Hoy conseguí levantarme de la cama.
Pero ¿para qué? Antes me levantaba temprano, desayunaba, salía a
caminar un buen rato, mens sana decían, hacía la compra, volvía a
casa a hacer la comida e intentaba ordenar nuestro desorden. Tú
llegabas por la tarde, tan cansado que casi ni cruzábamos un par de
frases.
Y cada día lo mismo, una y otra vez,
como en una rueda eterna. Hasta que tú dijiste ‘Basta’ y
conseguiste parar el mecanismo y bajarte.
Pero yo sigo aquí dentro, como perdida
dentro de un complicado laberinto en el que no se ve la salida.
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