El
festival había sido un éxito, diversión asegurada sin incidentes
reseñables, cansado y mareado por un whisky asqueroso, si no fuera
porque estoy acostumbrado la cogorza habría sido de órdago. Las
ocho de la mañana con ansias de tirarme sobre mi cama y no
levantarme en dos días. Delante de la puerta de mi apartamento
había un hombre y un perro. Éste último me suena, pero el medio
pedal que llevaba no me permitía ser cortés y les largué con un
“no me interesa comprar nada”.
“No
vendo nada soy Fran el novio de tu hermana” – me responde.
Pues
menos aún me interesa, le digo, tras abrir la puerta e intentar
cerrarla, ya que pone un pie para impedírmelo. Me pregunta si no he
visto los mensajes del móvil. Pues no, le respondo, hace tiempo que
no quiero saber nada de ella así que la he bloqueado. Es en ese
momento cuando me informa que ha muerto hace tres días, el funeral y
su entierro en el panteón familiar se hizo sin mí.
¿Pero
qué te has creído niñato? Venir a decirme mentiras para
fastidiarme no es propio de ella, fue quien básicamente cortó
relación por traidora, eso le dije. Pero, ¿está muerta de verdad?
Sí me responde, haz lo que te dé la gana ya veo que no estás en
tus cabales, aquí te dejo a Michel, es lo que ella más quería y
ese fue su último deseo. Me entrega un sobre marrón alargado
conteniendo copia de su testamento, también me deja una tarjeta suya
por si quiero saber más, y se marchó cerrando la puerta
bruscamente.
Menudo
bajón, eché la culpa al whisky, la de veces que he dicho a mi
representante que sólo bebo de los caros si es que quiere que ponga
buena música y anime al personal. Ahora que lo pienso si mi hermana
ha muerto es más grave que mi malestar. Me tumbo vestido en la
cama, dejo fluir mi espíritu mientras veo a Michel mirándome, ese
perro se va a ir fuera sí o sí.
Me
despierto a las diez de la noche y oigo gimotear al chucho, tengo muy
mal cuerpo, pero nada que no remedie un buen café mañanero.
Despejado y abatido recuerdo que la mascota ha de hacer sus
necesidades. Para sacarlo necesito una correa, al caminar hacia la
entrada tropiezo con una bolsa, no es mía, me fijo y dentro hay una
correa, una pelota de goma, un trozo de plástico acorde al tamaño
de Michel, un par de cuencos, una bolsa con ¿comida? y un folio
forrado de plástico completamente escrito. Me pongo a leerlo y
compruebo que son instrucciones para cuidarle. Con toda la paciencia
de la que soy capaz leo, sigo las indicaciones y salimos a la calle.
¡Pobre
estaba impaciente! Menudo manantial de pis y de asquerosas heces, lo
malo fue cogerlas, no tengo práctica, una niña que paseaba con su
mascota se apiadó de mi indicándome la forma más limpia y rápida
de hacerlo, seguro que apreció lo novato que soy. Al regresar al
piso le pongo la medida de comida que ponía el papel, así como un
cuenco con agua, lo terminó en un instante, se notaba hambriento y
sediento. También aproveché para comer algo y asentar un poco mi
estómago además de tomarme un buen zumo de tomate para aliviar mi
hígado. Ya más tranquilo decido llamar al novio de mi hermana,
bueno a su ex porque si ella la ha palmado. Me doy cuenta de los
pensamientos tan poco apropiados, si mis padres me escucharan
estarían escandalizados. La culpa fue suya, a mí me gustaba
estudiar economía, era la carrera escogida voluntariamente, pero al
terminar los estudios papá pretendía que trabajara en la empresa
con él, iba a ser su mini yo, pero mi idea era ser independiente,
trabajar para otros y demostrar mi valía bajo otros ojos. La
discusión fue tan fuerte que su corazón sólo aguantó tres días y
la palmó. Ellas me echaron la culpa y a cambio debía ser quien
llevara la dirección para remediar la afrenta. Como no podía me
largué a casa de Marco hasta poder independizarme, con el poco
dinero que disponía compré una mezcladora de sonido, los platos y
toda la maquinaria para ser DJ, olvidé mis estudios y me lancé a la
vida nocturna, labrándome un nombre y trabajando duro para llegar a
ser famoso.
A la
muerte de mamá todavía nos hablábamos, pero se quedó con todo, la
casa donde vivían, las acciones de la empresa, el piso de Gijón,
sólo me dejaron el coche de papá, un trasto viejo que malamente
funcionaba, menos mal que Marco es un gran mecánico, lo puso a punto
y fue el toque de distinción que me encumbró en el gremio. No
tardé en hacerme ese hueco que buscaba y ser imprescindible en toda
fiesta de alto nivel, sí vale mi vida seguía vacía, pero tenía a
todas las pibas a mi alrededor y cada mañana me acostaba con una
diferente, algo que desea todo hombre.
Y
ahora qué, sin familia, con un perro a mi cargo y sí, con la
empresa y las casas, ¿debía seguir como estaba y mandar todo al
cuerno o retomar la cordura y volver al redil? Un dilema peor que el
de Hamlet. Con las luces nocturnas pienso mejor y siento tristeza
por la desaparición de Emma, ni siquiera ese tipo me contó que
había sucedido, creo que mañana le llamaré e intentaré reconducir
el tema. ¡Bueno, ya está gimiendo otra vez el chucho! Venga vamos,
debes ser el único que se alegra de estar conmigo.
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