La larga cola de novicias que se estaba formando delante de las cocinas fue providencial. Con el frío de diciembre a nadie le apetecía estar mucho tiempo afuera. Así tardarían menos en repartir la comida a los residentes del refugio de enfrente. Comer caliente, dormir bajo techo, una ducha y ropa limpia. Podrían desear más. Regresar a sus países era en lo que coincidían todos. Pero ese ansiado regalo tendría que esperar otro año más.
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