Hiperrealismo divergente - Marian Muñoz

                                            artista femenina trabaja en pintura al óleo abstracta, pincel en movimiento enérgicamente crea obra maestra moderna. dark creative studio donde large canvas se encuentra en easel illuminated. primer plano de ángulo bajo - galeria de arte fotografías e imágenes de stock

 

 

 

Mientras esperaba que apareciera la maleta en la cinta transportadora del aeropuerto consulté el móvil pudiendo ver una llamada perdida de número desconocido. No le di importancia, seguramente alguien se habría equivocado. Al salir al exterior del recinto para coger un taxi sonó el teléfono, el mismo número desconocido volvía a llamar, respondí y mejor no haberlo hecho porque un agente de la policía judicial quería hablar conmigo sobre la aparición de un cuadro.

Volvía cansada después de haber pasado cinco días peritando obras de arte en un palacete de Lugano, siempre recelo cuando alguien del extranjero decide asegurar sus bienes en nuestra empresa, me induce a creer que piensan que nos pueden engañar fácilmente, sea como fuere, mi labor es tasar correctamente los bienes asegurados, sobre todo arte, y el informe que iba a confeccionar tras mi visita iba a dar mucho que hablar en la empresa.

A pesar del cansancio acumulado y las ganas de redactar el informe para tomarme unos días de descanso no fue disculpa para el policía que insistió en verme esa misma tarde, mejor en su oficina donde debía prestar declaración sobre el hallazgo de un cuadro. Me presenté puntual como es mi costumbre, tras saludos y presentaciones me enseñó una fotografía, “del cuadro” que tuvo mucho que ver en que ejerciera mi actual trabajo. Mi rostro denotó cierto desasosiego que pretendí disimular preguntando donde lo habían encontrado y cuál era el motivo de la investigación. Haberlo hallado en la caja fuerte de una antigua galería de arte, supuestamente abandonado, inducía a sospechar que había sido robado o sustraído y por tanto escondido en dicha ubicación. Recurrían a mí como directora de la galería en sus inicios, puesto que los posteriores encargados nunca lo habían visto ni eran conocedores de su existencia.

Al no entender porque no pedían explicaciones a su propietario, la respuesta me entristeció, debido a un accidente de coche llevaba en coma tres meses y su mujer al necesitar liquidez había vendido la galería de arte. Los nuevos propietarios al hacer reformas se toparon con una caja fuerte bien escondida y en su interior apareció un único cuadro, suponiendo que el mismo sería de gran valor avisaron a la Policía Judicial por delitos contra el patrimonio.

Viendo que no tenía escapatoria y que las sospechas podían ser de carácter doloso, me avine a contar todo lo que sabía no sin antes pedir que todas las personas involucradas en la investigación estuvieran presentes en mi declaración porque no quería que posteriormente mis palabras fuesen trastocadas o tomadas por un sentido distinto al dado por mí.

Era el mes de diciembre, antes de las fiestas navideñas cuando vi en el periódico la oferta de trabajo en una galería de arte, tenía experiencia de veranos anteriores en que había estado de prácticas en una. Sólo me faltaban por sacar dos asignaturas de la carrera que seguramente haría en enero, así que mandé mi curriculum y me presenté a la entrevista. No mentí en ningún momento y para cuando me llamaron en marzo ya estaba en posesión del título que me permitía ejercer el cargo de directora. Raúl Armengol era por aquel entonces un personaje en el mundillo del arte, su trabajo en el museo y las frecuentes exposiciones que organizaba le daban cierta notoriedad. Era un apasionado y decidió abrir una galería para dar opción a tantos artistas sin mecenas que tenían dificultad para exponer sus obras. El local era bastante amplio, pero como inicio sólo utilizamos un tercio del mismo hasta ver si lográbamos el éxito soñado. La galería de arte Armengol tomó impulso e hizo de trampolín a muchos desconocidos, el equipo lo formábamos tan sólo cuatro personas, Raúl, mi ayudante Fernando Helguera amigo y compañero de carrera, Araceli Santos la limpiadora, una buena profesional que empleaba productos respetuosos con las obras de arte utilizando sistemas inocuos de aireación, y yo.

Durante dos años de éxito aguantamos con aquel espacio reducido, pero hubo un momento en que fue conveniente ampliar y adaptamos toda la planta baja y la entreplanta para exponer con mayor amplitud y lucir mejor las obras que exponíamos. En la época de la reforma Raúl y yo nos relacionábamos tanto y al ver que nos compenetrábamos en el proyecto iniciamos una relación sentimental que duró cinco años. Durante ese tiempo la galería siguió cosechando éxitos, un ochenta por ciento de las obras expuestas se vendían, la idea era que las familias de clase media tuvieran en su hogar una obra de arte original, por ello los precios debían ser asequibles, esa era una de las premisas. En aquel tiempo solíamos hacer una vez al año una exposición gratuita de artistas noveles, durante dos o tres semanas exponíamos una única obra de autores desconocidos al gran público, a los visitantes se les facilitaba una hoja donde exponían cual era su obra favorita y cuál era el precio que pretendían pagar por ella, siempre que no fuera por debajo de cien euros. Durante dos días llegaban las obras perfectamente embaladas para que nadie pudiera verlas antes de su muestra. Debían estar sin firmar y detrás de las mismas o en un lateral un sobre cerrado con los datos de su autor y un número de teléfono para contactar, a la venta pasaría el artista para firmarlo delante del comprador. Aquel año tuvimos treinta y cinco cuadros y dos estatuas, todo un éxito.

Mientras Fernando embalaba y repartía las obras de la última exposición, fui abriendo y registrando en la base de datos una por una las recién llegadas. Cuando descubrí la última, justo la que acaban de encontrar, no tenía sobre ni ninguna referencia de su autoría. Pensando que quizás al abrir el embalaje podía haber caído o volado rebusqué por todas partes y no encontré nada, aún así la registré como anónimo y le di un número igual que a todas. En ese instante llegó Raúl que fue primero a echar un ojo a las que ya estaban colgadas y al acercarse le mostré el cuadro comentándole que venía sin datos de su autor. Al verla se quedó fijamente mirándola y poco a poco fue poniéndose cada vez más pálido, era como si hubiera visto un fantasma, lo posé sobre el mostrador y me acerqué a él porque temía se fuera a desmayar. Enseguida recuperó el color y cogiendo el cuadro se lo llevó diciendo que él iba a encontrar a su dueño.

Estuvimos durante dos días preparando la exposición y en uno de los descansos me mostró en el móvil como había colgado una foto del cuadro en la que se veía exclusivamente un tercio de la parte superior y gratificaba a quien pudiera darle información sobre su autoría, la recompensa eran doscientos cincuenta euros. El revuelo mediático fue colosal, circulaba por todas las redes sociales y también por la televisión debido a la gran repercusión de la noticia. Por aquellos días si bien seguíamos saliendo juntos él demostraba un gran nerviosismo, continuamente le llegaban al móvil mensajes de personas que decían ser los autores y al ser preguntados por el resto de la imagen desconocían como era. Empecé a sospechar que estaba obsesionado por el tema, para mí no tenía mayor relevancia, ni siquiera era digno de atención, pero algo especial debía poseer para Raúl. El cuadro no se colgó en la galería, la exposición tuvo éxito como siempre todas las obras se vendieron y nadie preguntó por el dichoso cuadro.

Estábamos preparando ya la siguiente exposición cuando llegó Raúl con “el cuadro”, no había logrado contactar con su autor y decidió que lo mejor era dejarlo en la caja fuerte que habíamos instalado para guardar por las noches artículos valiosos que tuviéramos expuestos. Parecía que la obsesión se había apaciguado así que le pregunté el motivo por el que era tan importante para él y me contó una historia.

De niño había vivido una situación muy triste, su padre trabajaba en una plataforma petrolífera en el mar del norte estando bastante ausente de su vida. Un buen día su madre le anuncia que había muerto y ya no volvería a verlo. No hubo funeral ni entierro, pero ella se volvió una persona triste y taciturna, tenía ocho años y dos semanas antes de terminar el colegio marcharon al pueblo a casa de un tío. Ninguno de los adultos le hacía mucho caso y los chavales del lugar aún estaban en clase, por lo que pasaba las mañanas sólo y dando vueltas por el lugar mirándolo todo y observando. Tenía prohibido ir más allá de la torre del reloj, pero un día sin darse cuenta continuó camino llegando a una tapia blanca muy alta y larga.

Parecía que su paseo se cortaba allí y no comprendía el porqué de la restricción, hasta que se percató de un hombre pintando delante del muro, su cuerpo parecía cansado y su rostro estaba tapado por un gran foulard al cuello y un sombrero de paja con ala ancha, delante tenía un caballete en el que con pinceladas representaba un mar visto desde un acantilado. El hombre miraba al muro antes de cada pincelada, aquel gesto le intrigó porque la pared era blanca y no se veía nada a través de ella. Al preguntarle respondió que el muro no le impedía ver lo que había detrás.

No le dio más importancia y cuando las clases terminaron comenzó a divertirse con otros niños, cuanto mejor se lo pasaba peor se encontraba su madre. Un día regresó para ver el muro con sus nuevos amigos, y en el mismo lugar seguía el artista, todos observaron con detenimiento su obra, siendo Raúl el único en alabarla, suponiendo que ese fue el motivo para que al día siguiente encontrara el cuadro a la puerta de casa. Eufórico lo cogió, era muy bonito, colocándolo delante de la chimenea del salón pero al verlo su madre se puso histérica y con un cuchillo empezó a rasgarlo destruyéndolo. Se enfadó mucho y a partir de ese día no volvió a hablar con ella, la rehuía, continuando así hasta que apareció nuevamente el cuadro años más tarde. Era el mismo cuadro, idéntico, este que están viendo, le hizo una foto y acercándose a casa de su madre preguntó por el significado del mismo.

Se llevó una sorpresa al explicarle que su padre no había fallecido, sino que era su autor y su desaparición se debió a un grave accidente en la plataforma, había quedado horriblemente desfigurado, escondiéndose en el mismo pueblo donde se habían conocido, el de su tío donde ella veraneaba de joven. Dándose cuenta que aquel pintor era su padre se volvió loco buscándolo, ofreció una recompensa e incluso acudió a un detective privado por ver si podía localizarlo, cosa que hizo, pero por desgracia esta vez sí estaba muerto, el envío fue su última voluntad realizada por su médico. Pasó noche tras noche sin pegar ojo, digamos que empezó a perder el norte y nuestra relación se deterioró tanto que lo dejamos.

Pude comprobar por los periódicos que se había recuperado y continuó con la galería y sus negocios, supongo que comprendió que su padre si bien le quería intentó ahorrarle un desagradable trauma, no obstante, le había dejado un legado inquietante.

Su progenitor no sólo era buen pintor, sino que había perfeccionado una técnica increíblemente desconcertante. Están viendo el cuadro en esta postura y todos los elementos del mismo tienen sentido, la playa, las olas, los niños jugando, el cielo, pero si lo ponen cabeza abajo, siguen observando el mismo paisaje y a los mismos personajes, como si no lo hubiéramos movido. En todos mis años de profesión no he conocido a ningún artista que alcanzara dicha técnica llamada Hiperrealismo Divergente.




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Pasados y presentes - Esperanza Tirado

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Su padre es un tal José Luis, me cuenta en mi despacho del registro una anciana venerable, vestida de negro. Quiero ayudar a encontrar e identificar a cuantos más desaparecidos mejor. Pero con ese dato es como buscar una aguja en un pajar gigantesco. Le pregunto si recuerda el nombre de la calle, cuántos hermanos eran… Pero nada. Su padre se llama José Luis, el Pepillo le dicen, es hombre del campo y su madre es la María, la sastra. Y de ahí no salimos, estancados en un pasado eterno que para ella sigue presente.

 

 

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Cerrando el círculo - Marga Pérez

 

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Cuando la vio sintió lo que hacía años pensaba que ya no podría sentir. Fue amor a primera vista. No se lo creía. Pensar que ya se iba de la ciudad… No quería vivir allí. No lo querían. Lo tenía claro. Lo echaban de todos los sitios sin contemplaciones. La calle era su casa y no encontraba a nadie que lo entendiese, que se parase un segundo, que le hablase. Pero aquí sí. Cruzó la calle sin mirar si venía algún coche. Su instinto le apuntaba que a aquellas horas podía hacerlo sin peligro. La rotonda era inmensa y ante él un bosque de frondosos árboles le daba la bienvenida. Recorrió con detenimiento el espacio y escogió con entusiasmo el lugar de su vivienda. Justo en el centro. ¡Era ideal! Una isla desierta. Aislada del trasiego humano, del ruido , de la indiferencia... Allí no molestaba a nadie. La vegetación lo protegería de la mirada de los curiosos… Supo dónde encontrar cartones para pasar esa primera noche y arrullado por el dulce siseo de las hojas y la brisa durmió a pierna suelta. Durmió como hacía mucho que no dormía.

El primer día lo pasó tumbado bajo el árbol que lo cobijara. Se sentía de vacaciones, en el pueblo de su infancia. La tranquilidad, el olor a campo, el silencio, la paz, lo trasladaron a otra época más feliz. No se sentía en una ciudad. Nadie pasaba ante el mirando para otro lado… era el paraíso. Estaba en casa.

Cuando anocheció salió del refugio para recorrer los contenedores de la zona. Solía ver cosas interesantes que no cogía porque no tenía a dónde llevarlas . Ahora era distinto, tenía una casa que acondicionar.

Cuando encontró un televisor supo que las noches de expedición habían terminado. Dio por terminada la búsqueda. Aquel aparato era la guinda del pastel. Sobre unas cajas de fruta embellecía el espacio y le daba un toque de hogar, de normalidad. Cada día se sentaba frente a la tele y no apartaba la vista de la pantalla, no veía nada, no había dónde enchufarla pero no le importaba, ejercía sobre él el mismo poder de atracción que si estuviera encendida… Y así pasaba los días. Los gorriones con su chip, chip, revoloteaban sin que el pudiese desviar su mirada del aparato, sólo el olor dulzón a tabaco de pipa hizo que girase la cabeza y lo viese. Era su padre. Estaba sentado a su lado y veía la tele mientras fumaba. Él lo acompañó encendiendo la suya. Siempre habían compartido esta costumbre. Les gustaba hacerlo juntos. No hablaban. Sólo miraban la tele y fumaban su pipa.

El olor del tabaco debió de atraer a una serpiente que, sigilosa, se introdujo entre ambos. Ya estaba sentada a su lado cuando él se dio cuenta. Qué guapa es, pensaba, mientras la miraba embobado sin poder decir nada. Tan joven como en aquella foto que siempre le acompaña… Ya no había tele, sólo ella. ¡Qué bien huele! … Se acercó, la acarició con dulzura, le dio un beso de buenas noches y se metió en la cama. Mañana es día de colegio, hay que madrugar… Las sábanas huelen a limpio y a tabaco de pipa. No le importa. Es agradable tener cerca a los suyos .

El frío le despierta y ve sobre los árboles, amenazantes, densas nubes negras a punto de soltar el agua que las inflama. La negrura está sobre su cabeza, el silencio lo llena todo, sólo el latido del bosque resuena en su interior. Sabe que debe irse y no se resiste. Sin mirar atrás, abandona su casa. Muy a lo lejos va quedando el ruido de la ciudad, tan ajena, como siempre, al sigilo del misterio.

 

 

 

 

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Hakuna Matata - Marian Muñoz

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Cerca de casa hay un pequeño bosque por el que suelo pasear. El ayuntamiento acondicionó varios caminos y puentes para bordear o cruzar el pequeño río Raíces, ya que según la época suele estar escaso de agua o pletórico de caudal por el que navegan patos a sus anchas. Si bien voy sola en cuanto piso la calle siempre hay alguna vecina que, llevando la misma intención que yo, me acompaña en la caminata, siendo más entretenido si vas de cháchara con alguien, aunque sea una conversación insustancial.

A Edu no le gusta, dice que es muy aburrido y no me acompaña, pero lo he tomado como una costumbre y sin mi caminata diaria no podría dormir. Suelo ir por las mañanas porque no hay ninguna farola en todo el recorrido, supongo que para preservar lo genuino del bosque, pero anteayer me lié cocinando y salí de tarde tras una pequeña siesta. Aún se veía el sol en el firmamento y extrañamente no encontré compañía en el circuito. No me importó porque estoy capacitada para entretenerme yo solita, bueno cualquiera lo estaría si conviviera con Edu.

El paseo discurrió como siempre hasta que llegué a la zona más frondosa del bosque, la luz malamente se colaba entre las copas de los árboles, pero la gravilla me indicaba por donde seguir. Iba distraída observando mi entorno cuando noto un bulto delante de mí. Al acercarme veo asustada que se trata de un Pumba y dos Pumbitos, el susto me paralizó, no sabía qué hacer, recordaba haber leído que en caso de tropezar con uno era mejor no hacer movimientos bruscos para que no se asustaran y atacaran, así que intenté hacerme lo más invisible posible y que se marcharan.

No lo hacían, había algo en el suelo que les atraía y lo comían, pensé en retroceder poco a poco, pero la salida estaba muy cerca y si retrocedía era retrasar más mi huida, sin pensarlo mucho cogí el móvil entre las dos manos y alzándolo al cielo grité “Nant ingoyaaaaaa ma bagithi baba” igual que había visto hacer en el musical del Rey León al que hacía poco había acudido con mis nietos.

Cuando volví a mirarles me observaban, ahora eran cinco adultos Pumba y unos seis Pumbitos, ¡qué agobio! Si corría iba a ser mucho peor a pesar de entrever detrás de ellos las luces encendidas de las farolas de la calle. Respiré profundamente sopesando cómo resolver el asunto ¡cómo no se me había ocurrido antes! si es que soy un genio.

Hakuna matata, vive y deja vivir

Hakuna matata, vive y sé feliz

Ningún problema debe hacerte sufrir

Lo más fácil es saber decir

Hakuna matata

Recordé que había sido Pumba quien lo cantaba en el musical, y como por arte de magia, los animales se movieron alejándose del camino e internándose en el bosque permitiéndome continuar sin problema, aunque muerta de miedo.

Desde ese día en mi cabeza suena continuamente la canción y desconozco el motivo, pero me siento mucho mejor, así que os lo recomiendo: “Hakuna matata”.


 

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Morir antes de morir - Esperanza Tirado

                                        Búscame en el ciclo de la vida: 2709. Aquí no llora nadie

 


Los siguientes serían los niños. Al partir, un mar de lágrimas inundó a sus madres en los muelles del puerto. Muchas desaparecieron, ahogadas en el momento en que los barcos zarparon hacia puertos más seguros, lejos de las bombas. Las madres supervivientes, que lograron flotar entre las lágrimas, dejaron de vivir, esperando noticias de un hijo enviado lejos. a salvo de una bomba que quizá hiciese explotar sus corazones.

 



 

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Salir por pies - Esperanza Tirado

                                                   Sucio, Viejo, Zapatillas, Pies, Pie

 

 

Al nuevo inquilino de la puerta de enfrente le encuentro algo sospechoso. O seré yo y mi manía de examinar hasta el mínimo detalle los zapatos de todo con el que me cruzo. Hace dos meses que vive aquí y aún no se ha cambiado el calzado. Lleva unas zapatillas de corredor, de color fosforito, la mar de llamativas. Me gustan. A él, desde luego, también. Lo que no le gusta tanto son las notas de desahucio que salen de su buzón y aparecen como confeti en el descansillo entre los felpudos. Será por eso que no se las quita.

 

 

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¡Maldito vaso! - Marian Muñoz

                                      Vidrio roto taza 001 - Foto de stock de Roto libre de derechos

 

No lo vi, le juro que no lo vi, pero por favor deme algo fuerte porque me duele muchísimo y no me aguanto – le dije mientras veía en su boca una mini sonrisa perversa que translucía una falta total de empatía.

Daba igual que fuesen las cinco de la madrugada, sólo quería que aquel dolor parase y meterme en la cama. Parecía un sueño, un terrible y mal sueño sin sospechar aún de los problemas que acarrearía aquel accidentado tropezón.

Me levanté como hago muchas veces a beber un poco de agua, pero al entrar en la cocina mi pie pisó algo tan doloroso que caí y me desmayé porque cuando conseguí abrir los ojos estaba empapado en un líquido mal oliente que parecía ser mi orina, sí me había meado encima cuando lo único que ansiaba era un poco de agua.

A pesar del intenso dolor pude vislumbrar gracias a la luz de las farolas que debajo de la mesa de la cocina había cristales, seguramente un vaso roto, y me los había clavado en la planta del pie causándome el desmayo. No entendía lo que ese vaso hacía en el suelo, no recordaba que se me hubiera caído y tampoco haberlo dejado encima de la mesa, pero era evidente que mi pie descalzo lo había pisado.

Como pude y a pata coja conseguí llegar al dormitorio, me cambié de ropa, cogí móvil y cartera después de llamar a un taxi para llevarme a urgencias. Casualmente mi hermana Cristina en su última visita se había dejado las muletas en mi paragüero. Al taxista no le hizo mucha gracia la herida de mi pie porque aún sangraba, pero no podía taparlo ya que corría el riesgo de clavar aún más los cristales en la carne, suponiendo un mayor grado de dolor que superaría con creces mi umbral del mismo. Lo sentía por él, como así se lo dije, procuré no manchar nada más que la alfombrilla para que fuese fácil la limpieza y con un gesto de alivio para ambos, me dejó en la puerta del hospital.

Los celadores andaban un poco adormilados porque a pesar de verme con muletas, no teniendo idea de cómo manejarlas, ni siquiera buscaron una silla de ruedas para aliviar mi incapacidad momentánea. El médico tampoco estaba muy espabilado porque no hacía más que mirar de izquierda a derecha mi pie sin hacer nada. Claro que luego comprobé que estaba en prácticas y no debía más que mirar hasta la llegada del titular, un tipo estirado y repeinado que con aire indulgente comenzó a preguntarme lo que había pasado.

No usó anestesia para mí ni para el pie por lo que al intenso dolor de sacarme los cristales volví a desmayarme, menos mal que había vaciado ya la vejiga. El despertar no fue mejor que en casa porque el dolor seguía siendo insufrible, por más que le pedía algún calmante o sedante o lo que fuera, me daba igual, así no podía continuar porque me volvería loco. Insistí, insistí e insistí, por fin me inyectó un calmante que me dejó tan mareado que no podía sostenerme en pie y tuve que pasar la noche en un box, rodeado de pitidos, quejidos de otros pacientes y doliéndome todo el cuerpo menos el pie, ¡menos mal!, por la dureza de la camilla.

Unas horas más tarde consiguieron que una ambulancia me llevara a casa, como pude llamé a Paco el vecino de abajo que es fisioterapeuta y gracias a él conseguí hacerme las curas y recuperar unas semanas después la movilidad completa del pie. No conseguí saber qué pintaba el vaso roto debajo de la mesa porque no tengo ni perro ni gato, y tampoco comparto la vivienda con nadie, por dicha razón me quedé preocupado por si soy sonámbulo y nunca me había percatado.

Por si acaso he cambiado los vasos por unos de plástico hasta que arregle mi desorden nocturno, si es que lo tengo.







 

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La rueda gira pero el hámster está muerto - Marga Pérez

                                    10 manicuras de uñas para Navidad - Hogarmania 

 

 

No sabía para qué me llamaban. Estaba nerviosa, lo reconozco. Presentarme en las oficinas de Hacienda me inquieta siempre. Igual son cosas mías pero percibo a menudo que desconfían de mí. Que intuyen que les oculto algo, y no van desencaminados. Soy reacia a pagar todo lo que me piden. No entiendo que tengamos que ser siempre los mismos los que mantengamos el sistema mientras que los poderosos se evaden, se esconden en paraísos fiscales y pagan a abogados que conocen todas las triquiñuelas para salir indemnes… Bueno, podéis entender como estaba cuando salió mi número. Me senté frente a una pantalla de ordenador que ocultaba el rostro de la funcionaria que me iba a atender. Supe que era mujer por sus manos. Tecleaba a la vez que emitía un lacónico “Enseguida le atiendo”. No me importó. Aquellas manos eran un imán para mis ojos. No podía dejar de mirarlas. Tenía unas uñas perfectas, como si acabara de hacer la manicura, todas iguales de tamaño, igualmente redondeadas, iguales de brillo aunque cada una de un color. Me maravillaron los pulgares dorados con brillantina al mejor estilo navideño. Los índices brillaban en azul. Una fina raya blanca las dividía dejando una parte lisa y la otra con minúsculos lunares blancos. Los corazones se dividían entre el dorado brilli brilli y el verde con decoración roja imitando el acebo florido. Los anulares combinaban los mismos colores pero al revés, primero el verde acebo y luego el llamativo dorado. Y los meñiques combinaban el azul con pintitas doradas y el dorado liso… Una auténtica obra de arte. La verdad es que me tranquilizó. Una funcionaria con aquellas manos no podía ser una amenaza. Denotaba una personalidad rebelde, sensible, al margen de convencionalismos, sin miedo a saltarse las normas… Cuando salió de detrás de la pantalla supe que me había equivocado. ¡Ya no saben qué hacer para pillarnos desprevenidos!

 

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Intercambios - Esperanza Tirado

                                          Libros

 

 

Libro, antiguo inquilino en estantería decorativa, busca nuevos lectores. Ofrece lectura muy amena y argumento medianamente original. Si no gustara se devolvería el dinero. También se propone como ejemplar de bookcrossing. Cruzar el charco siempre ha estado en su índice de materias por explorar.

Lector interesado en conocer otros especímenes lectores fuera de su entorno laboral y familiar. Aficionado a la historia y a la novela negra. Con posibilidad de ampliar variedad de géneros a compartir.

Escritor en crisis, aquejado con el síndrome del impostor, solicita opinión de antiguos lectores que validen sus obras previas. Su musa le ha abandonado llevándose consigo la promesa de una nueva historia.

Relato largo con argumento aún por desarrollar y con ínfulas de novela, se postula para aterrizar en una cabeza pensante con ideas claras y visión de futuro comercial.

Vendedor de mercadillo oferta libros descatalogados y de viejo. Precio a convenir con los compradores. Esperando se conviertan en lectores propensos a la caza de antiguos y nuevos libros.

 

 

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Cantamancha - Marian Muñoz

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De donde no hay no se puede sacar” siempre me lo decían y era la mejor definición posible de Merchina. Comparto habitación con ella en el geriátrico, bueno lo de compartir es muy generoso porque hay sentimientos que desconoce.

De niña fue rebelde, de joven peleona y de adulta una contestaria, en su vejez es un duende provocador que enfada al personal trabajador y a todos los residentes porque no atiende a razones.

Siempre ha hecho lo contrario de lo que le decían o debía, llegó hasta 1º de la ESO porque de tanto repetir cursos en mitad de ese cumplió los 16 y se largó. Un problemón en casa, aunque lo puso fácil al escaparse y desaparecer durante 10 años. A su regreso la familia había conseguido olvidarla y ser felices sin la preocupación de cuál sería el último quebradero de cabeza que causara, así que al no ser bienvenida se quedó más tiempo del deseado por sus padres.

La pillaron varias veces durmiendo en el cajero de un banco siendo fichada por la policía y la guardia civil. Por un hurto un juez la envió a la cárcel intentando mantenerla en una celda, pero su comportamiento era tan contrario a una convivencia pacífica que decidieron internarla en un psiquiátrico, craso error porque salió tal cual entró, pero dejó tras de sí un reguero de bajas por depresión o ansiedad, no era persona grata de tratar y volvía loco a quien se la cruzaba.

Sin embargo, he de reconocer que algo hizo bien, se quedó embarazada siete veces y al término de sus siete embarazos fue a parir a un hospital cediendo en adopción a sus siete hijos de los que nunca quiso saber nada porque ni tenía tiempo de ser madre ni quería que vivieran con una persona tan contradictoria como ella. En su mejor época conseguía trabajos esporádicos que no conseguía mantener porque las normas de horarios, actividad o respeto no iban con ella, era lo que hoy en día llamamos una antisistema, iba en contra de todo lo establecido, pero no por una razón, porque no razonaba, sino porque en su interior no soportaba lo que otros dictasen o decidiesen, fuera lo que fuese.

Un frío invierno de nieves acabó con sus huesos (porque en eso se había convertido) en el hospital, donde tras recuperarse quedó bastante tocada su energía y aceptó ser ingresada en una residencia de ancianos, llegando un buen día hasta la otra cama de mi habitación. A pesar de sus años y su flojera física su personalidad no había mermado ni un ápice, creciendo en la oscuridad de la noche al abrigo del silencio, paseaba por el recinto manchando todo con los polvos de talco, otro día con las cremas o aceites corporales, derramando sal o azúcar. Si pillaba mercromina o betadine era cuando más disfrutaba. Las empleadas escondían todos los productos posibles de esparcir, entonces se dedicaba a cambiar las sillas o sillones de sitio, escondía escobas, recogedores, en una palabra, lo ponía todo patas arriba y por más que pusieron vigilancia nocturna o sensores de presencia no fueron capaces de pillarla.

Todos sabíamos quién era, porque si bien compartía habitación, debido a mis pastillas para dormir no me daba cuenta de nada. Para colmo por el día no paraba de cantar, lo hacía tan mal que todos la rehuían y procuraban estar lo más lejos posible, más de una vez intentaron que no lo hiciera, pero siempre siempre hacía lo contrario de lo que le decían, por esa razón le puse el mote de Cantamancha, no podía chivarme ya que soy la única persona a la que respeta y desconozco el motivo, como no quiero que cambie porque la temo, pues chitón, como me dijo en una ocasión “calladita estas más guapa”.


 

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Truco hueco - Esperanza Tirado

                                            Martillo y clavos  - Foto de stock de Martillo - Herramienta de mano libre de derechos

 

 

Se apresuraron con el martillo y los clavos, corrieron hacia la pared indicada y allí fueron clavando uno por uno todos los clavos hasta que no quedó hueco en la pared. Llegó el turno del segundo equipo. Cuando sacaron el último clavo, la pared se derrumbó, aprisionando a algunos del primer equipo. Ambas estrategias tenían muchos huecos, dictaminó el jurado. El premio del reality a la mejor construcción de decorados quedó desierto.

 

 

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Terapias - Esperanza Tirado

                                            Habitación, Cortina, Moisés, Bebé, Cuna

 

 

Me está encantando clavarle agujas a este muñeco. Es tan real que pareciera mi hermano, dormidito en su cuna. Mis padres piensan que tengo celos de él. Por eso me han traído a la consulta de esta señora. Es médico, dicen. Pero no lleva bata blanca ni te receta pastillas. Cuando vuelvo a casa, me acerco a la cuna, mi hermano duerme tranquilo. Mis padres parecen contentos. Y yo me voy a mi cama con la mente en blanco.


 

 

 

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Es una lata - Esperanza Tirado

                                           Vela, Mano, Luz De Las Velas, Llama

 

 


Nada más cerrar el libro cayó en su regazo una diminuta bota. A continuación otra, y después un personaje diminuto de raza mixta, dueño del calzado.

-‘¿No quieres saber más de nosotros?’ -preguntó, entre triste e intrigado.

-‘Claro que sí. Me encantaría conocer mejor vuestro mundo’ –respondió ella seria –Pero en el mío tengo responsabilidades, horarios que cumplir, un trabajo…’

No pudo seguir. Un tirón fuerte oprimió su pecho para a continuación experimentar una sensación de armonía y bienestar que la hicieron sonreir.

Mañana no tendría que madrugar.

 

 

 

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El día que nací - Marga Pérez

                                                 Orujo - Alchetron, The Free Social Encyclopedia

 

Y siguiendo sus costumbres, que nunca fueron un lujo, bebamos en su memoria una copina de orujo… ¡chin, chin! Genarín, Genarín, otro año… Y otra vez mi cumple… el día que nací, y a él lo atropellaron, era viernes santo… sesenta años tuvieron que pasar para que volviese a coincidir con mi cumpleaños… No te rías ¿eh? Hace na era como tu… sí, sí, como tú… ¿Sabes? Fue un día importante, sí señor, un dios murió y nací yo ¡ja, ja,ja! Memorable para mi, sí, también para mamá y papá y, no sé si por el mismo motivo… ¡Chaval! Lo mío de cajón, si no viviese no podría celebrarlo… ¡ja, ja, ja! Cuántos años alrededor de una mesa, con tarta, velas… una más cada año ¡claro!... ¿Por qué porras te cuento esto?... Es igual, te tocó, mañana ninguno de los dos nos vamos a acordar… aguanta, chaval, es importante, historia viva…¡ja, ja, ja! Igual ya te lo conté … apagaba las velas, cantábamos el cumpleaños feliz a voz en grito y ahí, justo ahí, empezaba mamá… justo ahí, sí, ¡cómo jodía! Empezaba con la última cena… antes del parto ¡coño! No era tan mayor… ¡ja, ja, ja! Brindemos por eso… Pues contaba cómo fuera aquella cena, cómo rompiera aguas, cómo se le repetía la morcilla… A quién se le ocurre cenar morcilla estando a punto… Y papá que no llegaba y cómo gritaba y se retorcía, y cómo llamaba a la vecina y mojaba el rellano frente a aquella puerta que tardaba en abrirse y cómo le dolía y… cómo dolía aquello… Yo apretaba las piernas oyéndola con aquel dolor que tan bien escenificaba… me atravesaba como si fuera mío. En uno de esos relatos fue cuando decidí no tener hijos… lo entiendes ¿verdad?... bueno, me importa un carajo, no quise hijos y punto… ¡Viva Genarín! Esto sí es una celebración… brindando por los cuarenta años, que no son moco de pavo… con mi cumple no aguantaron tanto, total, pa oir dolores de parto y morcilla que se repite entre gritos y reproches… Sí, porque papá no apareció aquella noche, ni al día siguiente… andaba de peregrino… ¡ja,ja, ja! Por el Húmedo ¿por dónde crees que estaba?... Pues sí, aquí, en el entierro de Genarín. De algún sitio tenía que venirme a mí esta tradición, y eso que se prohibió ese mismo año… sí, cuando yo nací fue la última… El gobernador civil ¿Quién iba a ser? ¡Hijos de su madre! ¡Franquismo de mierda!... hasta el 78 que volvimos… Fue cuando yo estaba con Jose, sí, el del bar… Cuarenta años… No me lo creo… ¿recuerdas tu primera borrachera?... yo si… ¡qué va! Fue con mis viejos y montón de familia, en el pueblo… Fue de vino tinto… vino va, vino viene ¡ja, ja, ja!... Tinto pero que muy tinto… sí, en la fiesta grande… ¡Menuda comilona!... Doce años… sí, sí, que síííí, que tenía doce años. Papá me cogió en brazos, no pude levantarme de la mesa y me acostó en una cama que olía a cuadra y a humedad… Es curioso, lo huelo cuando bebo tinto… no me había dado cuenta… ¡Ja, ja, ja! ¡qué bueno! Olor motivado por el sabor… ¡Viva Genarín! ¡Viva!...  Debería grabarlo, mañana no me voy a acordar… ¡bah! ¡Qué más da!... ¿y si mojo en coñac y azúcar volveré al chupo de bebé? Debía ser muy llorona… estarían cansados… Yo no sé qué haría con cuatro críos tan seguidos, y tres, niños, brutos brutísimos… todo el día peleando… Mamá se quejaba mucho pero… ¿coñac con azúcar en el chupo?... ¿Te queda algo? Esto no da más de sí, un trago y a repostar… Genarín, Genarín, hiciste que papá me conociese al día siguiente de nacer y no en muy buen estado pero, al saber que era una niña se alegró tanto… mamá lo perdonó enseguida… ¿Sabes? No me encuentro bien… no sé qué tengo… Me hicieron unos análisis… será la pila ¡Ja, ja, ja! La pila de años que tengo ¡ja, ja, ja! Chiste viejo… lo contaba papá… ¡Brindemos! En mi cumple ya no estará con la copa de anís…siempre me despertaba así, con una copa de anís… ¡Buenos días cumpleañera!... En cuanto salí a celebrarlo por mi cuenta se acabó… ¡Claro, no estaba para copa de anís… ni pa na! Tiene gracia, ahora, después de tantos años sin él y lo echo de menos… ¡Dios lo tenga en su gloria! ¡Viva Genarín!...  Sabes que el médico me preguntó si bebía y, sin esperar a que contestase, va y me dice, bueno, lo normal ¿no? ¡ja, ja, ja! ¿qué le iba a decir? Pues eso, lo normal… Fue todo normal, no hice nada diferente al resto… al menos no de mi familia ¿O no? Aunque tuve más suerte que mis hermanos… A la mujer de Paco no hay quien la aguante, se llevan fatal… bueno, los hijos tampoco lo aguantan a él, es imposible hablar sin acabar discutiendo… Yo ya ni me molesto, ni razona, ni escucha ni nada de nada ¡Que se jodan!... Pablo perdido sabe dios por dónde, navegando… más raro que un piojo verde y de Jorge ni hablemos, ya lo conoces, no cuaja con nadie, un juerguista, sí, como papá, con la diferencia que él, a pesar de todo, sacó una familia adelante… No me puedo quejar, Sebas es legal, siempre está ahí y eso que sabe lo que hay, yo también lo sé… no es un santo ¿sabes? y tampoco lo quiero ¡Qué aburrimiento!... ¿Y si el médico me dice que tengo algo?... ¡Qué me va a decir!... No voy a dejar de beber, mira lo que te digo, prefiero morir a tener que verlo todo color gris… A mí me gusta el rosa, sí, y las rosas, las risas, las fiestas… ¡Ja, ja, ja! ¡Viva Genarín! ¡Viva!... ¿Mañana me despiertas con una copa de anís? Es mi cumple… ¿sabes,chavalín? Viernes santo otra vez… Sesenta años sin coincidir, Genarín, chavalín ¡Ja, ja, ja! Viva la madre que te parió… hay que repostar, ya no hay gasolina… Ve tú, te espero… que sí, que de aquí no me muevo… Ya estás tardando ¿vale chaval?

 

 

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¿Dónde estás? - Esperanza Tirado

                                          Los sueños de Ambrosio: Terry un perro vagabundo


Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos ladro a todo lo que se me cruza. No puedo evitarlo. Mi dueño me dejó allí, en esa encrucijada en la que quedan restos del coche en el que íbamos aquel día. A nadie le ha importado que el coche siga ahí, hecho un amasijo de hierros oxidados. Y a mí ni me miran; al contrario, me evitan, cada vez más flaco y rodeado de moscas y pulgas. Y quiero preguntar dónde está. Pero no me sale, porque solo ladro y les asusto aún más.

Le echo de menos, tengo frío y hambre, me pica todo y quiero que volvamos a casa.


 

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La verdad - Esperanza Tirado

                                           ¿Conoces el mito de la caja de pandora? – Ya te enteraste



 

Abrió con su propia llave la caja de Pandora esperando encontrar la carta de la verdad. Cuando esta se enteró gritó maldades a los cuatro puntos cardinales.

'Perdón', le susurró, arrepentido y mirando al suelo, como un niño pillado en falta.

'Ya es tarde', respondió ella. 'La verdad no siempre es agradable para quien la encuentra. Y, en ocasiones, la retuerce en su beneficio'.

Antes de terminar la frase, una tormenta de malas ideas cayó sobre sus cabezas, torturando sus pensamientos. Pandora logró retener una esquina de esperanza.


 

 

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Jugada maestra - Esperanza Tirado

                                               La Anciana Está Pasando Tiempo Con Su Linda Nieta Foto de archivo ...

 


Entonces seré yo quien necesite un amigo imaginario también, contestó mi nieta con toda la razón de sus siete años.

Yo, su abuela, toda la vida hecha, cerca de los ochenta, aún no me hacía la idea de que mi compañera de habitación de la residencia se había ido para siempre. A veces me sorprendía preguntando qué había de comer o si le apetecía jugar al mus. Mi hijo me pilló en alguna de esas, con gesto preocupado. Y yo le guiñaba el ojo a mi pequeña, y ella me sacaba la lengua hacia un lado. La jugada nos salía siempre bien.

 

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La vecina - Esperanza Tirado

                                        Wisconsin Lawyer: Retaliation: New Developments in State and Federal ...

 


Me está encantando clavarle agujas a este muñeco de trapo que encontré en el trastero. Es igual que tú, un pelele, sin forma, que ni siente ni padece. Que si los niños iban al fútbol o a matar gamusinos, ni te enterabas. Que si nos subían la hipoteca, pues lo mismo te daba. Cuando la vecina nueva vino a presentarse, sonriente y con una botellita de Albariño como detalle, sí que te pusiste en forma. Y si te he visto, no me acuerdo. Qué bien me quedo después de un rato pinchando y gritando todo lo que se me quedó dentro.

 

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Sin ritmo de Rap, sin sentido - Marga Pérez

                                          Un Corazón Roto, Bosquejo, Dibujo

 



Basta un leve parpadeo para ver que lo vuelvo a hacer. Que rompo lo que toco, que vuelvo a padecer antes de un simple lo siento. Que todo lo que sueño siempre es más perfecto en mi … Si yo te contara... ¡qué absurdo es estar vivo! sin el alma de tu cuerpo, sin tu latido, sin tu chasquido... Me cuesta tanto pedir, salir de mi... antes de llorar sabes que prefiero reir, y así me va, yo que esperaba todo de ti... ¿y qué te di? Nada, te oí decir…y rompes la baraja, y me dejas así, tirada, y éso que sabes que prefiero reir, y aunque esté quebrada canto lo de la embajada, lo del tren de madrugada, lo del laberinto sin luz ni vino tinto, lo del velo de alquitrán en la mirada… sin ti canto y lloro, recorro la casa vacía y lloro, miro tus fotografías y lloro... No lo entiendo, sabes que antes de llorar prefiero reir , y no puedo parar.

Sé que fallé demasiado que se acabó mi tiempo. Si supiera lo que quiero… pero es que este mundo no lo entiendo. Y¿ dicen que el amor es un milagro que puede con todo?… Si yo te contara... Sé que no voy a cambiar nunca, que no voy a cambiar nada, ni todo, lo sé, que sólo estoy viva cuando tu me llamas…Ojalá sólo fuese el deseo quien se fuese…¿ tras el viento ? ¿tras tus canas?¿Y si pasa algo que de pronto a mi me borra ?… ¿Qué harás ?... Desconfío de lo que siento. Desconfío de quien me quiere... No sé si volverás...¿y si pregunto? ¿y si es jamás ?… El teléfono arde pero nadie llama... Se rompieron los sueños. Se acabaron los te quiero…pero es que de verdad lo siento, y te quiero¡ tanto! que hasta huele a ti mi perro, y lo siento, pero, he fallado, demasiado, se acabó, ¿no hay tiempo… no hay vuelta atrás?. Dices que no sé vivir, que en mi ser no existe placer, que no sé querer, que ser perfecta es un defecto en si, y que ser mujer un motivo para hacérselo ver... y volví a hacerlo, y eso que creí que ya nunca más… Soy así, si... soy así , y es lo que te ofrecí … lo además, lo que siento yo por ti...¡Qué desazón! Pero gracias, por haber venido, por quererme un ratito, por alegrar mi corazón herido, gracias tío… ¿Y si llamas? … ¡vaya! Lo vuelvo a hacer … ¿basta con un leve parpadeo? ¡No hay remedio!

… … ...


Relato inspirado en Brock Ansiolítiko. Joaquín Sabina. Luis Eduardo Aute. Pablo Milanés y Silvio Rodriguez

 

 

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Te quiero sin rumbo - Esperanza Tirado

                                         Encrucijada, Naturalza, Intersección


Entre el tanatorio y la oficina de objetos perdidos me dijiste 'Te quiero', por primera vez. Y fuimos tan felices que ese tiempo parecía que iba a durar para siempre. Pero una tarde, al volver del trabajo entré en casa, y tú ya no estabas. Ni tú ni aquel 'te quiero', ni los otros que después me dijiste. Tampoco estaban tu ropa, tus libros, tus discos… A veces paseo sin rumbo y me encuentro de nuevo en aquella encrucijada, esperando sentir de nuevo el eco de aquel primer 'Te quiero', que ya estará muerto o almacenado en alguna polvorienta estantería.



 

 

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Tic Tac - Marga Pérez

                                                



¡Es cierto! Siempre fui despistada, tremendamente despistada. En casa decían que estaba en mi mundo, absorta, embelesada, fuera de la realidad . Si me conociesen mejor quizá sabrían que decidiera, sin saberlo, prescindir de ese mundo que me era hostil, que me impusieron al echarme fuera del vientre de mi madre, y en el que tenía cero interés. Así que nada de abstracciones ni ensoñaciones infantiles y menos de pájaros revoloteando por mi cabeza. Despistada, éso si, pero despistes como el de tropezar con mi padre en la calle, disculparme y seguir caminando sin darme cuenta que era mi padre, si, éso si, lo normal. Pero lo que pasó hoy no fue ni medio normal. Me levanté como todos los días y fui a hacer la compra, también, como todos los días, al supermercado que tengo en la manzana al lado de casa. De camino veo a un matrimonio que aunque nunca hablé con ellos, conozco de esa manera en que nos conocemos los que convivimos en el mismo barrio. Sé que tienen una hija, muchas veces los vi juntos saliendo de misa o en una terraza al sol, por cierto, y dicho sea de paso, que tiene un marido guapo a rabiar. Siempre me llamó la atención que una mujer con un encanto tan equino atrajese a un hombre así, pero seguro que lo entendería si los conociese, seguro, no suele fallar eso de que las apariencias engañan. Bueno, a lo que iba, coincidimos a diario comprando o paseando por el parque… pues hoy veo al matrimonio, solo, sin la hija, pero no como todos los días. Ayer eran unas personas de mediana edad tan dinámicas, activas, plantadas, que podría describirlos como joviales. Hoy eran dos personas decrépitas, encorvadas, reducidas, arrastrando los pies... viejas. No podía dejar de mirarles ¿qué les ha pasado? De ayer a hoy, no lo entiendo. Al llegar al supermercado más de lo mismo. Siempre hay personal nuevo pero, a las habituales, hoy, alguien les habían puesto unos cuantos años encima. Las dependientas siempre tuvieron aspecto joven, fresco, acicalado, hoy no. Hoy, hasta las vi con arrugas y a algunas con canas, sin tinte que disimulase la edad. La cajera por la que siempre paso la compra, además de mayor, estaba fondona ¡mira que era curiosa esta chica! llevaba siempre el uniforme marcando silueta que daba gusto verla tan pizpireta ella, además de bien peinada y maquillada. ¿Cómo pudo coger tantos quilos, y años, de ayer a hoy?. Empecé a sentir miedo. Algo terrible estaba sucediendo y nadie era consciente de ello. Todos seguían haciendo lo mismo que el día anterior . ¿Habría algo en algún alimento?… ¿en el agua?... El cambio climático… ¿un nuevo virus?... Aguantando la respiración saqué la mascarilla del bolso, me la puse y aliviada exhalé el aire que ya me estaba acogotando. Aunque la bolsa de la compra pesaba lo suyo, metí la directa y en un sin vivir llegué a casa dispuesta a confinarme . Lo primero fue poner la tele a ver qué decían del tema. Nada. Ni la uno ni ninguna otra cadena decían qué era lo que pasaba. No podía creer que fuese yo la única del planeta que se diese cuenta de aquel horror… ¿igual era sólo local y las autoridades nacionales no tenían noticia…? Llamé a Loli, no la quería asustar pero si sabía algo me lo diría sin que le preguntase ¡buena es ella! Llamar, ella no me llamaría, pero callar algo así llamándola yo, ¡imposible!... Casi una hora al teléfono, la verdad es que hacía años que no hablábamos, y van a pasar otros tantos antes de que lo vuelva a hacer… siempre igual, que si no quiero saber nada de la familia, que si no cojo el teléfono, que si… si no fuera por ésto ¡iba a llamarla yo!... Bueno, que no tenía ni idea, no porque le preguntase yo sino porque no me lo contó ella, y éso que temas de edad y vejez saqué cada poco, pero nada, no soltó prenda y eso sólo significa que no lo sabe, no tengo la menor duda. Pasé el día entretenida con mis libros sin dejar de pensar en lo que podía estar sucediendo fuera, y así se hizo de noche. Entré en el baño a cepillar los dientes antes de ir al dormitorio y, sin darme cuenta, me vi en el espejo y me paré a observar. Creo que nunca lo hice con el detenimiento de hoy, ¡alucinante! también yo era víctima de ese terrible mal. Alguien esta mañana me había contagiado, ayer era joven, estoy convencida de ello, no hacía falta que me mirase, sé cómo me sentía. Incluso esta mañana en el super me sentía igual. Tuvo que ser a lo largo del día… ¿hasta que me vi en el espejo? … Allí lloré viendo los años en mi rostro, la árida flacidez de mis mejillas, las manchas, las arrugas, los ojos cansados , los surcos en las comisuras de la boca, la frente plisada, los dientes, el cuello, ¡oh! el pelo… no quise seguir observando a la vieja en la que me había convertido, así, de un día para otro y me acosté con la esperanza de que al día siguiente todo volviese a la normalidad y ésto sólo fuese un mal sueño. ¡Miedo me da a que amanezca…!

 

 

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La mejor edad - Esperanza Tirado

                                               Resultado de imagen de perra en edad de procrear

 

Al nuevo inquilino de la puerta de enfrente le tengo echado el ojo. Y le echaría algo más y me lo llevaría a casa, a un rinconcito bien mullido. Pero me temo que mis posibilidades son escasas. Mis dueños no me desatan de esta perra correa, valga la redundancia, porque temen que algo le pase a su cachorrita linda. Serán idiotas. Sé que soy pequeña y también conozco mis posibilidades. Estoy en mi mejor edad. Pero me da que este par de dos alelados, que tengo por dueños, no saben multiplicar por siete.



 

 

 

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