La duda del mendigo - Gloria Losada



Era un mendigo singular. Por las mañanas se sentaba en la escalinata que daba al convento de las Carmelitas y colocaba un pequeño cubo de plástico justo delante de él para que los transeúntes que pasaban por allí le echaran algunas monedas. Después sacaba del bolsillo de su raído abrigo unas castañuelas y se ponía a cantar por soleares, muy bajito, para no molestar, decía él. Cuando reunía suficiente dinero entraba en el supermercado de la esquina y compraba un poco de pan y unas latas o algo de embutido. Después volvía a su escalinata, desplegaba un descolorido mantel de cuadros rojo que colocaba sobre sus rodillas y degustaba sus manjares. Educación no le faltaba desde luego. Un día se dio cuenta de que a un caballero muy elegante se le había caído un sobre del bolsillo. Lo recogió y vio que dentro había dinero, mucho dinero. Miró al frente y vio que el hombre se alejaba cada vez más, y que al ir doblar una esquina un coche que venía demasiado veloz lo atropellaba y lo dejaba en el sitio. Si alguna duda había tenido se le disipó enseguida, metió el sobre en el bolsillo de su ajado abrigo y recogió sus cosas. Nunca más volvió a la escalinata del convento





Licencia de Creative Commons

Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.

No hay comentarios:

Publicar un comentario