“Navidad,
Navidad, dulce Navidad”… ¡puag! Qué asco, estoy deseando que se
pasen estas puñeteras fiestas, las reuniones familiares tan cínicas,
los niños gritando, los besos babosos de mi tia-abuela. Soy un
amargado, lo sé, pero desde que mi colega se cogió un viaje a Cuba
estoy que me subo por las paredes de envidia: “Me voy de playa,
tio” me dijo, en pleno diciembre. Y yo aquí, haciendo el paripé
familiar, sabiendo que el siete de enero tengo que hacer la maleta,
dejar mi vivienda habitual para regresar con mis padres.
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