Me
besó apasionada y sin permiso,
nos
quemaba la ropa ya en el coche,
hicimos
el amor toda la noche,
y
me mudé a su vida y a su piso.
Me
decía: “detesto el compromiso,
déjame
que te quiera y desabroche”,
sexo,
pasión, ojeras y derroche,
su
cama fue mi Edén, mi Paraíso.
Le
compré, de diamantes, una alianza
y
le pedí que fuera mi mujer….
Su
carta me pilló desprevenido:
“Te
dejo un mes pagado de fianza,
este
piso, es un piso de alquiler,
ya
es hora de volver con mi marido”
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