El
día que me definiste como mujer manipuladora, experta en en arte de
inventar sofismas
para engañar al personal me dejaste flipada. Y me lo decías con tu
mejor sonrisa, como si nada. Al principio pensé si no sería otra
broma de las tuyas, de esas que no entiendo, como te gusta tanto
utilizar ese lenguaje altanero y grandilocuente (fíjate que creo que
se me está pegando). Y no, no quiero caer en tu trampa. Yo nunca ye
he engañado, simplemente a mí no me gusta lo que a ti, odio leer,
odio lo libros, las poesías esas tontas que te pasas las tardes
escribiendo, hablando tú solo de sinalefas,
diéresis, onomatopeyas y no sé cuántas bobadas más, no me gusta
ir a tus reuniones con ese club de lectura que no son más que un
grupo de idiotas jugando a intelectuales. No, yo no intento
manipularte, a mi me da igual lo que hagas, pero yo prefiero mi
huerto, mis gallinas, pasear por el campo o incluso recoger el
estiércol. Es mejor que lo dejemos aquí. Tú y yo no tenemos nada
qué ver. Hemos roto. Le pasa a muchas parejas, no te creas
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario