Eso no vale - Marian Muñoz

                                          Gente Joven, Naure, Natualeza, Priroda



Tener un buen amigo es un gran regalo.

Un buen regalo es tener un amigo.

Los amigos regalan pero los buenos además están presentes.

Regalos puede haber muchos, pero amigos buenos son escasos.

  • ¡Venga, sigue sigue! tenemos que dar con el slogan adecuado al producto, si no lo encontramos se cambiarán de empresa de publicidad.

  • Es que el frío me encoge las ideas y no soy capaz de encontrar alguno original.

¡Tachan! No busques más regalos, aquí me tienes, amigo.





 

 

 

 

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Mi calle de jugar - Dori Terán

                                          La Carretera, Niños, Jugar, Multicolor

 

 

 

 A menudo en mis desplazamientos cotidianos paso a su vera. Alguna vez, al hacerlo acompañada de mis hijos que ya son hombres maduros, paro el coche, me enderezo orgullosa en el asiento y con solemnidad y cariño les muestro con la mano en un gesto delicado y firme mientras les digo:-“Ahí teneis mi calle de jugar. No la cambio por vuestras consolas y artilugios con los que os habeís criado”. La emoción que me cala y la huella que ha dejado en mi infancia, en mi vida toda, se escapa por algún lado y les llega, Javi llega a decirme:-“Como jugar en el pueblo mamá, que afortunada, tu calle para ti todo el año, no solo en verano”.

Ellos que desde pequeños entre las dudas que les planteaba el discurrir de la vida tenían aquella pregunta insistente:-“¿Cómo hay niños que no tienen pueblo?¡Es una injusticia!”, saben y conocen con detalle mis andanzas y vivencias en mi calle. Saben que tienen que mirar fotos si quieren reconocer el lugar que yo les cuento porque hoy el asfalto ha ganado el terreno, muros estéticos y construcciones nuevas han puesto otro orden allí. Mi calle era un arenal de playa, el mar en su retirada nos dejó la blanca arena sobre la que creció en algún montículo pequeñas plantas verdes propias, a las que nos agarrábamos los niños cuando patinando sobre cartones y otras veces rodando nuestros cuerpecillos aterrizábamos a los pies del montículo y la alfombra arenosa nos recibía empanados, jadeantes y ruidosos entre risas y aventuras inventadas. Nuestro máximo propósito era jugar. Al volver de la escuela tenía que centrarme en los tediosos deberes. Era un esfuerzo supremo porque mi mente solo pensaba en coger el bocadillo de la merienda, ir a las puertas de Yoli, de Rosa Mari, de Emilio, de Rafa y muchos más, para preguntar:”¿ Sales a jugar?” Y ella, nuestra calle de jugar nos ofrecía cada rincón libre y hermoso donde nuestra imaginación se disparaba y eramos todo lo que se puede ser. Una cantante con zapatos de tacón hechos con latas de conserva que sujetábamos al zapato y que habíamos encontrado en el basurero, con puntillas de la enagua que asomaban al remangarnos la falda, con colorete en la cara obtenido de los trozos de ladrillo que allí abundaban, los mismos con que pintábamos el cascayo. Y cantábamos subidos a las mesetas que sujetaban la torre de alta tensión al final de la calle. Yo era Marisol, “corre, corre caballito trota por la carretera… ” A menudo jugábamos al escondite en los pinares que mi calle escondía tras los edificios y los gallineros. Era digno el canto de los gallos en el patio trasero en el que también había un pozo que nos abastecía del agua a consumir en los hogares. Hasta que se hacía de noche jugábamos, imaginábamos, soñábamos. Con las primeras luces de las farolas resonaba como un eco las voces de cada madre llamando a su retoño para subir a cenar. ¡Cuantas veces simulé sordera¡. Mi hermano tenía otra estrategia, subía a casa, abría la ventana y tiraba el cubo y la pala con la que había estado jugando en la arena. Luego con cara inocente decía.-“Mama, tengo que ir a la calle se me ha caído sin querer el cubo y la pala”. Cuando esto le dejó de funcionar, le vi muchas veces subir a casa completamente tieso y a grito pelado bajo el brazo de mi padre escaleras arriba. Mi calle tenía y tiene nombre de héroe de leyenda Calle del Cid Campeador y yo creo que allí vivía el espíritu de la aventura y la libertad que todos los niños ansiamos y disfrutamos como nadie cuando se nos ofrece. Me quedó grabado para siempre ese aroma que rompe los moldes y normas que una sociedad tal vez demasiado manipuladora nos impone. Ya entonces los niños de mi calle rompíamos muchas de esas normas incomprensibles y puede que de ahí me haya quedado esa afición de faltar a muchas otras ilógicas e irreverentes, durante toda mi vida. Amo mi calle de jugar.

 

 

 

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Parece que va a llover... o quizá salga el sol - Marga Pérez

                                      Leer En Voz Alta, Leer, Libro, Abuela



Abuela ¿de dónde eres?...¡ Cómo son estos chiquillos…! Si, claro que cansan pero qué bien me lo paso con ellos… pensar que no entraban en mis planes… ni si quiera de futuro, no, la verdad es que nunca me vi como abuela. Lo reconozco, tenía cierto rechazo... si, si, lo tenía ¡Abuela! Quizá fuera la palabra… Me veía muy mayor, vieja, con esa edad en la que sólo estás para cuidar nietos revoltosos y malcriados... chocheando…¡qué carajo! Me veía decrépita, hasta con la baba cayendo… ¡qué equivocada estaba! . Con ellos estoy en otro mundo... bueno, es el mismo pero tan distinto… más guapo… y que listos son. Cuando estoy con ellos lo veo todo sencillo pero le doy tantas vueltas al coco…ellos me ayudan a entenderme, quizá… si, me entiendo mejor… doy muchas vueltas pero lo acabo simplificando, si, tiene que ser éso… Vivir es bastante más sencillo… ya me estoy enrollando otra vez, como cuando ayer jugaba con mi nieta... Estaba con ella, despreocupada, sin más, y va y me pregunta : “Abuela, de dónde eres?”. Con lo sencillo que sería contestar lo obvio, como todos… yo también lo hice, si ¡claro! A los ocho años, si se pregunta algo tan concreto, se espera, al menos, una respuesta igual de concreta pero... en alguna parte de mi se quedó ese interrogante enganchado y ya no pude dejar de darle vueltas… empecé a pensar en que me parieron aquí pero crecí en muchos sitios, que lloré en muchos brazos y además que bailé en pueblos apenas conocidos, como aquel de Cáceres cuando fuimos de vacaciones en el año… ¡Céntrate!... ser de un lugar…puede significar quizá que soy de la cuna que meció mis sueños... del parque que miraba cada día desde el dormitorio o del que corría y saltaba de niña por entre columpios… quizá que soy del colegio que me formó... de la calle que subí y bajé millones de veces ... de la iglesia que despertó esa generosidad que se resistía a aflorar… del aire que respiré, del bullicio que no siempre me dejaba dormir a pierna suelta, de la lluvia, del sol, del viento… ¡Cómo sonaban los inviernos desde la cama!… O del paraguas que no podía dejar en casa porque, si no llovía, siempre amenazaba … ¡qué infancia más plomiza tuvimos…!

Tal vez soy de aquella casa siempre llena de hermanos, padres, tíos, amigos… siempre llena de algarabía, movimiento, de olores, portazos...de televisión encendida tarde y noche hasta “El alma se serena”, el himno de España y la bandera ondeando entre nubes con distintos tonos de gris y mucha nieve... O de la misma casa llena de música, canciones, risas, llantos, juegos, carreras… de patines por el pasillo, de programas de radio en la cocina con caldera de carbón y mesetas calientes, con armarios a tope, cajones revueltos… -Hoy quiero ver el cajón de los calcetines ordenado- Aún veo a mamá con el dedo levantado… la casa donde esperábamos inquietas frente al baño haciendo cola, la del espejo compartido con mis hermanas, la de los vasos de cola-cao en la mesa de la cocina mientras del tostador salían rebanadas de pan y olor a merienda con mantequilla… puede que también sea de la comida que me dieron… y de la que me obligaban a comer y, quizá también, de la que cogía a escondidas trepando por las baldas de la despensa...

O a caso soy de la lengua que hablo desde que soy capaz de recordar, de las palabras con las que pienso, hablo, escribo, o de las que siempre oigo, aunque no quiera y, a veces, hasta escucho ...De los libros que aún hoy tapizan mis estanterías... ¡qué de polvo cogen! … el lunes le diré a Carmen que los limpie… O del diccionario que a menudo mi padre consultaba y nos leía en alto durante la comida… igual sólo era cuando estábamos juntos, aunque no comiésemos...no lo recuerdo bien, sólo lo veo a el con el tomo en la mano, muy serio, leyendo definiciones... palabra de Real Academia de la Lengua…ninguno gurgutaba, estábamos como a Misa. Puede que sea también de las palabras que inventábamos, que me llenaban de orgullo porque sólo con los míos compartía significado… De las que escribía en aquel diario que pensaba que nadie conocía y que sólo contaban chorradas … bueno, entonces no lo eran…¿ catorce años? ... ¡Cómo pasó todo! … Un soplo ¡Dios!

Quizá soy de los libros que forjaron mi adolescencia... también de los que leí a escondidas, en el baño o bajo las sábanas con una linterna para que no me delatase… de los de texto pesando, de lunes a sábado, sobre mi cuerpo bastante enclenque entonces … si, los sábados por la mañana íbamos al colegio...teníamos poco tiempo libre para leer otros libros llenos de fantasía, amores, aventuras…yo los leía todos.

Puede que también sea de aquellos praos de domingo, tortilla de patata, filete empanado... mil yerbas y mil eucaliptos los llamábamos… o del de la casa del árbol con luciérnagas veraniegas, canciones de sobremesa, mesa alargada, paella... chiquillos haciendo la bomba en la piscina, baldosas de pizarra que, con los pies mojados, resbalaban hasta caer de culo… del prao de las fiestas familiares, de los encuentros con amigos, de la copona de coñac caliente que rulaba de boca en boca, del de las despedidas de soltero, bodas, primeras comuniones y bautizos…del de los cumpleaños casi semanales, compra, limpieza y cada uno a dormir a su casa… Y hasta mañana... Un día, otro y otro...un verano, otro y otro… Y hasta mañana… cuarenta y tantos años compartiendo verano … También soy de ese prao... si... sobre todo de ése… Claro que soy de mi familia, del pueblo que me vio nacer y crecer, del momento histórico en el que me parieron, de la comunidad que me asturianizó , del país que me impregnó de su cultura y me situó de forma peculiar en este mundo ... también soy de esas otras familias con las que conviví, de esos otros pueblos y comunidades que me acogieron y en los que, quiero pensar, quedó algo de mi cuando después de años decidí regresar… Soy de mi pareja, de mis hijas, de los nietos, de los amigos…

Si, soy de todo y de nada, de todos y de ninguno, pero todo ello fue necesario para ser quien soy … todos me enseñaron a amar amándome, quizá también tratándome sin amor… no lo tengo claro (tendré que darle una vuelta en otro momento) pero sé que con todos ellos aprendí a amar y sigo haciéndolo. En este arte no me graduaré nunca, lo puedo asegurar, ya le di vueltas al tarro el otro día que Jorge discutía con Paula por algo de novios… no me acuerdo muy bien cómo llegué hasta aquí… pero sé, con toda seguridad, que siempre puedo amar más ...

Soy de dónde viví y vivo, así de sencillo… Igual fue lo que le dije a mi nieta sin apenas pensarlo antes ...tendré que preguntarle … Lo tengo claro, si, ahora si sé de dónde soy… ¡Qué chiquillos! estoy deseando que me los vuelvan a traer. Una bendición del cielo… si, éso son los nietos… sin ellos no estaría completa, sería otra mujer ... gracias por hacerme abuela, chicas… Os quiero mucho. ¡Anda! parece que va a llover… ¿vendrán hoy?... Tengo que acordarme de recoger la ropa … o quizá salga el sol...


 

 

 

 

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Colores - Cristina Muñiz


                                        Artesanía, Teñir, Cuota, Lotes, Ronda

 

 

 

Pese a su libro de escolaridad teñido de rojo, se había forjado un brillante porvenir. Porque no todo está escrito en los libros y la vida se empeña en pintar sus caminos utilizando toda la paleta de colores.


 

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Besos de alas - Marian Muñoz

                                            Galletas, Golosinas, Dulces, Pasteles

 

 

En una pequeña localidad de la sierra madrileña, a tiro piedra de la capital, existe un pequeño albergue habitado por monjas, situado estratégicamente en una oquedad entre tres montañas, accediéndose a él por un pequeño desfiladero. No llega a ser un convento al uso, quienes lo moran son mujeres viudas dedicadas a la oración y al trabajo (ora et labora), todas deben aportar una pensión, sea grande o pequeña, es uno de los requisitos de pertenencia a la congregación.

Su fundadora la madre Nepomucena de las Alas lo creó hará quinientos años, huyendo de parientes que al enviudar querían desposarla y gobernar sus caudales. Mujer despierta y beata tenía tan grato recuerdo de su difunto marido que no quiso probar nuevamente las mieles del amor y sí rezar por el eterno descanso de quien tan feliz la hizo. Construyó con mucha dificultad, debido a la orografía, una mansión con gran patio interior y treinta tres alcobas, ese era el número máximo de mujeres que podrían formar parte de su proyecto de oración.

Debido a la sociedad en que vivimos, el estilo de vida adoptado es muy poco comprendido y aceptado, estando ahora ocupada la mansión por veinte monjas y cinco novicias, y fue gracias a éstas últimas que la vida de todas ellas se modernizó.

No necesitan de ayuda externa para sobrevivir, sus pensiones les procuran suficiente caudal para comer, vestir y arreglar desperfectos en la estructura de la casa madre, como ellas la llaman, pero las novicias trajeron nuevos aires a la comunidad, instalando internet y un repetidor en el pico más alto, para tener acceso a telefonía móvil. Seguían teniendo la máxima de Ora et Labora, pero modernizadas. Los dulces creados en sus fogones los comenzaron a vender no solamente a poblaciones cercanas, sino a otras provincias a través de empresas de mensajería que enviaban a los más valientes de sus repartidores debido a la dificultad del acceso.

La producción fue renovada con nuevos formatos y nuevos diseños aunque manteniendo la elaboración artesanal de siempre. Estos dulces cuyos ingredientes son productos de su huerta así como bayas o hierbas recogidos de las escarpadas montañas, de las que nunca saldrán según voto hecho el día de su confirmación. Madalenas, suspiros, bizcochitos o trompetas son algunas delicias de su variada producción, pero la fama la lograron por sus Besos. La receta es custodiada escrupulosamente desde los tiempos de la madre fundadora, un bocado que eleva los sentidos en un éxtasis de sabor curando males. Su producción es pequeña debido a ingredientes difíciles de conseguir, guardados con mimo en una cueva a la que sólo se accede por un angosto pasaje excavado en los cimientos del edificio.

Durante la pandemia del coronavirus se mantenían informadas de las normas de confinamiento gracias a internet y las llamadas telefónicas del párroco más cercano, fue imposible seguir con la venta de dulces pero no resultó un problema ya que el tiempo invertido en cocinar lo empleaban en orar por los enfermos y familiares.

Una noche la madre superiora tuvo un sueño en el que los famosos Besos del convento antaño milagrosos lo seguían siendo en la pandemia. Iniciaron la producción y comenzó a enviarlos a residencias de ancianos en las cuales milagrosamente los test que antes fueron positivos, ahora daban negativos, venciendo a la enfermedad.

En muchos balcones se empezaron a ver carteles y pancartas que decían “Yo quiero mi test”, pero en las de los familiares de los ancianos ponía “Yo quiero mi Beso”, las autoridades comenzaron a preocuparse que tanto encierro hubiera afectado a la cordura de los ciudadanos e iniciaron una pequeña relajación del encierro que llamaron desescalada. Semana a semana se iba recuperando cierta normalidad de convivencia en la sociedad, se pudo salir a la calle a ciertas horas, luego hasta cierta distancia sin salir del municipio para más tarde a la vista de la bajada de ingresos en las ucis comenzó una vuelta a cierta normalidad, pero para estas monjas el trabajo en su cocina era un continuo ir y venir de ollas, fuentes, boles y por supuesto recolección de hierbas y frutos silvestres para poder confeccionar sus milagrosos Besos.

Debido a la bajada en el trasiego de vehículos y actividades al aire libre innecesarias la naturaleza se estaba recuperando del desgaste contaminante por eso los Besos tenían una mayor concentración de beneficios a quien los tomaba. Por internet enseguida corrió la voz y diferentes gobernantes pretendían acaparar toda la producción, más las valientes monjas cerraron a cal y canto el desfiladero ante tanta presión y mediante drones enviaban sus creaciones a los lugares en que más falta hacían.

Pensareis que es un cuento sacado de mi imaginación. Ni lo niego ni lo confirmo, prefiero que el secreto de las sucesoras de Nepomucena de las Alas esté bien guardado para una próxima pandemia porque de los humanos me fío muy poco, por mucho que digan estar investigando en beneficio de la humanidad, hay mucho loco suelto jugando a ser dios.



 

 

 

 

 

 

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¡Menudo rollo! - Cristina Muñiz

                                      Aprender, Escuela, Alumno, Tablero

     

     

     

    El profe nos ha puesto un ejercicio en el que tenemos que relacionar el euro con el número Pi. ¡Menudo rollo! He pasado más de quince minutos haciendo cuentas con la “calcu” sumando, restando, multiplicando o dividiendo a ver si salía algo. Pero nada. No hay ninguna relación. Así que creo que solo nos puso una trampa para hacernos trabajar. Pues yo ya he cumplido. Creo que un cuarto de hora haciendo cuentas ya es más que suficiente. Y que le den al “Pi” y al “euro”. Al “Pi” porque siempre está ahí en medio, en clase de mates o de física. Qué aburrimiento de número. Y al euro porque lo único que me interesa de él son los que entran en mis bolsillos, porque a quién le puede importar que un euro sea igual a 166,386 pesetas. Si nosotros, los de mi peña, no tenemos ni idea de lo que es una peseta. Eso son cosas de antiguos, de mis padres o de mi profe que debe de andar con algo de nostalgia por los viejos tiempos porque hace unos días ya cumplió cuarenta tacos. Bueno, pues eso, que ya dije lo que tenía que decir. Y para que no me llame vaga la de lengua le entregaré esto que acabo de escribir a cuenta de la redacción que nos mandó sobre “La importancia de los números en la literatura”. Que esa es otra, una profe de lengua hablando de números. No sé, pero se nota mucho que son mayores, los profes digo, que no saben ni por dónde andan. Voy a ir a dar una vuelta para airearme que entre las cuentas y esto que acabo de escribir eché lo menos media hora y de tanta concentración ya me está empezando a doler la cabeza. Chao.

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Más allá de la mentira - Dori Terán

                                        Pareja, Amor, Estrellas, Abrazo, Par

 

 Relato inspirado en frase de Memorias de Africa, Karen Blixen ( Isak Dinesen): Yo tenía una granja en Africa, al pie de las colinas de Ngong.(…) Durante el día te sentías a una gran altitud, cerca del sol, las primeras horas de la mañana y las tardes eran límpidas y sosegadas, y las noches frías.



MAS ALLA DE LA MENTIRA

Tengo una casa en Orbaneja al lado de la fantasía y la belleza. En los amaneceres junto al río, el sol se cuela disipando la niebla que asciende desde sus aguas atrevida y cierta. Y entonces, en esas horas de explosión de luz y brillo, observo desde mi balcón la presencia majestuosa de las montañas rocosas esculpidas en figuras sinuosas y firmes para que mi imaginación y la tuya jueguen a adivinar su mensaje. Tal vez nos cuentan historias pasadas desde el silencio de su lenguaje. Y los buitres que en ellas han anidado me obsequian con la maestría de su vuelo en un baile rítmico y osado. Si dios existe dios es allí. La brisa tenue y perfumada se basta y se sobra en la mañana para llenar suavemente el aire que respiro con el bravor sonoro de la cascada que bate el agua en blanca espuma, desafío a la pureza. Es mi paraíso el lugar de los sueños, el continente de la aventura y la libertad. Allí te conocí un instante apenas. Una noche cogidos de la mano contemplamos la bóveda celeste sin cielo, tan solo de estrellas. Y una luna picara y brillante nos hizo guiños pasajeros que se reflejaban en mis ojos prendidos en los tuyos. Prometiste volver de la llamada de la gran ciudad y me has mentido. Hoy te sostienen las luces de neón, torres y rascacielos, ruidos de motores, de ambulancias, sirenas de policías, aires resecos y sucios. Hoy huérfano del resplandor de la luna para vernos.

Yo sigo aquí, en el milagro del pueblo. Tan solo te añoro a ti y te guardo en el recuerdo. Camino dichosa y feliz agradeciendo la autenticidad de la vida más allá del asfalto, más allá de la mentira.

 

 

 

 

 

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Mundo de locos, mundo de lobos - Esperanza Tirado


 

 

                                         Submarino, Ahogo, Matriz, Agua



Ahogada por los números me hallo. No me salen las cuentas. De pesetas a euros, con sus correspondientes decimales. Un euro son 166,386 pesetas. Casi parece el número del Diablo, con tanto seis por ahí revoloteando. Y revoloteo, y subo, y redondeo otro poco, y tiro porque me toca. Y el café me cuesta un ojo de la cara. O casi los dos. Quédate ciega aunque yo me quede tuerta.

La vida es una m… pi, pi, pi…. No, el número pi, no. No es 3,1416 y lo que viene, que no sé qué vendrá. ¿Qué será será?

Pues más números sin sentido para un mundo de locos. Todo es gasto, todo es consumo, todo es economía, todo sube, todo es producir y volver a consumir. Nos consumimos. El hombre ha vuelto a convertirse en un lobo, o era un zorro astuto. Algunos hasta aparentan ser corderitos.

Y mientras todo sube. Menos los sueldos y las ganas de trabajar en esta rutina monetizada que nos devora.

Donde las letras han perdido la razón y la partida.

Porque a nadie le interesa juntar letras, si no son de cambio. Cambio dólares por euros, o euros por libras ¿Quién da más?

La poesía bien rimada llena de amor, verdad y nostalgias ha enmudecido. Y las historias contadas al amor de la lumbre se han ocultado en el arcón de donde se sacaba la varita de la imaginación. Los versos han volado a sus nidos, los protagonistas de los cuentos no quieren salir del bosque. Asustados por el ruidoso traqueteo de las máquinas, accionadas por lobos con forma humana, que cuentan moneda de curso legal.



 

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Clase de mates - Marian Muñoz


                                                 Escuela, Profesor, Matemáticas

 

El curso estaba siendo atípico y la confluencia de ciertos niños en una misma aula resultaba todo un reto. En la clase del viernes había explicado el número Pi, comenté por encima su utilidad y de donde surge, pero los niños andaban más pendientes del posible sonido de la campana que a mis explicaciones. Lo entendí perfectamente, en la última hora semanal siempre se encuentran más cansados, teniendo previsto retomar el tema el lunes a primera hora.

Dibujé en el encerado el signo matemático del número Pi preguntando a Raúl su significado.

-Mejor pregunte a Yang Hua porque no sé chino, contestó.

La clase entera rio y Yang Hua mirando fijamente el símbolo negaba con la cabeza. Aclaré que no era chino sino el número Pi.

-No puede ser, no es un número y si una letra, dijo Raúl.

- ¿De qué te suena 3,1416? Le pregunté.

- ¡Anda! ¿cómo sabe la combinación de la caja fuerte de mi padre?

La clase volvió a reír, dejé el tema por imposible y pasé a preguntar a Fermín.

- ¿Qué te recuerda el número 166,386?

-El número de pedos que mi hermano se tira y contabiliza por prescripción médica.

No pude aguantar un gesto serio y todos en clase reímos a carcajadas. Entre tanto alboroto me costó explicarles que 166,386 pesetas equivalen a un euro.

¡Qué difícil me lo están poniendo!



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Argimiro - Dori Terán

                                       Acordeón, Anciano, Hombre, Música

 

 

No se entiende el pueblo sin su presencia. Argimiro tiene la misma categoría que cualquiera de los monumentos que se visitan por artísticos y bellos. Alto y delgado es un decir pues más bien es escuálido, inquieto y muy movido. Es habitual cruzarse con su sombra o su figura a la carrera. El rostro ya envejecido esboza siempre una sonrisa continua esculpida en su rostro como mueca eterna de aceptación de su difícil vida. Su mirada saltarina se posa apenas un segundo en la tuya cuando te habla y te cuenta en una cascada de atropelladas palabras obras y milagros. Ya sus largos brazos han dejado de cargar con el acordeón que siempre le acompañaba en las fiestas del pueblo y en las estrelladas noches de agosto deleitando las reuniones nocturnas de los vecinos. Les faltan fuerzas. Pero aún te obsequia en su arte con una melodía si se lo pides casi suplicante. Y va a buscar el instrumento y se ilumina toda su persona con las notas que expande en su esfuerzo. El aire y la vida se llenan de belleza y sentimiento. Argimiro es música.




 

 

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