Cuando
era pequeño le hacían cantar el “cara al sol”, Su educación
fue de odio a lo desconocido, a lo extranjero, a lo diferente. Se
alistó en la legión con diecisiete años, cuando apenas empezaba a
afeitarse. Una vez allí, se dejó tatuar en sus brazos símbolos que
le agradaban, como un Cristo y una frase patriota. Diez años después
se dejó crecer la barba. Nadie sabe qué instrucciones hace,
ni siquiera regresó al pueblo que lo vio crecer en sus primeros
permisos. En una guardia, dio el alto a alguien que se acercaba, como
no respondió disparó hacia donde se oían los pasos. Esta tarde
hacen los honores a la pobre cabra que solo dijo “Beee” y luego
cerró los ojos.
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