La historia continua - Esperanza Tirado


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Buenas tardes. Me presentaré. Soy un caballero. O lo fui. Hace tanto tiempo que ni yo mismo me acuerdo bien. Qué cabeza esta. Y mis huesos están doloridos. Entre la armadura que no se puede quitar y el verdín que me ha salido por la humedad… Estoy demasiado mayor para las fotos. Me duelen los hombros. Será la postura forzada de sujetar la espada. A veces noto algún cálido rayo de sol en los pies que me hace bien. Mis ojos siempre ven un panorama bello, verde y frondoso. Es lo mejor de este puesto. Aunque llueva. Los colores son hermosos en cualquier época del año.
Qué tiempos cuando llegamos y nos dispusieron al frente del Parque, como vigilantes de todo aquel que pasara por allí.
Los domingos en el kiosco había música. Las parejas de novios bailaban. Los señores fumaban sus puros y discutían de política. Los heladeros y barquilleros pregonaban sus dulces y toda la chiquillería los seguía, alborotando al personal. Mientras, sus ayas descansaban en aquellos bancos verdes de madera. Ya no están los bancos ¿Los habrán hecho leña? Preguntaré a la Náyade o a Primavera. Ellas tienen una vista más cercana.
Ay, qué árboles tan frondosos. Ojalá no los talen nunca. Qué ideas se les ocurren ahora…
Recuerdo cuando trajeron los huesos de mi Señor a reposar por fin, a su Villa. Verde y florida. Como aquella Tierra lejana a la que llegó. Fue un sentido homenaje. Él tenía la esperanza de volver. Y por fin, lo consiguió.
Que ustedes disfruten de su paseo. Hasta otro día.







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