Eras
una costa tan pequeñita la primera vez que te vi… una bolita de
pelo, como un peluche. Eso sí que fue amor a primera vista, mi
malagueño saleroso. Cuantas cosas hemos pasado juntos. Has sido
testigo de muchas alegrías y muchas tristezas. De ésa época tú,
mi perrín has sido lo mejor que me ha pasado. El tiempo no se detiene
y nos hacemos mayores y nos van apareciendo cosas que nos restan
vida. Mi Woody, tu nombre, heredado del famoso director de cine
porque naciste el 1 de agosto de 2008, fecha en la que en Avilés se
estrenaba una obra de teatro del afamado escritor y director
americano.
Desde
lo más hondo de mi alma te digo que quiero a las personas pero nunca
he sentido que me hayan dado tanto amor como el que tú me das. Sé
que el momento de que te vayas está más próximo de lo que me
gustaría pero haré todo lo que esté en mis manos para que estés
un añito más.
Una
vez estuviste nueve meses separado de mi, la más dura de mis decisiones
y menos mal que estabas bien cuidado y en familia y te pude
recuperar. Porque darte en adopción por culpa de personas que no
tienen sentimientos es lo peor que hubiera hecho. Al final te
quedaste ese tiempo con mi prima y gracias a eso volviste a mí. Has
lamido mis heridas del alma, ¡¿cómo no te voy a querer?! El día
que te vayas, se irá un gran trozo de mi corazón, como dice la
canción... “cuando un amigo se va, algo se muere en el alma”. Aún
estás conmigo y sé que sonará a egoísmo, pero si puede ser sin
dolor… Aguanta un poquito más, mi amor.
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