¿Por qué no te gustan las flores? - Pilar Murillo

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El detective Martínez estaba en jaque por un asesino en serie apodado “el floral”. Doce victimas en un año, todas ellas mujeres, empleadas de floristerías o las dueñas. Aparecían en lugares diversos y con una flor distinta en la boca. La última chica fue encontrada en un pesebre, sin ropa, artísticamente colocada y en su boca hallaron una bonita flor. Se ha investigado a clientes, a proveedores de toda la ciudad y de las ciudades limítrofes sin encontrar ninguna pista.

A quinientos metros de donde se halló el último cadáver, se encuentra agazapada una figura humana, echada sobre lo alto de una colina desde donde observa la investigación con prismáticos y escribe un wassap a Martínez desde un móvil desechable; “¿Por qué no te gustó la orquídea?, ¿por qué no te gustan mis flores?” “¡Esa era una buena pista!” – Pensó el detective. Hacía un año que todos los 9 de cada mes recibía un ramo de flores, nunca se repetían, pero siempre sin tarjeta y las tiraba directamente a la basura. Estaba claro que se trataba de alguna mujer despechada. El policía se puso contento porque con aquél dato creía que se cerraban hipótesis.

La figura siniestra se aleja del lugar, pero no era una mujer, sino un hombre muy femenino.


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