¿Locura o espejismo? -Gloria Losada



Me encontraba yo un buen día en el Museo del Prado, admirando con verdadera pasión las maravillosas pinturas que adornaban sus paredes. Estaba ante el cuadro de Adán y Eva de Durero. Analizaba lo feos que eran tanto el uno como la otra y la exacta posición de las ramitas del árbol, ocultando sutilmente las partes íntimas de ambos. De repente un gusano salió de la manzana que sujetaba Eva, despacito, como suelen salir los gusanos, con su reptar lento y asqueroso. Inmediatamente fui avisar al guarda, que avisó al conservador, que avisó al secretario y éste al director. Media hora después se presentó allí el ministro de cultura y a punto estuvo de acudir el presidente del gobierno. Yo no entendía nada. Tanto lío por un gusano. Ni que no fuera normal que los gusanos salieran de las manzanas. Ellos me ignoraban y yo me sentí ninguneado. Cuando pretendía explicarles lo que había visto me echaban a un lado y no me dejaban hablar. Al final llegaron a la conclusión de que todo había sido una falsa alarma. El cuadro estaba en perfectas condiciones. No mostraba huellas de ácaros, ni gusanos, ni ningún otro insecto dañino. Se fueron por donde habían llegado y yo volví a acercar mi nariz a la manzana. El gusano salió de nuevo.
-¿Qué te esperabas, si son una pandilla de ineptos? - me dijo.
No me dio tiempo a contestarle. En ese momento llegó el enfermero a recogerme.
-Pero Lucio ¿Otra vez aquí? ¿No te vale con pintar tus propios cuadros? Venga para el manicomio. Vamos a tener que encerrarte en una celda de castigo.
El gusano me guiñó un ojo y yo salí de allí con gesto cansino. Mañana sería otro día



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