Había una vez un niño que
vivía en un pueblecito costero de Galicia, su padre trabajaba como
médico y su madre estaba estudiando la carrera para ser profesora,
no era hijo único pues tenía un hermano mayor. Cada uno tenía su
grupo de amigos y como era un pueblecito pequeño todos se conocían
y no había peligro ni riesgo que pasara algo, así los niños
podrían disfrutar de las playas y de sus amigos. Pero como todo lo
bueno tiene un principio y un fin por razones laborales se tuvieron
que despedir de todos sus amigos e irse a otra ciudad en la provincia
de Asturias. Ese pobre niño había perdido todo cuanto le hacía
feliz sus amigos, sus compañeros de clase. Pronto empezaría su
nueva vida pues se estaba acabando el verano y tendría que empezar
en un nuevo colegio con nueva gente. A su hermano no lo tenía tan
complicado como al pequeño pues tenía grandes dotes para el don de
gente y además era mucho más ligón que él. El pequeño que tenía
buen corazón, pero no gozaba de esos dones sufrió mucho los
primeros años hasta que poco a poco se fue haciendo un hueco en su
nuevo colegio. Pero no era feliz porque los niños de aquella ciudad
eran muy diferentes a los niños de su pueblo y cuando había recreo
y todos jugaban el pequeño se quedaba llorando en la clase porque
ningún niño quería jugar con él. Nadie sabe lo que puede sufrir
un niño en aquellas circunstancias ni tampoco nos podemos imaginar
la mella que provoca y las secuelas que le pueden quedar a lo largo
de su vida.
El niño iba creciendo y a
medida que crecía también lo hacia su imaginación, pues en su
pequeña cabeza se creaba un mundo diferente. Cuando los padres se
marchaban de viaje y se quedaba solo en casa se metía en su cuarto
favorito (que en realidad era un baño estropeado) lo decoraba con
imágenes de sus superhéroes favoritos y se disfrazaba. Era feliz en
su pequeño mundo imaginario había creado un personaje poderoso y
era el jefe de todos los superhéroes de la tierra, solamente con una
capa y palo de escoba y una camisa vieja se convertían de repente en
un traje que le hacía invencible. Nadie sabía lo que hacía aquel
niño, pero él era feliz en su mundo imaginario.
Se hizo más mayor y todo
parecía normal su afición por disfrazarse desapareció y empezó a
interesarse por otras cosas como los deportes conoció gente nueva y
empezó a viajar era feliz en un mundo real hasta incluso se creó
una meta que poco a poco empezó a conseguir y tenía un puesto
importante en un equipo de baloncesto además era apreciado por los
compañeros y por los padres de los jugadores, consiguió grandes
cosas con el equipo y disfrut hasta que por un infortunio de la vida
tuvo que dejarlo o más bien la gente empezó a cambiar y a dejarlo
de lado hasta que al final decidieron reemplazarlo, duro golpe para
el muchacho el segundo si contamos con el de su infancia, pero no se
rindió busco cabida en otros ámbitos otros intereses y descubrió
la fe, el joven infeliz había encontrado un grupo de gente que
celebraba una ceremonia con cánticos y que la gente le quería y le
trataban como uno más, pero las apariencias engañan y descubre que
ese no es tan bueno como parece y todo lo que esconden no era bueno,
el joven muchacho que tenía buen corazón se confió, hasta que se
llevó su tercer palo. Esto para una persona fuerte posiblemente lo
vea como un aprendizaje o un bache de la vida, pero para este chaval
fue algo más; un obstáculo mas que su cabeza no supo afrontar. Y es
ahí cuando sin darse cuenta coge su cohete o su nave espacial y
vuelve a la luna.
El Joven Astur galaico ya es
un veinteañero tirando para los treinta y después de haber
estudiado los suficiente decide que es hora de trabajar primero
empieza hacer las practicas de lo que había estudiado en una oficina
ayudando a su madre que no había encontrado trabajo de profesora y
la habían contratado como encargada de contratación el hijo había
estudiado administrativo y lo había sacado con esfuerzo y para
ayudar a su madre había decidió hacer las practicas con ella, al
acabar las practicas le había contratado y empezó a ganarse su
propio sueldo, dentro de la parroquia donde había encontrado la fe
le ofrecieron enseñar a los niños, parecía que todo por fin en la
vida se le iba solucionando aunque su cabeza seguía en la luna y sin
darse cuenta había descubierto una manera de ser feliz aunque
errónea, creándose una vida que no era la suya, con la novia duro
casi cuatro año pero ella le había estado engañando durante un año
con su exnovio. El no lo pudo soportarlo y lloro, pero nadie le había
hecho caso y eso aumento su enfermedad pues su cabeza no quería
aceptar la perdida de su amada. Entonces decide que si no es con ella
con ninguna más y que el único que le puede acoger es su Dios y se
crea una segunda meta, quiere dejar su trabajo sus afición de
enseñar a los niños y meterse en el seminario para ser sacerdote
pero otra meta que fue truncada por la dureza de la vida, le habían
dicho que no, su cabeza no aguanta más en su subconsciente crea un
mecanismo de autodefensa y si ser concierte de las cosas hace que
se crea que aquel personaje que su cabeza había formado exista de
verdad.
Ya era mayor y no era un
simple administrativo que encima le habían cambiado para otro lugar,
su madre ya no estaba junto a el y los palos de los compañeros le
hacían mella, fue acusado de muchas cosas injustas y calumniado de
otras peores. Su mundo imaginario crecía día a día y su cabeza era
una maquina de inventar mientras él dormía y cuando se levantaba
veía a otra persona. Un hombre con carrera universitaria, que
trabajaba con niños en una academia y tenia despacho, tenia
prestigio y era importante. Todo lo contrario, a lo que en la
realidad se sentía. Nadie se daba cuenta de lo sucedido pues se
sentía tan insignificante que pasaba desapercibido para todos. Hasta
que un fatídico día el hermano se da cuenta de la situación decide
llamarlo y contarle todo lo sucedido el queda aturdido no lo podía
creer, estuvo llorando durante tres días, pero tenía un espíritu
fuerte y agarrándose a su creencia decide ir al médico y contarle
todo lo ocurrido. En el trabajo había sido muy machacado sin apoyo
ninguno en su parroquia había sido despreciado, en su familia no le
hacían caso y sus amigos lo habían tachado de loco y lunático, se
había quedado solo pero el había decido luchar con todas sus
fuerzas. El médico le había diagnosticado depresión mayor y
ansiedad y le había dado volante urgente para psiquiatría, el
especialista le había dado un año de baja y así fue pasando los
años luchando por todas las secuelas de su vida.
Ahora el veinteañero ya
cumplió los 37 y seguramente siga su mente en la luna igual porque
no soporta la dura realidad de no conseguir sus metas, o quizás
tiene miedo a que le hagan mas daño nadie sabe los motivos o por lo
que puede pasar un ser humano para estar en la luna, pero lo que si
sabemos que el estado en la luna ese hombrecillo es feliz.
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