Se santiguó tres veces, dio cuatro vueltas al patio, rezó cinco avemarías, saltó seis escalones, dio siete gritos que nadie, ni siquiera el eco, respondió y a los ocho minutos un trueno le fulminó en mitad del patio en el que seguía esperando el milagro. Nueve transeúntes que paseaban por los alrededores dijeron haber escuchado un grito, como un eco, que sonaba algo así como a ‘Goooool’. En ese momento no había ningún partido de fútbol disputándose en el mundo.
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