Ropa de casa - Marian Muñoz

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Menudo aburrimiento estar tumbada panza arriba en una cama de hospital enchufada a cuatro tubos. Nadie sabe que estoy aquí y tampoco puedo avisarles pues con las prisas olvidé el móvil en casa, para colmo el médico acaba de echarme la bronca por la tardanza en acudir a urgencias, a ver quién le explica que mi nivel de dolor es más alto de lo normal. Pero sobre todo y a pesar de los dolores la vergüenza pasada ante los profesionales de urgencias.

Primer día de vacaciones disponiéndome a un zafarrancho de limpieza en casa, llevaba tiempo con un dolorcillo al lado derecho del vientre y un poco de fiebre, nada que un buen paracetamol no pueda aliviar. Pero ayer tarde los pinchazos fueron más fuertes obligando a encogerme y claro así no podía limpiar. Cogí las llaves y el monedero, bajé a la parada de taxis y rápido al hospital. La encargada del triaje me miró rara, con desconfianza, pero no estaba para contemplaciones y enseguida llamó a un celador quien en silla de ruedas me llevó a un box. El médico y la enfermera también me miraron raro, fue en ese instante cuando me percaté que vestía ropa de andar por casa. Camiseta desgastada con lamparones, pantalón de deporte deslucido por el sol y zapatillas deportivas con un par de agujeros, entonces sí que el dolor se cronificó y tras palparme el galeno y pedir análisis, me envió rápido a quirófano sin siquiera poder asimilarlo. Según dijo probable peritonitis, fue tan rápido que he despertado en esta cama con tubos entrando y saliendo de mi cuerpo.

En el monedero tengo el dinero justo para un taxi de vuelta a casa y no puedo gastar ni un céntimo en la televisión de pago, para colmo mi compañera de habitación es una muchacha joven que no para de mirar el móvil todo el santo día, salvo cuando le toca comer, ella que puede, consigo arrancarle algunas palabras porque sin el teléfono de marras apenas socializa. En la merienda empecé a contarle la vergüenza pasada en urgencias debido a mi ropa de casa, me miró por primera vez y me preguntó qué era eso de ropa de casa pues sólo tenía ropa. Le expliqué que la ropa desgastada o con manchas que no se quitan, la usaba para andar por casa y no manchar la buena.

Entre pasar pantalla tras pantalla me dice que en casa viste la misma ropa de salir a la calle o de ir a clase y que no tiene otra diferente. Ahí es cuando le pregunto si se le rompe o se mancha y no se quita ¿qué hace con ella? Y me responde muy ufana que la tira y se compra otra porque por cuatro o cinco euros las hay muy monas y más modernas. Le replico que tengo ropa de andar por casa, ropa de calle, ropa de oficina, ropa de fiesta y ropa de deporte, un tipo de ropa para cada ocasión. Cuando alguna de esas prendas se estropea la uso para andar por casa ya que aún vale y de esa forma alargo su vida. Estoy totalmente en contra de la explotación textil, naves sin ventilación con escasa luz y mal acondicionadas donde se apiñan mujeres y niñas cortando, cosiendo, rematando ropa para ganarse un céntimo a la semana trabajando 16 horas al día, sin poder regresar a sus hogares al tardar más en el viaje que en estar con la familia. Cuando hay un seísmo, un tifón o un incendio mueren por cientos sin que los propietarios de grandes almacenes que venden esas prendas derramen una sola lágrima por ellas. Además, es ropa de mala calidad, telas con poco cuerpo, se arrugan con facilidad, confeccionadas con química, de plástico y productos derivados del petróleo, en vez de ser de fibras naturales como el algodón, el hilo o la lana.

Estoy embalada y le digo que una vez de tener mucho uso en casa, hago trapos con ella para limpiar las ventanas y cristales o quitar el polvo pues al haber tenido tantos lavados ya no suelta pelusilla. Así que aún más alargo la vida de mi ropa, estando conmigo una media de veinte o treinta años. Un ahorro para mi economía y una medida ecosostenible de protección al medio ambiente. Me giro para mirarla y está enfrascada pasando pantallitas en su móvil sin hacerme caso. Aun así, sigo con mi alegato ecologista y grito ¡Reivindico la ropa de casa! En ese momento me doy cuenta de mi vestimenta para salir del hospital, tendré que encontrar la manera de llamar a mi hermana y que me traiga ropa de calle.


 

 

 

 

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