Estamos entusiasmados con el proyecto del hospital. Nos repartimos los instrumentos. Vale, me toca el almirez, no es mi favorito, pero lo importante es participar. Ensayamos mucho, nos divertimos y liberamos toda la adrenalina y el stress del trabajo cantando a voz en grito.
–Cuando llegue el día, cantad un par de tonos más bajo. –nos pide la directora del coro, recolocándose la peluca y la dentadura– que vuestras voces agitan mucho el aire.
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