X
Todo
el pueblo
desfiló ante sus pies, aunque no los tuviera. No tenía ojos pero
acechaba en cada rincón. Y aunque nadie fue invitado a su mesa,
todos recibieron un trozo de pastel envenenado; que nadie se olió,
porque aquello se llevó su olfato, sus energías y hasta su
libertad.
Y
cayeron, unos por incautos, otros por ser demasiado estúpidos; los
malvados tampoco se libraron, e hicieron caer a los que no eran ni
malos ni estúpidos ni incautos.
De
los pocos escarmentados supervivientes, algunos señalaron con una
gran X la zona que para cada cual fue peligrosa. Ninguno de ellos
volvió a ser el mismo después de aquella extraña temporada, que
enmascaró sonrisas y miedos por un tiempo indefinido.
Demasiadas
incógnitas sin despejar. Nadie lo ha visto jamás, pero aseguran que
sigue entre nosotros.
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