Sorpresas nos da la vida - Marga Pérez

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Si la vida es una gran sorpresa podemos entender que la muerte también lo sea. Sabemos que no siempre la muerte nos avisa, ni nos coge prevenidos, ni preparados, ni dispuestos, ni sabiendo con qué nos vamos a encontrar después de ella. Aunque sepamos que es la muerte lo que a todos nos va a llegar, no deja de ser para todos una macabra sorpresa.

Si esto es la muerte para todos para Rodrigo la sorpresa se encuentra en cada cadáver que pasa por sus manos. Cada cadáver le sorprende con un número de prótesis desconocido para el antes de entrar en el horno. Más de uno le dejó con la boca abierta . Parecía RoboCop en vez de un cadáver humano. ¡Qué manera de engañar!Porque Rodrigo es traficante. Si, con las prótesis de los cadáveres que pasan por el horno de incineración del tanatorio en el que trabaja desde hace más de una década.

Rodrigo no siempre se ha dedicado a esta actividad tan poco convencional. No hace mucho estaba ilusionado con la arquitectura, y antes, con la música. Llegó a pensar en trabajar en una orquesta tocando la flauta. No dio la talla. Tampoco con la arquitectura, fue cuando su novia le propuso trabajar en el tanatorio que su padre y su socio estaban a punto de abrir. Empezó pensando que seria algo provisional. Sólo hasta que apareciese algo mejor... El tiempo pasaba sin que apareciese ese puesto para el que creía que había nacido y tras varios años esperándolo no dejaba de ser un simple empleado mileurista .

Su novia parecía que había perdido la ilusión de la boda. En vez de hablarle de trajes blancos, luna de miel y tarta nupcial solía preocuparle los intríngulis de su trabajo. Las prótesis . El estado en que quedaban los residuos tras la incineración. Qué se hacía con ellos…

Rodrigo empezó también a interesarse por esos residuos . Vio prótesis dentarias, de rodilla, cadera, tobillo, hombro, tornillos, dientes de oro, placas metálicas… Vio también cómo un chatarrero pasaba a recogerlos de cuando en cuando. Habló con su futuro suegro y le allanó el terreno para que empezase a ilusionarse con un posible negocio que le rondaba.

Encontró , casi sin buscarlo, un fabricante tan interesado en comprar esos residuos como el en venderlos y sin más se apropió de ellos. El tanatorio hacía la vista gorda con el y el la hacía con su comprador. Se engañaba pensando que los metales pasaban por el proceso de transformación habitual, aunque no constaba en el contrato de palabra que habían pactado. Le pagaban bien y le bastaba. Negocio redondo.

Si un cadáver era una sorpresa por los tesoros que escondía en su interior, cada día la sorpresa era más productiva. Llegaron cadáveres con más de seis prótesis. Ya era raro encontrarse con uno que no tuviese ninguna. El negocio subía como la espuma. Rodrigo pasó de mileurista a potentado. Cambió de coche. Vistió de marca. Se compró un piso. Manejaba pasta y todos lo sabían.

Varios años consolidando la tendencia al alza de su negocio, renovaron la esperanza de Rodrigo de pasar por el altar. Su novia ya hablaba de vestidos blancos, luna de miel, tarta nupcial y dormitorio para el bebé que estaba en camino. No había sido un desliz. Rodrigo estaba convencido de que ella le quería y el niño había llegado, fruto de su amor, en el mejor de los momentos, pero… algo iba a estropearlo.

A Rodrigo le llamó la atención que un coche de la Guardia Civil estuviese allí aparcado cada día .Que varios hombres estuviesen haciendo preguntas a empleados . Que cuando el aparecía la conversación entre ellos cambiaba. Que algunos le miraban de otra forma. Que algo se mascaba en el ambiente… pero fue una gran sorpresa para él cuando le pusieron las esposas. No se lo esperaba. La Operación Ornitorrinco impidió que Rodrigo llegase al altar, como tenía planeado.

Desde hacía más de un año estaban en el punto de mira de la Guardia Civil. Como resultado de la investigación cayó Rodrigo por contrabando de residuos funerarios. Cayó el comprador por receptor de residuos funerarios ilegales. Cayó el industrial por reutilización de material quirúrgico de segunda mano como si fuera nuevo. Cayó el padre de su novia por fraude en seguros de decesos y cayeron varios médicos que participaban en esos seguros implantando prótesis a sus asegurados sin tener necesidad de las mismas.

La Operación Ornitorrinco fue la mayor sorpresa con la que se encontró Rodrigo en su vida. Al menos eso pensaba cada día dando vueltas en su celda sin saber bien qué era lo que había sucedido.

Ver a su novia en los ecos de sociedad del Hola casándose con el socio de su padre ya no le sorprendió tanto. Desde que estalló el ornitorrinco, ella pasó de él. Tampoco le había pedido que reconociera el hijo que había tenido.

El hijo que Rodrigo pensaba que era suyo, con los años se fue pareciendo al marido de su novia ¡Qué casualidad! Eran como dos gotas de agua. Todo encajaba.

                                                 

 

 

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