No me salen las cuentas - Marian Muñoz


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 Llegó el turno de Loli, nerviosa se puso en pie para dirigirse al grupo y leer su trabajado estudio sobre los impuestos. Atrás había quedado su fuga de casa para vivir con el Mariano, vecino de toda la vida que la trataba con mimo.

Al principio la escuela no se le daba mal, gustaba de leer y escribir letras sobre todo por enterarse al tener una revista delante. En cuanto empezaron los números fue otra cosa, que si ponerles un – o un + y ya ni te digo un % o ( ) no podía con aquello y se escapó para vivir su amor y olvidarse de estudiar. A su familia no le pareció bien pero donde había ocho bocas si faltaba una, tocaban a un poco más.

El Mariano tan sólo la llevaba un año, muchacho espabilado entró de aprendiz en un taller de reparación de vehículos, poco a poco ascendió a oficial y cuando sus vástagos fueron mayores consiguió el puesto de encargado.

En el momento que Loli ahorró lo suficiente para el vestido, se casaron, de blanco y por la iglesia como Dios manda y la habían criado, que ella no había conocido a otro hombre que no fuera el su Mariano y a pesar de las estrecheces continuaban queriéndose como siempre. El sueldo no daba para mucho, tenía voluntad en dosificarlo, pero tres chiquillos comen, visten y calzan además de gastar en medicinas, como si no hubiera un mañana. Llegar a fin de mes era toda una aventura, el último día el monedero sólo guardaba calderilla, la cual contaba y juntaba para tratar bien de usarla.

Insistieron mucho a sus niños que estudiaran y así poder prosperar en la vida, al menos llegarían a fin de mes con holgura, esa fijación ambos la tenían. Cuando los tres se independizaron aún les quedaba cuerda para rato, aprovecharon para aprender todo aquello que en juventud habían dejado de lado.

Loli se apuntó a la Asociación de Amas de Casa, la cuota eran sólo cinco euros al mes y en sus reuniones aprendía a cocinar, utilizar la lavadora y otros electrodomésticos con tino, además de manejar el móvil o llevarlas de excursión a ver museos, parajes naturales o charlas formativas de diversa índole.

Lo mejor eran las dos veces por semana meriendas culturales, pagadas por la propia asociación. En aquel trimestre se había apuntado a un taller de economía, su promotor un Inspector de hacienda aconsejaba sobre cuentas, impuestos y sistemas de ahorro, además de nociones básicas para sacar máximo provecho a la cartilla del banco. Al final del mismo debían hacer un trabajo que Loli estaba a punto de leer a sus compañeras del taller:

Me han resultado muy útiles las clases impartidas por el maestro inspector, he anotado cuidadosamente cada consejo, cada concepto y sobre todo formas de llevar las cuentas en casa, porque cuando llego a fin de mes siempre ando rebuscando en los bolsillos del abrigo, chaquetas o pantalones por ver si alguna moneda o maravilloso billete se ha quedado atrapado entre los pliegues. Algo me ha llamado mucho la atención, que además de desconocer, me ha hecho comprender el motivo de mi falta de pecunio en este mundo y son los impuestos, tasas y otras imposiciones de la administración, me vais a permitir que os relate cuales son:

Quizás el más famoso sea el IVA, hagas lo que hagas, lo pagas.

Luego tenemos IRPF ESTATAL e IRPF AUTONÓMICO un descuento añadido para tu esfuerzo retribuido.

Espera que aún hay más, si te fijas bien hay unos cuantos descuentos por Contingencias Comunes, Desempleo, Fondo de Garantía Salarial (FOGASA), Formación Profesional y el recién llegado MECANISMO DE EQUIDAD INTERGENERACIONAL (MEI).

Por descontado si te has atrevido a ser trabajador autónomo, el IMPUESTO DE ACTIVIDADES ECONÓMICAS es otro más.

Si gracias a tus horas de trabajo te enriqueces, te espera el IMPUESTO SOBRE EL PATRIMONIO o el de GRANDES FORTUNAS.

SUCESIONES (cuando se hereda) DONACIONES (cuando te dan), vamos que la administración te da por todas partes.

Si a pesar de todos esos estacazos has conseguido un techo en propiedad bajo el que cobijarte, tendrás que abonar el IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles), si por modesto que sea lo has comprado, TRANSMISIONES PATRIMONIALES habrás pagado, y espera que aún te falta nuestra la famosa PLUSVALÍA MUNICIPAL.

Ahora empieza la calderilla, ALCANTARILLADO, BASURA, CANON DE SANEAMIENTO, TASA DE VIVIENDAS VACÍAS, CERTIFICADO ENERGÉTICO, si no quieres alumbrarte con velas el IMPUESTO ELECTRICIDAD ese que el estado regala a unos tras cobrárselo a otros. Si además quieres poner bien bonito tu nidito de amor, apochina la LICENCIA DE OBRAS, sin olvidar al NOTARIO y al REGISTRADOR DE LA PROPIEDAD quienes también quieren cobrar.

En caso de motorizarte, pagarás VIÑETA, IMPUESTO DE MATRICULACIÓN, la ORA si quieres aparcar en ciertas zonas de la ciudad o la tasa para traspasar el BOLARDO si no es tu calle por donde conduces, espera que cada vez que pases por la gasolinera el de HIDROCARBUROS incluido también en la factura del gas. La ITV o el DISTINTIVO AMBIENTAL para que finalmente puedas circular.

INTERNET es una obligación impuesta por la Administración ESTATAL, AUTONÓMICA O LOCAL, hasta para acudir al médico o incluso pagar sus queridos impuestos, un despropósito porque con él sólo se lucran empresas tecnológicas (algún chanchullo habrá).

Bueno tampoco olvidemos al BANCO que nos obligan a tener una cuenta tanto para recibir nosotros como para recibir ellos y estos sí que se lucran bien de nuestros caudales.

Cuando te estas divirtiendo más impuestos sigue habiendo, BEBIDAS ALCOHOLICAS, TABACO, TASA TURÍSTICA, AEROPORTUARIA, BEBIDAS AZUCARADAS, BINGO, LOTERÍAS, COTO DE CAZA, y las famosas BOLSAS DE PLASTICO.

Algo tan imprescindible como el DNI, el PASAPORTE o el certificado de PENALES también te cobran tasa, sin olvidar tampoco que nuestra última morada serán nuestros herederos quienes paguen la TASA DEL CEMENTERIO O LA CREMACIÓN.

Posiblemente me haya olvidado de alguno, insinúan que son por nuestro bien, para hacer carreteras llenas de baches y socavones; Hospitales y Centros de Salud donde te dan largas cuando más enfermo estas; alumbrado, limpieza de calles, parkings disuasorios en el quinto pino, fiestas patronales y, sobre todo, que nuestros queridos y bien amados políticos estén rollizos y contentos con sus ¿bien? Ganados emolumentos. ¿Entendéis ahora porque no me salen las cuentas?




 

 

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Jaque - Esperanza Tirado

                                        ImagesList.com: Black Flowers, part 2

                                           

 

Pagaba al asesino por el trabajo realizado a lo largo del mes en curso. Después acudía a los cementerios y dejaba ramos de flores negras en las tumbas de los peones eliminados. 

Él era el rey del tablero. Todos debían rendirle pleitesía y jugar según sus reglas. Si no, ya conocían el castigo. 

Alguno, a pesar de todo, se atrevía a cruzarse en su camino, intentando llevarse la preciada corona para ganar la partida.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Un asunto de narices - Marian Muñoz

                                                Un libro: Relatos cómicos de Edgar Allan Poe


Desde que recuerdo tanto mi mellizo como yo hemos sido siempre destino de burla y chanza a causa de nuestra abultada napia. De niños si éramos parientes de Dumbo o Pinocho, después si de Cyrano de Bergerac o Luis de Góngora, todos se pitorreaban incluso delante de profesores quienes tampoco mostraban piedad. Al pasar a secundaria preferimos el horario nocturno por tener compañeros más maduros que callaran lo que pensaban, excepto cuando recomendaban dedicarme al canto para competir con Brabra Streisand. En la adolescencia y aflorar las hormonas a mi hermano le fue mejor al aparentar ser más viril por su narizota, siendo en los escarceos amorosos una baza importante para proporcionar placer, mientras que a mis pretendientes les resultaba tan difícil besarme que desistían de un acercamiento.

Mi desaliento desapareció cuando en literatura nos recomendaron leer los Relatos Cómicos de Edgar Allan Poe, no sé si fue una indirecta, pero su lectura subió un peldaño mi autoestima al conocer a Robert Jones. “El primer acto de su vida fue agarrarse la nariz con ambas manos, su madre feliz considerando que era un genio y su padre le regaló un tratado de nasología”. A los 18 su padre, de una patada, le echó de casa, para seguir su nariz, cosa que hizo, tras publicar un panfleto y hacerse famoso en Fum-Fudge le invitaban a todas las fiestas, “la Duquesa de Dios-Me-Bendiga, el Marqués de Esto-y-lo-Otro, el Conde de Esto-y-Aquello, además de Su Alteza Real de Mírame-y-no-me Toques”. Tan alta era su fama que publicó un tratado de Nasología siendo envidiado por todos menos por Bluddenuff, a quien en un duelo le arrancó la nariz de un disparo. Al visitar a sus amigos le insultaron echándole de su lado, a la vista de aquello fue a ver a su padre quien le advirtió que él “tenía una nariz considerable, pero Bluddenuff ya no, él había sido condenado y el otro se convirtió en el héroe de la jornada, porque la grandeza de un león se mide en el tamaño de su probóscide, pero ¿cómo se puede competir con un león que no la tiene en absoluto?” Aquello me hizo darme cuenta que lo importante no es lo que aflora sino lo que uno posee en su interior.


 

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Lágrimas negras - Esperanza Tirado

                                          rosa roja en la tumba - tumba fotografías e imágenes de stock

 



Cuánto me echaba de menos, cuánto me había querido, que solo había estado en aquellos países lejanos, cuánto se arrepentía de no haber vuelto aquel año a casa por Navidad. Pero todo se le había complicado tanto… 

Sus amargas lágrimas mojaban el terreno bajo el que yo reposaba, tiñendo de negro lo que quedaba de mi mortaja.

 

 

 

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Cuentos - Esperanza Tirado

                                          ilustraciones, imágenes clip art, dibujos animados e iconos de stock de los tres pequeño cerdos 6 :  lobo y viento - cuento de los tres cerditos

 

 


Se apresuraron con el martillo y los clavos. Los ladrillos estaban guardados en sacos en el maletero de la furgoneta. Y diseñaron la otra casa con los palés de madera del antiguo granero. Pero como las noticias vuelan entre las ramas de los árboles, el lobo se les adelantó. Y los tres lloraron, viendo cómo la casita de paja se deshacía en el aire.

 

 

 

 

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Las horas más negras - Esperanza Tirado

                                         El misterio de la tumba de Edgar Allan Poe | Más allá de la muerte

 

 

 

 

Despierta, hecho una maraña de nervios, en su mugrienta buhardilla. Las sienes le palpitan con un dolor lento y torturante. Apenas puede entrever nada, en un amanecer fantasmal en el que aún no hay luz en la calle.

No recuerda nada de lo vivido en las horas previas. ¿Quizá esté soñando dentro de una de sus recurrentes alucinaciones?

Su memoria está salpicada por brochazos negros, tan negros como sus pensamientos. Como su alma.

Como la taberna del puerto en la que entró y bebió para no recordar lo que nunca olvidará. Algún marinero, con menos copas encima, debió llevarle hasta su mal llamado hogar y dejarle tumbado en su cama, cubriéndole con su raída capa militar.

A pesar de los efectos del alcohol, y posiblemente del láudano, el tenso dolor de su corazón le dice que algo, aparte de su salud, no está bien.

Y una pequeña, pero a la vez hermosa, luz brilla y se apaga en su mente: Su madre, que ya no está. Al menos no en este mundo. Las nauseas se apoderan de él, convulsionando su cuerpo en una postura deforme.

Días atrás leyó su nombre en la lista de fallecidos semanales de algún periódico. Y después en la lápida del cementerio, en el panteón de la familia.

Allí lo llevaron sus pasos y allí se quedó, bajo la lluvia. Llamándola a gritos. Ya no volvería a llamarla ‘Madre’ nunca más.

Maldijo a su padre por haber tardado tanto en comunicarle la fatídica noticia.

Maldito cuervo negro que no avisó a tiempo. Nunca más llamará ‘Padre’ a ese hombre, un ser sin corazón y sin escrúpulos para él. Aunque sí para otros hijos suyos.

Con Ella murieron también todas las mujeres que alguna vez le amaron y que él amó en su vida.

Tal vez podría volver a contemplar su maternal faz, retener ese rostro sereno en su memoria. Despedirse…

La idea sobrevolaba su mente, desequilibrada por los restos del láudano que agitaban su maltrecho cuerpo.

Abrir la tumba, sacar el ataúd, abrazarla por última vez…

Ya puede ver algo, el débil sol del invierno asoma con un tono amarillento, casi enfermizo, por el sucio ventanuco.

Se mira las manos, intentando reconocerse en su propio cuerpo.

Están sucias. Las uñas rotas, las manos cubiertas de sangre seca y restos de vómito La capa embarrada y destrozada. Su pelo negro, alborotado y húmedo, se pega a su rostro.

Ya recuerda, entre brumas, retazos de esas horas negras.

Aúlla, presa del dolor, solo en su buhardilla, por su madre muerta. Su último grito por Ella.

En un periódico local de Baltimore, al día siguiente aparecerá la noticia del fallecimiento del escritor atormentado. De la muerte inesperada de su madre. De las diferencias extremas entre padre e hijo. Del hijo que abrió su tumba para dedicarle un último adiós a su madre.

Del delirio de su último suspiro que le llevó con Ella.








 

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