pasa nada, otra cosa es que fueran testigos de peleas continuas, ahí ya no digo nada, que entonces seguro que están mejor con los padres separados. Por favor, no sé por qué pienso estas cosas, si a veces no queda más remedio que andar cada uno por su lado. Pero los niños de Piluca, con lo ricos que son, por Dios, y que después se enteren que su padre se fue con una colombiana, que eso es lo peor, que encima no fue sincero, porque a su mujer le decía que no había terceras personas, y luego aparece con esta, que según me dijo Marinita, es más fea que un cuerno, pero con un cuerpo de escándalo.  En fin, que hoy en día, como sigamos así, las españolas lo vamos atener crudo para encontrar pareja, casi todos las prefieren de fuera y me pregunto yo por qué, qué tendrán ellas que no tengamos las de aquí. Y que conste que no tengo nada contra esas chicas eh, que va, es más, las admiro mucho por haber tenido el coraje de dejar su país y venirse aquí buscando un futuro mejor, eso siempre es de elogiar, pero es que nos van a dejar sin hombres.
     Por favor, ya son las cuatro de la mañana y yo sigo sin dormir, esto no puede ser, a ver dentro de unas horas quién me levanta de la cama. Por cierto ahora que lo pienso, mañana tengo que comprarle algo a Jose, que el domingo está de cumpleaños, a ver si el sábado me llama, si no lo llamaré yo. Esta es una oportunidad estupenda para recuperar el tiempo perdido y no pienso dejarla escapar. Se me está ocurriendo que le voy a organizar una comida sorpresa, eso mismo, que lo vayan a buscar las niñas el domingo por la mañana y que lo traigan a casa, ellas estarán encantadas y él seguro que también, que la última vez que estuvo en casa no pasó nada porque yo no quise que si no....a estas horas seguro que lo tenía ya aquí a mi lado, en la cama. No sé qué le puedo comprar, la verdad, ropa no, que se la compre él, quiero regalarle algo que recuerde para siempre. Puedo comprarle un reloj, aunque eso igual me sale muy caro, y este mes tengo que pagar el seguro del coche y de la casa. Bueno ya veré, mañana pasaré por el banco a la hora del café, creo que el mes pasado ahorré por lo menos doscientos euros así que lo mismo la idea del reloj no es tan descabellada. Aunque también podría comprarle una pulsera de estas modernitas, de acero, que me va a salir más barata que el reloj y a él le va a encantar, que le van mucho esas cosas... es que comprarle un regalo a un hombre siempre es tan difícil....El caso es aprovechar el momento, a ver si cuando lleguen las vacaciones ya estamos juntos de nuevo, igual hasta podemos irnos por ahí unos días con las niñas, aunque sólo sea un fin de semana. ¡Ay por Dios! ¡Qué tonta soy! Ya estoy yo como siempre, haciéndome ilusiones y montándome películas, así me llevo luego los chascos que me llevo, cuando nada sale como yo me lo había imaginado. Y es que soy tan peliculera....desde siempre, eso que creí que con la edad y la experiencia se me iría asentando la cabeza, pues de eso nada, en el fondo sigo siendo la misma que cuando tenía dieciocho años. Supongo que eso tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Tal vez tenga un punto de inmadurez, pero también conservo la alegría, la frescura y parte de la inocencia que se tiene a esa edad. Y desde luego que no querría volver a tenerlos, cada edad tiene su encanto, los cuarenta también, tanto más cuando ya se tienen dos hijas medio criadas, y a una todavía le quedan años para disfrutar de la vida,  o al menos eso espero.
Anda, parece que ahora sí me voy a dormir.....ya son las cinco.....a ver si puedo aprovechar estas dos horitas que me quedan.......mañana por la tarde una siesta y como nueva....mmmm, buenas noches.


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