Mientras teletrabajo observo a mis vecinos disfrutando de su enésima barbacoa en la piscina comunitaria. Clausurada para baños por los administradores esta temporada, algunos decidieron cooperar para que la temporada estival no se desaprovechase.
Advierto
curiosas alianzas y estrategias entre determinados varones solteros a
la hora de escoger chuletones a los que hincar el diente. Las
solteras están interesadas en otros tipos de carne y observan cada
movimiento desde sus cómodas tumbonas. Es una manera de fortalecer
lazos vecinales, supongo.
Vuelvo
a mis códigos y a mis casos. Demandas absurdas por medio ladrillo de
más o de menos en un patio comunal, muy parecido a este. Hasta mi
terraza llega el olorcillo, los brindis, los abrazos, las voces van
elevándose...
Salgo
otro rato a la barandilla, saturado de quejas escritas. Alguien está
estornudando. Hay otro que tose, por solidaridad, quizás... Ninguno
lleva mascarilla. De pronto me huele a chamusquina.
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