En este blog encontrarás los relatos escritos por los participantes del taller de escritura "Entre Lecturas y Café", así como la información de las actividades del club de lectura del mismo nombre.
Melodía inacabada - Dori Terán
Cada vez que visitaba la casa de la abuela disfrutaba del viejo desván con todos sus sentidos. Era la primera vez que se acercaba tras la partida de la yaya a ese lugar de “nunca jamás “ o tal vez de “ algún día nos encontraremos “. En su memoria por siempre y para siempre vivía un sentimiento de admiración por aquella mujer. Una vida difícil con obstáculos de todo tipo desencadenados en su mayor parte por la vivencia de una guerra civil en el país. Hermanos contra hermanos, muertes que fueron cobardes asesinatos y venganzas de amarillas envidias personales. Así perdió al amor de sus días. El abuelo salió una mañana de mayo a buscar comida y nunca regresó. Y ahí brotó el coraje de ella. Mamá y sus dos hermanos crecieron y florecieron en la vida gracias a todas las aventuras y desventuras que la abuela se ingenió para sobrevivir. Luego llegó la paz y ella expandió esa serenidad agradecida por la ausencia del dolor injusto y brutal que propagan las guerras. Tras muchos años de bonanza en los que la familia fue aumentando, la unión, el apoyo y el compartir fueron fuente de felicidad. La enfermedad hizo un día acto de presencia en el cuerpo físico de la abuela. Aún no era muy mayor y su belleza un tanto marchita desprendía luz de armonía. La encaró con la misma valentía de la que había hecho gala en toda su existencia. El tratamiento con la quimioterapia había sido lo más duro. Aida había tenido el honor de ser su primera nieta y en sus escapadas al desván respiraba el espíritu de la abuela. Aquella tarde sus ojos se posaron en la peluca morena que descansaba sobre el maniquí. Se la probó y mirándose al espejo sonrió al alma que se asomaba a su mirada. Sus dedos tropezaron sin darse cuenta con un almirez dorado colocado sobre una mesa. Una ráfaga de visiones inundó su consciencia, la yaya machacando y machacando especias para el guiso y con la peluca puesta. Embelesada tomó el mazo del cuenco y machacó, machacó con ritmo componiendo una hermosa melodía cuyas notas volando en el aire llegaron al cielo y depositaron mil besos.
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