Ritual - Esperanza Tirado







A disfrutar de la cerveza, se dijo, mientras el primer sorbo le enfriaba la garganta y le templaba el pulso. El trabajo estaba hecho: limpio, sin ruido, sin gloria. Un asesinato por encargo, sin épica, solo oficio.

En el bar donde entró después, nadie sospechó nada.

La espuma se deshacía como los rastros que dejó atrás. Mera rutina. Como quien apaga una luz al salir. En cada trago, un silencio. En cada burbuja, un recuerdo que no debía quedarse. Porque incluso la muerte, cuando se vuelve costumbre, merece una breve pausa dorada.
















Voces - Esperanza Tirado



Los siguientes serían los niños, sus huesos blanditos no molestarían mas a sus potentes mandíbulas, y al primer mordisco los llantos y peticiones de auxilio cesarían. Un buen postre, digno del mejor creador de patisserie.

Leyó las últimas líneas escritas y decidió quemar el manuscrito en la chimenea. Su cabeza funcionaba a su manera, por muchos ingresos psiquiátricos que acumulara, el horror y la crueldad formaban parte intrínseca de su historia. Esta vez escuchó a las voces con más atención.



El universo conspira a nuestro favor - Marga Pérez




Mi vida está atiborrada de hechos casuales, no sé si tanto, más o menos que las de los que me rodean. Nunca lo pensé, la verdad, pero sé que conocí a Luis de manera casual en una excursión de senderismo. Según me enteré allí, fui la última en apuntarme. Había veinticinco plazas y yo ocupaba ese lugar, y Luis la veinticuatro. La primera vez que pasaron lista, no sé por qué, nos pusimos juntos. ¿Reminiscencias escolares? ¿Por el poder de atracción de los números? Ni idea, pero fuera como fuese, todo fue casual. Después de tres años y medio de novios nos casamos. Podía haber sido de otra forma pero fue así y salió bien, llevamos treinta y ocho años juntos y además muy felices.

Casual fue también el encuentro con Clara. No nos conocíamos de nada y ambas ingresamos el mismo día en el mismo hospital para dar a luz a nuestro primer hijo. Y casual fue también que nos pusieran en la misma habitación. Pues ahí empezó una amistad que aún dura. Clara es un amor, está ahí siempre que la necesito, lo mismo que yo para ella ¡claro! Es mi mejor amiga. Ella y su familia han estado siempre con nosotros en los buenos y malos momentos.

Podría contar muchos más hechos casuales de mi vida, como… cómo conseguí mi primer trabajo, cómo una enfermedad puso ante mí personas y recursos que me hicieron ver cosas importantes para mí , cómo unas vacaciones propiciaron un giro en mi vida profesional… pero, no quiero cansaros, sólo quiero pensar en alto, nada más.

Si nuestras vidas están plagadas de hechos que no buscamos y nos van saliendo al encuentro, ¿por qué unas vidas son satisfactorias, felices y productivas y otras todo lo contrario? ¿Yo tuve más suerte? ¿La vida se fue ordenando para mí de una manera menos complicada que para otros? ¿O se va ordenando según nuestra forma de ser, de actuar, de pensar, de aceptar, de rechazar?... Es complejo saber cómo estos engranajes y lubricantes actúan para que todo salga bien. Sólo sé que confío en que el universo quiere lo mejor para mí, estoy convencida, y me dejo llevar, sin más, y no me va nada mal, pero nada mal. Seguro que otros opinan todo lo contrario.

No olvides quien te va a llevar a casa - Marga Pérez




Hace unos días puse mi casa en venta para ir a vivir al chamizo que tengo hace años en la playa y que a Rosa nunca le gustó. Ella me dijo que se iba a casa de sus padres, y la verdad es que no me importó. Hace tanto que entre nosotros no van las cosas cómo deseaba… ¿Sabes? nos acostumbramos a ir perdiendo, poco a poco aunque de manera constante, palabras, caricias, tiempo compartido, amor… No me di cuenta de qué era lo que pasaba hasta que me dieron el diagnóstico. Sin quererlo ni tan siquiera pensarlo, vi, de repente, en lo que me había convertido y no me gustó. Nada de nada. Ya me conoces, soy de espoleta retardada. No sé cuánto tiempo me quedará y quiero ser yo, libre de ataduras y convencionalismos sociales. Tú sabes que la naturaleza es mi hábitat. Soy animal salvaje. Nunca debí dejar que Rosa me convenciese. Vivir en la ciudad, sin ver el mar, con horarios, objetivos, trajes, atascos, ruidos…No sabía que lo echara tanto en falta. Fue darme el diagnóstico y ver dónde quería pasar mis últimos días. Mejor que Rosa decidiera irse, yo no era capaz de dejarla y además, allí no hay espacio para dos. Bueno, dos, siendo Rosa una. Lo había hecho para respirar yo solo, para encontrarme
conmigo mismo después de perderme en la vorágine de la gran ciudad. Si tú estuvieras cerca… Tuve que recibir un diagnóstico fatal para cambiar ¡qué paradoja! Ahora soy más feliz…”

Felipe escribía a su gran amigo de juventud mientras esperaba el turno para entrar a la consulta de su médico. Ayer su enfermera le había llamado para que fuera. No sabía por qué ni para qué, no le dio explicaciones, su tumor cerebral no era operable y aún no daba señales de tener que someterse a un tratamiento paliativo así que no sabía qué le iban a decir, aunque confiaba en ellos e iba a escuchar ¡¡no faltaba más!!.

Cuando entró en la consulta y oyó de boca de su médico lo que le tenía preparado, no supo reaccionar. No había tumor, no le quedaban tan sólo meses de vida, nada más tenía migrañas. Su diagnóstico fatal era el de otro paciente al que le habían informado que tan solo padecía de migrañas… Un fallo al poner los nombres en los informes. 

Felipe se sintió flotar. Tenía otra oportunidad. Podía ser el que siempre había querido ser. Abrazó y besó a su médico, a su enfermera. Ni por un segundo pensó en el que iba a recibir su primer diagnóstico, el ya no tenía sobre su cabeza la espada de Damocles, tenía frente a él todo el tiempo del mundo. Lo demás no existía. Así que después de recomponer sus emociones, borró el mensaje que escribiera a su amigo y lo llamó. Con él había vivido algo muy especial, difícil de borrar, a pesar de intentar olvidarlo por todos los medios.  No sabía si ahora, después de tantos años, iba a resultar, pero… intuía que sólo por intentarlo merecía la pena.




Lo que no calla - Esperanza Tirado





En aquel tiempo envenenado las canciones no solo se cantaban. También caminaban entre las piernas y los corazones de la gente. Salían de los timbales y trompetas como flores de fuego y se posaban en los oídos dormidos, calentando de nuevo espíritus amedrentados. En las paredes se dibujaban pentagramas con lo que el miedo callaba. Hubo muchos intentos de extirparlas, pero la raíz estaba allí dentro, bien sujeta a la tierra. Y siempre crecían más.

Cada vez que alguien canta con el corazón limpio, a pesar de la impuesta contaminación, el aire se llena de esas flores invisibles.

Canción: GDBD, de Rubén Blades y Seis del Solar










Estamos en casa - Marga Pérez





Hoy sorpresivamente tenemos un día bastante fresco. No era lo que esperaba cuando decidimos el sur para nuestras vacaciones pero, viendo las temperaturas tan extremas de otras provincias, me alegro de estar aquí, con la rebequita por los hombros al caer el sol y el atlántico más cálido que en otras ocasiones.
Escribo sobre la yerba de la terraza, en la tumbona, en pantalón corto y descalza a la sombra de la pérgola. Estoy empapada en efluvios aromáticos de yerbas que nunca acabo de distinguir y que cada verano me sorprenden como si nunca antes las hubiese olido, como si se tratase del primero… Quince van ya ¡qué barbaridad! Parece que fue ayer cuando compramos esta casita tan blanca, tan pegada al mar, tan metida entre pinos. Para mí fue una locura embarcarnos en esta compra, pero, Paco estaba tan ilusionado que accedí, con eso perdí muchas horas de sueño que se compensaron con todo lo que gané… Norte sur, dos polos de una misma realidad, la nuestra. Dos mundos unidos por el mismo sol y el mismo mar, pero qué distintos… Aquí no tenemos tele, ni corremos de un lado para otro, ni miramos el reloj… Yo no sé ni dónde lo tengo. Es salir del tiempo para entrar en el tcha tcha tcha de las urracas, el chip chip de los gorriones y el aroma de plantas que me embriaga de muchas y variadas formas según vayan subiendo o bajando las temperaturas... Ni un coche, ni una voz. Parece que estamos solos en el mundo… Menos mal que está Paco… No sé qué va a ser de mi cuando ya no esté… no quiero ni pensarlo… La semana pasada nos dijeron que el tratamiento no iba tan bien como esperaban. Ya sabíamos que esto podía ocurrir pero hasta que no te lo dicen confías en que todo va a ir bien, en que se va a curar, en que seguiremos con nuestra vida tranquila y plácida como hasta ahora, sin cambios ni sobresaltos… sin embargo… hoy está fresco, estamos en julio, en el sur, en medio de una horrorosa ola de calor y, tengo frío… ¿Dejarán de cantar las urracas, los gorriones, cuando ya no esté…? ¿Dejarán de oler los pinos, las yerbas aromáticas, el mar…? ¿Dejará de existir el silencio?...
¿Qué vendrá después?