Mente activa - Esperanza Tirado


1.200+ Viuda Negra Fotografías de stock, fotos e imágenes libres de ...

Pagaba al asesino por el trabajo realizado un mes después de cada encargo. Se reunía con cada uno en distintas localizaciones de la ciudad. Adoptaba diferentes identidades según la categoría del contrato. Ponía el máximo cuidado para evitar mencionar nombres de previos contratados. 

Su mente, activa e ingeniosa, consiguió crear una amplia red de sicarios e informantes de la que nadie conseguía escapar. 

Solo la mirada de aquella viuda negra le nubló la razón, haciéndole sentir unos escalofríos mortales. 



 

 

 

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Muy buena pareja - Marian Muñoz

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Estos días leyendo noticias sobre la detención de un policía que guardaba mucho dinero escondido en su casa, me ha hecho recordar una historia acaecida en el pueblo.

La localidad de dónde procede mi familia no es muy grande, aunque tiene cierta entidad, hay gran actividad agrícola, ganadera que además mantiene un par de queserías y una cooperativa apícola que incluso produce mermeladas. Allí viven Pepón y Catalina, él desde hace unos cuantos años es regidor del Ayuntamiento, año tras año sus vecinos le vuelven a elegir y si bien corre el rumor de meter la mano en la caja, nadie quiere ocupar su cargo al parecerles tarea para la que no están preparados. Catalina y él forman una bonita pareja, ella propietaria del único supermercado de la zona además de tener un pequeño local donde vende productos típicos que los visitantes y turistas suelen llevar de recuerdo. No hace caso a las habladurías sobre su marido porque tienen un único vehículo desde hace más de 10 años, es ella quien maneja la cuenta del banco en la que únicamente entra la paga de él como Alcalde además de los ingresos y gastos del negocio, está convencida que todo es fruto de la envidia.

Ambos trabajan y dejan sus problemas laborales en el felpudo de la puerta en cuanto entran en casa. Él es hombre cariñoso, amable y colaborador, pero sobretodo fogoso en el dormitorio manteniendo contenta a Catalina. Se conocen desde los quince años y se aman como el primer día. Pero en toda historia feliz siempre hay un tercero en discordia, en este caso Don David, bueno David a secas como él prefiere que le llamen, nuevo cura de la parroquia en sustitución del anterior ya jubilado. Hombre joven con ganas de remover espíritus y atraerlos hacia su causa, deseando que todos sus feligreses se salven y puedan disfrutar de la vida eterna. Los oficios de la iglesia son básicamente frecuentados por mujeres mayores, la juventud y los hombres van por otro lado y él querría tenerlos más cerca.

Sus inicios fueron paseos por calles y plazas hablando distendidamente con sus pobladores, charlas inofensivas para darse a conocer y atraerles al redil. Frecuentaba la cafetería y el bar, jugando con al mus, el dominó o hablando de futbol cuando había partido. Tareas que se había propuesto para relajar tensiones y animarles a visitar la iglesia. No haciendo ninguna falta pedírselo en las fiestas patronales sacando en hombros a la Virgen o al Santo, o incluso en Navidad cuando familias enteras acudían. La iglesia cuenta con un salón de reuniones infrautilizado, se encargó de darle utilidad usándolo para realizar manualidades por niños y jóvenes, confeccionando adornos destinados a engalanar sus calles en la época de fiestas, teniendo mucho éxito y dándole satisfacción al reunirles en tan sagrado lugar.

Pero éste sacerdote es si podemos decir un culo inquieto y se le ocurrió la gran idea de encontrar algún rival al actual alcalde, quien se resistía a pasar por el aro de un acercamiento a la parroquia. Un hombre del pueblo iba a ser difícil de convencer porque todos estaban muy a gusto con el actual mandatario, una mujer sería lo ideal y quien más preparada de la población era Catalina al estar al cabo de la actualidad acudiendo todas las semanas con sus productos locales a ferias y mercados de los alrededores además de venderlos por internet, eso le convenció de que era la mejor candidata para la Alcaldía. Le costó persuadirla porque no estaba en su ánimo echar del puesto a su amor, además de comprender que no tendría ningún éxito en esa tarea por el conocimiento que tenía de sus paisanos. Tras pensárselo mucho, aceptó, quería dar un poco de vidilla a su vida rutinaria fuera de casa al hablar con vecinos y familiares pulsando opiniones sobre cómo mejorar la vida de todos. Fue David, el cura, el encargado de todos los trámites para inscribirla como principal candidata en una lista electoral más bien pequeña, llegado el momento y al enterarse Pepón le empezó a hervir la sangre, como su mujer había sido capaz de prestarse a tal manipulación del cura novato, no lo comprendía.

En casa no podían hablar de ello, era una premisa que en toda su vida de casados no habían roto, para comentarlo decidieron quedar en su lugar favorito, en la ribera del río, donde se veían cuando eran novios, allí él le recriminó ser su oponente y ella divertida respondió que si dudaba del cariño de sus electores mejor dejara el puesto a otro. Al final dándose la mano en señal de buena rivalidad se desearon suerte. Ambos recorrieron la localidad hablando con unos y con otros, contando sus proyectos y lo que pensaban mejorar sin subir impuestos, continuamente tenían espías informándoles sobre las propuestas del otro para así mejorar las suyas. Catalina se lo pasaba en grande convencida de no tener probabilidad de ser elegida, pero Pepón eso no lo descartaba y cada día se afanaba más para ganarse los votos que tan fielmente le habían elegido durante todos estos años.

Lo que nunca nadie supo es que si él era fogoso en el dormitorio al tener delante una buena rival le ponía aún más y ella emocionada con sus muestras de afecto disfrutaba de lo lindo. Llegó el día de las elecciones y David andaba nervioso pensando que había apoyado al candidato ganador, pero la cruda realidad volvió a ponerle en su sitio al ganar Pepón por tres votos del correo. Catalina divertida porque nada cambiara, pero sobretodo porque él tendría que cumplir con lo prometido al tener enfrente a su equipo para exigírselo, siendo el pueblo quien realmente ganaba. Pero lo verdaderamente importante era que estaba radiante gracias a la fogosidad de su marido, habiendo dado frutos y por fin iban a ser padres. Los vecinos divertidos por la contienda y aliviados con el resultado estarían otros cuatro años más sin tener que preocuparse únicamente de lo suyo porque su regidor tendría que ocuparse de lo de los demás.



 

 

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Pensamientos

                                           Hombre con una segadora eléctrica sobre hierba verde: fotografía de ...

 

 

Sin hacerme ni un poquito de caso sigue a lo suyo. Desde que tiene esa barredora ruidosa pienso que no le importa que mis pétalos brillen a la luz del sol, ni que mis hojas estén cada vez más grandes y verdes. Es un pensamiento general entre las compañeras del parterre, ni nos mira ni nos mima como antes. Y a veces se nos cae la corola de pena. Y él sigue con su nuevo juguete asustando hasta a los bichitos que se asoman por la hierba.

 

 

 

 

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El mundo es un pañuelo - Marian Muñoz

                                         Cabello Azul, Cabello, Cabeza, Mujer

 


Buenos días queridos radioyentes, en el programa de hoy tenemos una petición muy especial y muy emotiva que les hacemos llegar por si alguno de ustedes puede ayudar a Manuel, quien al sufrir un accidente ha vuelto a recordar un momento importante de su infancia, escuchémosle:

Mi estancia en el hospital fue más liviana de lo que prometía, los médicos hicieron un rápido diagnóstico y tratamiento siendo mi mejoría síntoma de un buen pronóstico. Posiblemente también ayudara a recuperarme el sonar insistentemente en mi cabeza, como en bucle, una canción de niñez que adoraba por verme retratado en ella. La cantaba Pedrito Fernández y aunque no me acuerdo de toda la letra debí de memorizar la parte que me recordaba a una compañera de pupitre.

La de la mochila azul

La de ojitos dormilones

Me dejó gran inquietud

Y bajas calificaciones

No vislumbraba como después de tantos años mis sentimientos de aquellos días de colegio se hicieran tan nítidos y volviera a repetir, como si fuera un mantra, aquella música y aquella letra.

De recuerdo me quedan sus colores

Las hojas del cuaderno

Dice amores de borrones

Yo quisiera mirarla en su pupitre

Porque si ella ya no vuelve mi salón será muy triste

A nadie de la familia comenté revivir la canción, seguramente tras el tiempo transcurrido no comprenderían la admiración infantil por mi compañera y amiga, quien un día desapareció y jamás volví a verla ni a saber nada de ella.

La vida continuó para mí, supongo que igualmente para ella, acabé mis estudios, encontré trabajo y formé una familia maravillosa de la que estoy realmente prendado, salvo los contratiempos naturales de la vida tenemos una existencia placentera, hasta el desmayo que sufrí en la calle, aparentemente un bajón de tensión por el estrés que hizo caerme en la acera, golpeándome la cabeza con una papelera. Gracias a Dios sólo fue un chichón con mucho dolor de cabeza y tras unos días de ingreso hospitalario más una semana de baja, ya estoy restablecido.

La sorpresa surgió al volver a salir a la calle, en el barrio los vecinos de negocios cercanos al lugar de mi accidente, testigos del mismo, me cuentan que una mujer con pelo azul estuvo acompañándome todo el tiempo hasta llegar la ambulancia. No sé quién era, nadie sabe quién era, yo tampoco al no estar muy lúcido, pero tengo grabada en la memoria una mirada, aquellos ojos me recordaron y me recuerdan a los dormilones de mi amiga de infancia, quizás por eso la canción no para de sonar en mi cabeza.

Si ha sido ella quien me ha atendido en mi desmayo me gustaría encontrarla, no sólo para mostrarle mi gratitud sino para saber de ella, cuál fue el motivo de su marcha y como le ha ido en la vida. Fue alguien importante en la escuela y mucho más ahora.

Este es el motivo de mi llamada a la radio, si alguien la conoce o se reconoce a sí misma, agradecería se pusieran en contacto conmigo, mi interés es simplemente amistoso y de agradecimiento, la vida nos hace dar muchas vueltas, pero al final va a ser cierta la frase que dice “el mundo es un pañuelo y nosotros los mocos”.

Bien queridos oyentes, ya sabéis el número de nuestras líneas telefónicas, sería una gran historia que estas dos personas, si es que son realmente amigos de infancia, se encontraran nuevamente.



 

 

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Mente activa- Esperanza Tirado

                                           Viuda Negra, Araña, Insecto, Arácnido

 

Pagaba al asesino por el trabajo realizado un mes después de cada encargo. Se reunía con cada uno en distintas localizaciones de la ciudad. Adoptaba diferentes identidades según la categoría del contrato. Ponía el máximo cuidado para evitar mencionar nombres de previos contratados. 

Su mente, activa e ingeniosa, consiguió crear una amplia red de sicarios e informantes de la que nadie conseguía escapar. 

Solo la mirada de aquella viuda negra le nubló la razón, haciéndole sentir unos escalofríos mortales. 

 

 

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Camino encantada - Esperanza Tirado

                                                  árboles verdes junto a un cuerpo de agua tranquilo




Tras superar los primeros diez kilómetros de sendero pedregoso me sentí la reina de la montaña. Me detuve a hacer unas fotos y a reponer fuerzas. Mis compañeros, más acostumbrados a las rutas tempraneras, me llevaban la delantera. Casi ni les escuchaba. Cerré los ojos, en dirección al Sol que ya nos acompañaba desde allá arriba y sentí un abrazo cálido. Respiré todo el aire que pudieron acumular mis pulmones y corrí en busca de mis compañeros. Cual corderillo feliz entre piedras, flores y musgo, deteniéndome curiosa aquí y allí. Recogiendo flores, volteando piedras, descubriendo a sus pequeños habitantes…

Apenas doscientos metros nos separaban. Casi había llegado a su altura.

Oía el eco insistente de su llamada, no fuera a despistarme. Dada como era estrechar mi contacto con la naturaleza cada vez que salíamos de monte.

Dejé mi mente en blanco; en verde, mejor dicho, y escuché agua fluir. Un sonido que se multiplicaba y rebotaba entre los árboles. Me abracé a uno, grueso, verde y con más arrugas y marcas del tiempo que había visto jamás; de esos que parece que han estado ahí desde antes de que el mundo llegase a visitarlos. Y volví a respirar fuerte, cerrando los ojos.

Cuando los abrí me vi rodeada de verde. Esta vez un verde oscuro, casi negro. El Sol se había apartado, dejando su espacio al Nuberu.

Maldito Xuan Cabritu’, protesté para mis adentros. ‘¿Ahora cómo voy a seguir mi ruta?’.

Mi enfado duró lo que dura un rayo de sol en una primavera asturiana. Y dirigí mis pies hacia el sonido del agua que había escuchado antes.

Ya no recordaba a mis compañeros, pero no sentí inquietud ya que me sabía bien vigilada por el Pataricu. Así que continué caminando, buscando el agua, atenta a las señales hasta llegar a una fuente de piedra. Allí sacié mi sed. De agua y de verde. Y sentí que un Ojo enorme me miraba hasta atraparme.

Me llamo Deva. En otra vida fui senderista. Hoy vivo apartada del tiempo, dentro de la Naturaleza, como un ser mágico más.

Si pasas cerca de alguna fuente a reponer fuerzas, escucha con atención el borboteo del agua. Cierra los ojos y respira. Tal vez me escuches fluir.



 

A la sangre le cuesta volver al corazón - Marga Pérez

                                        manos de adultos y niños sosteniendo el corazón rojo sobre el fondo del agua, salud del corazón, donación, concepto de rsec, día mundial del corazón, día mundial de la salud, día de la familia - corazon fotografías e imágenes de stock

 


Si pudiéramos dar marcha atrás en el tiempo y cambiar algo...Yo modificaría la muerte de la bisabuela. Si, una muerte triste y muy prematura … Pero el pasado no se puede cambiar, aunque creo que hoy sí puedo hacer algo para modificar el futuro… Bueno, os cuento.

Cuando murió la bisabuela, a Felisa, la hermana de la abuela, le cambió la vida de la noche a la mañana. Ella era joven, con ilusiones, despreocupación y seguro que con ganas de vivir… igual que yo y todos vosotros, pero, con la muerte de su madre tuvo que hacerse cargo de la casa, de su padre y de seis hermanos más pequeños que ella, como bien sabéis. Era lo que había. A la mayor le tocaba ser la sustituta. ¿Creéis que hoy sería distinto? Lo dudo…

Seguro que nadie le consultó si quería, o si le venía bien en aquel momento, ¡menudo marrón! lo sé por mamá, la abuela lo veía desde si misma y le hablaba mal de ella y de lo mal que la trataba, no podía ponerse en su lugar… Fue una auténtica guarrada que su madre muriese precisamente en aquel momento. No sé si sabéis que no hacía mucho que la guerra civil había acabado. Ni me imagino qué es vivir con una guerra, pero sé que Felisa empezaba a respirar después de aquel terror absurdo. Estaba enamorada y, aunque sé que a su padre no le gustaba aquel novio, a ella, joven e inconsciente, le importaba más bien nada, no me extraña, yo haría lo mismo. Se veían a escondidas en el pueblo y eso que todos los conocían.

La situación económica de la familia entonces no era boyante, todo lo contrario, aunque con dignidad mantenían aquel estatus social de “familia bien”, que siempre habían tenido, intacto y limpio de polvo y paja, como decía la abuela. Era una familia respetable, pero, también respetada por lo buena gente que era. Y eso pesaba en el ánimo de Felisa.

Al colegio de las monjas ya no iba. En aquella época las niñas bien sólo estudiaban una cultura general, los niños ya era otra cosa, y ella la había terminado. Bordaba en casa el ajuar para cuando se casase, salía con las amigas de toda la vida y, sin que nadie se enterase, cortejaba con aquel novio al que consideraban poco pero por el que “bebía los vientos”, esto me lo dijo Felisa no hace mucho, tal cual ¡Qué horror! Beber los vientos…

Cuando su madre murió todo se trastocó y Felisa pasó, muy a pesar suyo, de ser hija a ejercer de ama de casa. Sus dos hermanas pequeñas, la abuela Rosa y la tita Clara, tampoco lo tuvieron nada fácil, perdieron a una madre y no encontraron el cariño perdido en su hermana. Ella pasó a ser una madrastra para ellas, palabras textuales de ambas. ¡Cuánto les hizo de rabiar! Si ella no podía pasarlo bien sus hermanas tampoco. Ellas dos fueron las víctimas propicias de su rabia “contenida” decía mamá cuando salía el tema, pero sólo con ellas afloraba la mala leche. Se conoce que ya la traía de serie porque si no no lo entiendo… Los demás hermanos enseguida se pusieron a trabajar, salieron de casa, y alguno hasta cruzó el charco buscando mejores oportunidades. Era una época de auténtica pobreza y está claro que emigrar no era lo peor que les podía pasar.

En la casa de la abuela pronto quedaron las tres hermanas, solas, con su padre, ausente de los asuntos domésticos, como buen padre de familia. Felisa, la abuela y la tita Clara, tres hermanas que querían disfrutar y no siempre se les permitía. Una, porque sus obligaciones domésticas se lo impedían y las otras, porque su hermana mayor no les dejaba, y esto marcó su relación, aunque en unos años Felisa se casó y se fue a vivir a otro pueblo con su marido.

Las tres crecieron con la espinita clavada de aquellos años tan difíciles y no perdían ocasión de echarse en cara, muchas veces sin claridad, aquello que les dolía.

No tenían buena relación aunque tampoco se puede decir que fuera mala, era una relación amor-odio envuelta en educación, religión y saber estar. Aunque, de tarde en tarde salían sentimientos de culpa por no contribuir lo suficiente al entendimiento, y eso que acabaron viviendo las tres en el mismo pueblo y no muy lejos las unas de las otras, eso sí, cada una en su casa y con su vida, a pesar de que mamá intentó que viviesen juntas al quedar viudas, pero fue imposible.

Felisa y la abuela Rosa se casaron. Clara quedó para vestir santos, como se decía entonces, y fue a lo que se dedicó. Creo que en la vida no hizo otra cosa. De las tres solo Rosa tuvo hijos, y con los años, nietos, como sabéis soy la mayor, y estuve años viendo cómo esa espinita de su infancia seguía haciendo de las suyas. Intacta. En la abuela puedo asegurar que enquistada en el mismo lugar en el que se había clavado hacía más de setenta años, pero, por como hablaba, doliendo lo mismo… Unos meses antes de morir, tomando juntas el café con leche de media tarde, charlábamos de la familia, y, cómo no, los resentimientos, mil veces oídos, volvieron a salir . Me atreví a interrumpirla y preguntarle por la edad que tenía su hermana Felisa cuando quedaron huérfanas. Había oído muchas veces la historia sin tener claro este dato. Le costó dar con la fecha pero al darse cuenta que su hermana tenía diecisiete años, que casualidad, los mismos que tenía yo, dejó de hablar, sólo me miraba como extrañada, como si nunca me hubiera visto… Fue curioso, se fue encogiendo, vamos, se hundió en la butaca ¡literal! Le empezó a temblar una mano mientras se la apretaba con la otra y así, sin más, se echó a llorar… ¡qué mal trago! nunca la había visto así. No hacía ruido pero no podía parar. Tenía la mirada en otro lugar... Sólo le hice una pregunta, de verdad, no quería que llorase. Fui a buscar un vaso de agua. Cuando volví oí cómo repetía una y otra vez el “ era una cría, era una cría” que tanto me machaca cuando pienso en ella. Mamá me dijo que no me preocupara, que la había ayudado pero no sé muy bien cómo, la verdad…

Pues bien, después de lo que os acabo de contar, quiero dejar aquí constancia de que renuncio a la primogenitura que ostento. Ya lo sabéis. Dicen que soy igual que Felisa. Lo mismo me da. Espero que haya quedado clara mi voluntad. Hay guerra cerca… ¿Y si llega ?… ¿Y si mamá…? Dios no lo quiera ¡Me muero! Sólo de pensarlo siento lo que debió de sentir Felisa ¡pobre!. Soy una cría , igual que ella, y sé que no me vais a preguntar ¡NO! Es mi respuesta.


 

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Desvelado- Esperanza Tirado

                                         Derrumbe en Cementerio Central - Información - 13/01/2019 - EL PAÍS Uruguay

 


Para volver a meterse en el ataúd tuvo que quitarse los zapatos, pues se le habían quedado pequeños, quizá no eran los suyos. También dejó afuera la corbata, la que lució en su boda, sentía que le ahogaba desde entonces. Se recolocó brazos y piernas, descoyuntados desde que el terremoto sacudiera el cementerio y les despertara de su sueño eterno. Aún así le costó encajar la tapa. Ya se había desvelado para toda la eternidad.

 

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No podía - Marian Muñoz

                                             Desesperado, Pensar, Estresado

 

 

Prisión permanente revisable, por fin era libre.

Íbamos a celebrarlo y me dijo: al brindar hay que mirar a los ojos.

No podía, aún no podía mirar a los de nadie, por si los veía inyectados en sangre con ese aliento fétido que significaba dolor.

No podía, aún no podía, quizás algún día.

 

 

 

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Para todos- Esperanza Tirado

                                          Bola Alternada - juegos para Niños al Aire Libre - Dinamicas de grupo ... 


Pulsar él mismo el interruptor y jugar a su antojo. Correr, detenerse, derrapar, hacer giros acrobáticos. La maravilla del juguete en sus manos.

Eso soñaba mientras montaba la pista. A la segunda vuelta un coche perdió una rueda, el mando empezó a sonar como una alarma de bomberos. Se asustó y pisó un trozo de plástico negro y blanco, anulando el circuito.

Cogió el balón de debajo de la cama y, ya en el patio, llamó a voces a sus amigos.

 

 

 

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Poesía - Marian Muñoz

                                           Papamoscas Cerrojillo, Amanecer

 

 

Poesía de poesías, los pajaritos hacen pipí en la enramada.

Toda la clase se rió, incluso el profesor, quien divertido me preguntó --¿consideras ciertamente que un pájaro defecando sea poesía? 

Respondí pausadamente sopesando mis palabras:

Que alguien disponga de un instante efímero de libertad para dedicarlo a contemplar y admirar extasiado la belleza de un árbol, apreciando su ramaje y percibiendo en él unos seres con alas gozando de un instante de relax mientras hacen pipí sin ser importunados, a la par de ser observados contemplativamente por un ser humano, sí, creo que es poesía.

La clase aplaudió al darse cuenta que narrando dicho momento su espíritu les liberó por un instante de su cuerpo físico, provocando que en su imaginación vivieran la escena bucólica que estaba narrando, al fin y al cabo, eso es poesía, olvidarse de tener los pies en el suelo y volar con las palabras hacia ese mundo etéreo al que su autor quiere transportarte, he ahí el milagro de la poesía.

 

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El tesoro del abuelo - Marian Muñoz

                                             Pantano de Riaño, los siete pueblos sepultados | La historia… | Flickr

 

Sonaba insistentemente el maldito teléfono, abriendo un ojo miré al despertador, marcaba las nueve de la mañana y no era día de curro. Acababa de acostarme a las seis después de celebrar las venideras vacaciones con los del trabajo. Continuaba sonando con premura, decidí cogerlo por si se trataba de una urgencia.

Marta, mi prima, me hablaba toda acelerada al otro lado de la conexión - ¿has visto la tele? – No, claro que no, me aburre lo que ponen en las cadenas y no la veo casi nunca, le respondí. –Pues espabila que te noto adormilada, ha llegado nuestro gran día – Yo estaba dormida, pero algo se había fumado porque tanta excitación no era normal en ella. Por fin me cuenta que el pantano se ha secado, el verano seguirá siendo caluroso, pero hay que actuar rápido antes de perder una oportunidad como esta.

Mis vacaciones empezaban diez días después, nos daba tiempo a prepararnos en conciencia y usar con sensatez esta oportunidad. Mientras tanto volvieron a mi mente imágenes de nuestra niñez, en cuanto nos daban vacaciones mis padres o mis tíos nos llevaban al pueblo con la abuela. Una abuela a la que todos llamaban bruja aporque al vestir completamente de negro, incluso en la cabeza siempre lucía un pañuelo negro deslucido por el tórrido sol.

No parábamos mucho en casa, lo justo para no entristecernos contemplando su semblante, nunca reía, sólo una pequeña sonrisa al recibirnos el primer día y nada más. El pueblo se llama Aldea Nueva de Valdeoliva, nunca me extrañó el nombre, hasta ser mayor no di importancia a su conjunto de viviendas, casas pequeñas con una única altura, todas completamente iguales, tanto por fuera como por dentro y colocadas como hacían las caravanas en el Far West, en medio una explanada con cuatro árboles, una fuente y un par de bancos, eso era la plaza del pueblo donde al atardecer se reunían los mayores con sus sillas para hablar de sus cosas.

Diez años estuvimos veraneando y disfrutando de juegos y amistades infantiles, se accedía por una carretera escarpada que rodeaba al pantano, un embalse al que todos odiaban y sólo años más tarde, cuando la abuela se vino a vivir a mi casa, supimos el triste motivo. No me hizo gracia tenerla de compañera de habitación, pero a pesar de mis ruegos y lloros tuve que amoldarme a su compañía. Por suerte poco a poco el ambiente fue cambiando al dejarnos a ambas los sábados de tarde al cuidado de la abuela, momento en que aprovechaban mis padres y mis tíos con sus amigos, para salir solos a cenar, bailar o lo que fuera y pasar la noche juntas las tres, la abuela, Marta y yo.

La primera conversación comenzó al interesarnos por las gentes y los animales del pueblo, los conocíamos a todos y aunque la ciudad es más fácil para vivir, el ambiente del campo tiene algo que atrae. Empezó a contarnos el origen del pueblo que conocíamos, era nuevo porque el original estaba bajo las aguas del pantano, los ingenieros de la capital habían encontrado un río algo caudaloso y un valle alejado de zonas industriales y urbanas, muy oportuno para hacer un embalse y construir una central eléctrica. Los de Valdeoliva se movilizaron, protestaron ante la iglesia, la casa del gobernador, el ayuntamiento, pero la idea ya estaba en marcha y apenas les dieron tres días para desalojar e irse con sus trastos y animales al nuevo pueblo. El miedo caló hondo en todos ellos e incluso con las últimas mudanzas empezó el agua a pasearse por sus calles. Consiguieron salvar sus animales, sus camas y algunos muebles de cocina, pero debido al nerviosismo muchos lloraron al contemplar cómo pertenencias de valor sentimental se quedaban en las profundidades del pantano.

Mi abuela siempre ha sido muy organizada y consiguió llevarse junto con el abuelo casi todo lo que tenían, pero hubo algo que debido al trajín de aquellas tristes jornadas se olvidó, el tesoro del abuelo. Pegado a su casa estaba el gallinero, un pequeño recinto alambrado con una puerta vieja de madera. En las entrañas del gallinero, lejos de la vista y de la curiosidad de las personas habían escondido una caja de latón con objetos encontrados por él cuando eran novios. Gustaba de ir al monte y meterse en hondonadas, socavones, cualquier hueco que encontrara en la tierra por allí se introducía encontrando piedras raras, trozos de hierro o de madera, huesos pulidos a saber por quién, piedras de colores incluso ámbar. Cada vez que quedaban en las escaleras de la iglesia él le daba un regalo, ella lo custodiaba como si de un tesoro se tratase. En alguna ocasión esa afición le costó más de un susto por entrar en una osera o una madriguera y los animales echarle sin contemplaciones.

Haber tenido que abandonar a prisa y corriendo su casa era algo imperdonable pero olvidar sus pequeños tesoros recuerdo de las correrías del amor de su vida lo tenía como una fijación, como un dolor más grande que haberle perdido para siempre. Cuando hablaba de su casa, de su vida abajo en el valle, de sus vivencias de niñez su semblante cambiaba y se convertía en otra persona. Poco a poco el rictus serio se fue suavizando y comenzó a sonreír, incluso reírse al hacer nosotras alguna trastada, nos conmovió tanto aquel cambio que mientras íbamos creciendo le pedíamos nos contara cosas del pueblo, donde estaba su casa ya que nos íbamos a hacer submarinistas y bajar a rescatar su ansiada caja.

Los años fueron pasando, en el pantano nadie se podía bañar por peligroso debido a las corrientes, los árboles o maleza, incluso objetos que pudieran estar semiahogados enredándose y llevar a una muerte segura a quien se atreviera. Antes de morir la abuela nos pidió un favor muy grande, si alguna vez lográbamos rescatar su caja, teníamos que enterrarla con ella, por supuesto le dijimos que sí, aunque en aquel momento veíamos poco factible hacerlo.

Los años fueron pasando hasta la mañana que la loca de mi prima me despertó sin piedad, Valdeoliva acababa de salir en la televisión. Nos alojamos en una casa rural cerca del pantano, nos comportamos como cualquier turista sacando fotos y fisgando el pueblo que había surgido tras la sequía del pantano, un pueblo entero bastante bien conservado sobre todo la iglesia y una casona cuadrada que aún conservaba maderas de su tejado. No nos atrevíamos a meternos entre las ruinas por si el lodo nos atrapaba, pero al ver a gente del pueblo hacerlo, nos animamos. La abuela nos había explicado con meridiana claridad cuál era su casa y donde estaba el gallinero. Al principio despistadas no costó ubicarnos, pero una vez caminando entre las calles dimos perfectamente con ella. Del gallinero sólo quedaba la puerta tirada en el suelo, miramos alrededor por si alguien nos observaba y rápidamente con una pequeña pala quitamos una buena cantidad de lodo y allí, enrollado en un trapo, encontramos su caja. Excitadas la metimos en la mochila que llevábamos y salimos corriendo del lugar, no sin antes lanzar un beso al cielo porque seguramente la abuela nos estaba viendo.

Regresamos a la ciudad sin mirar en su interior, la prudencia pudo más que la curiosidad y en casa de Marta nos dispusimos a abrirla, no sin antes lavar ligeramente la tela que la cubría, aunque los colores estaban rebajados se notaba que había sido muy vistosa. El latón estaba muy oxidado y nos costó abrirla, pero lo logramos, descubriendo en su interior un tesoro muy bien conservado, tenía razón la abuela, había tres trozos de ámbar incluso uno tenía atrapado un insecto. Puntas de sílex, conchas de moluscos, aros de bronce, un par de estalactitas, puntas de hierro, piedras azules y negras como azabache.

Todo aquello nos parecía de gran valor tanto histórico como económico, pero nos sentíamos en deuda con la abuela, le habíamos dado palabra de enterrarlo con ella y así lo hicimos. El día de su cumpleaños nos acercamos al panteón familiar y con ayuda de personal del cementerio pusimos la caja dentro de su ataúd, tuvimos que pagar bien al operario porque no es algo habitual, pero al menos cumplimos con la palabra dada. Hicimos una anotación en el calendario para dentro de diez años abrir el ataúd, reposar los restos de la abuela en un osario y acceder al pequeño tesoro del abuelo, quien sabe si cuando llegue ese día, con suerte, nos hacemos ricas.




 

 

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Me enfrentaré a la muerte como una heroína volviendo a casa - Marga Pérez

                                      Pendientes de oro blanco - Joyería D. Rincón | Joyerías en Valladolid                             

Me costó reconocerlo. En el primer momento no me dijo nada pero no tenía ninguna duda. Aquello oscuro, sucio, incrustado en no sabía qué masa informe… aquello metálico que nadie sabía qué coño era, aquello, era un pendiente de mamá.

Me costó reconocerlo porque no brillaba, ni tenía la forma de lágrima que tanto le favorecía, ni pendía de su oreja con aquel tintineo tan característico cuando ladeaba la cabeza. No parecía de plata, tampoco un pendiente pero estaba segura de que era uno de los que mamá llevaba a diario desde que los comprara en Santiago, en las platerías tras la catedral, cuando fueron papá y ella a ganar el jubileo... Su brillo nacarado iba saliendo según lo iba frotando. También las rayas de los distintos tipos de engarces … Llegó feliz. Hacía muchos años que no salían juntos a ningún sitio. Aquel viaje marcó un antes y un después en su relación. Ya nada fue igual entre ellos. Nunca nos lo dijo pero algo tuvo que pasar en aquel viaje para que mamá no se quitara esos pendientes ni aquella sonrisa misteriosa y pícara que siempre lucía. Todo la delataba, también el que empezaran a viajar a partir de aquel año santo, y cada vez más. Estaban felices y… ahora ésto… pásese por el anatómico forense, hay varios objetos que queremos que observe con calma, podrían ser vitales para reconocer a sus padres, me dijeron a bocajarro, al teléfono, mientras confiaba en que apareciesen entre los cientos de heridos… Fui ¡cómo no! Era lo que tenía que hacer, aunque estaba convencida de que no iba a servir para nada.

Allí me di cuenta de lo bestia que tuvo que ser aquello, y éso que sólo tuvimos que mirar trozos con algo que no fuese orgánico… ¡y aquel olor! Ahora sé que mamá es una de las víctimas, según parece, del atentado. Lo mismo me da. Podría haber sido un accidente y sentiría lo mismo. Su pendiente incrustado en aquella masa informe me lo estaba diciendo, a mi, pero me resistía a decírselo a nadie más. No podía articular palabra. No sé cuánto tiempo estuve allí mirándolo sin decir nada. Tenía la certeza de que mientras no dijese nada mamá seguiría viva… Seguiría mirando al mar con aquel vestido de rayas cruzado a la espalda mientras la brisa le alborotaba el pelo. Seguiría riendo feliz y despreocupada con mis hijos. Seguiría cantando con papá aquellas canciones que sólo a ellos oía. Seguiría soñando con aquella casa que tantas veces dibujara y que nunca tuvo… mientras que no abriese la boca ella seguiría cocinando aquellas comidas que tanto nos gustaban, quedándose con los niños para que Carlos y yo disfrutásemos a solas de una escapada… Ella lo llenaba todo sin que ninguno nos diésemos cuenta. Estaba pero no la veíamos y, ahora que ya no está, se hace presente a cada instante… ¿Por qué tuviste que ir de viaje?… ¿por qué tuviste que llevar estos pendientes?… ¿por qué? ¿Es que sólo eras feliz cuando te alejabas de nosotros?… … … … ¡¡Eso es!! Sólo viajando erais el uno para el otro, sin hijos, ni nietos, ni trabajo, ni amigos. Solos. El uno para el otro… … … … …

No sabes cuánto te quiero y lo que te voy a echar en falta. Eternamente felices, juntos ya para siempre… gracias mamá… … … …

El funcionario esperó estoicamente, algo retirado, a que Ana dijese algo. Sabía lo difícil que eran los reconocimientos y no quería presionarla pero el silencio de la sala empezaba a hacer mella en el. Se acercó silencioso, apoyó la mano en su hombro y enseguida Ana sacó del bolso un pañuelo, limpió su emoción desbordada , y le miró a los ojos – Es un pendiente de mi madre, estoy segura, siempre los llevaba puestos- reconoció serena . Se levantó y volvió a casa ¡había tanto que vivir!


 

 

 

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Comprender - Esperanza Tirado

                                          Joven tocando la puerta de un amigo 


Hasta que la quisieran como se quiere a una madre, hasta que llegara ese momento en que llamaran a la puerta y la abrazaran como una más de la familia. Solo les pedía eso, un poco de comprensión. Esperaba que llegara ese momento feliz. Que no borraría jamás aquellos días, con todas sus noches, en que su esposa, su madre, dejó de reconocerles, de darles el beso de buenos días, de sonreírles… En sus últimos días había encontrado a alguien que se le parecía tanto. Solo esperaba que ellos también comprendieran aquella semejanza.

 

 

 

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Tejiendo telarañas - Marga Pérez

                                    



 

 El quería volar. Separar los pies del suelo y bailar. Abrir puertas y ventanas a ritmo de gaita. Falar. Empapar de música de violín los rincones. Transformar piedras en palabras blandas… Anegar de luz el Sol. Saltar. Correr. Dinamizar.

El quería volar y se topó con ella, que además de pétalos, tejía telarañas.

Y juntos se colgaron de sus hilos de lana… algunos dicen que se amaban con locura. ¡Locos de amor!… Y tejieron de bondad sus días. Y se lanzaron a vivir el uno para el otro movidos por el aire... Y se enredaron con nubes e hilos de colores, y juntos, trenzaron su mundo… tan acogedor, abierto, transgresor... ¡tan mágico! Dentro, la sonrisa estaba siempre puesta y los brazos dispuestos. Daban lo que hiciera falta.

Abierto.

No saben lo que perdieron los que nunca entraron ...

El quería volar y ella tejer telarañas… juntos se lanzaron a vivir y, no saben cómo, pero un día descubrieron que tenían alas. El viento se las había dejado en la ventana, un lunes de plaza, colgadas de los barrotes... Y volvieron a saltar… ¡¡oh, cielos!! Pero algo pasó… ¿Qué pasó?… porque algo tuvo que pasar... No dijeron esta boca es mía… saltaron y se rompieron los hilos… se paró el viento… perdieron las alas... el telar se vino abajo...… el y ella juntos, con su bondad, su música, su sonrisa, sus ovillos, sus ilusiones y sus miedos… también con sus telarañas... ¡Qué tristeza! En na… Se desmoronó… Todo…

Cerrado.

Alto, muy alto… siento que siguen aquí... Ya no puedo entrar pero los veo cuando cierro los ojos… alto, muy alto… cuando paso y veo SE Alquila

Cuando rememoro otros tiempos más felices…

Gracias pareja y ¡Buen Viaje!


(En recuerdo de Mary y Carlos. El Cafetón)


 

 

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Reformas - Esperanza Tirado

                                       Hormiga, Escarabajo, Insecto, Insecto

 


Se apresuraron con el martillo y los clavos, esperando que los Hermanos televisivos acudieran a su rescate con el diseño de la casa de sus sueños. Cuando el agua de las cañerías les llegaba por las rodillas se dieron cuenta de que su reforma jamás saldría por la tele. Su pesadilla se hizo mayor al descubrir el festín que las termitas habían celebrado a lo largo y ancho de los muebles de madera; comprados de saldo en un mercadillo de antigüedades. Demoler su ruina y volver a casa de sus padres era el plan B que nunca hubieran querido poner en marcha.

 


 

 

 

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Hoy es el día - Marga Pérez

                                          Animal, Rana, Anfibio, Rana De Estanque



Machaco el ajo mientras, de reojo, repaso la receta en la mugrienta hoja ...

¡¡Ajá, por algo ayer no surtió efecto!! No eché la tripa de sapo verde y viscoso.

Vuelvo a empezar.


 

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Locaty Whisky - Marian Muñoz

                              Resultado de imagen de fotos libres baúl de viaje con ropa

      

Es una tarde veraniega de lluvia, el calor no deja siquiera dormir un rato de siesta a la que incita la oscuridad provocada por las nubes. Para estar entretenida opté por ordenar cajones del salón tropezando con una caja vieja de cartón llena de fotografías de mi niñez. Aparecían mis padres, tíos, primos y por supuesto la Locaty Whisky. Un apodo que puse a mi tía Hortensia ya que en cuanto entraba por la puerta de casa antes de saludar ya estaba pidiendo un whisky on the rocks a papá, y no bebía del barato porque decía sentarle mal. Al cabo de tres vasos su conversación era tan chispeante y fluida que sólo podíamos escuchar, no había forma de meter baza.

Era la hermana de papá, forrada de pasta y triviuda. Según contaba, tras morirse el tercer marido se puso el mundo por montera haciendo lo que le daba la gana. Estrafalaria, extravagante, transgresora, todas esas palabras sólo eran adjetivos para su apariencia porque en el fondo era una bellísima persona, un poco libertina y alocada, pero al no hacer daño a nadie no se le podía reprochar. Caminando por la calle todos se giraban a su paso al no tener desperdicio su indumentaria, como si hubiera elegido la ropa a ciegas. Combinaba cuadros con flores, colores chillones, boas de plumas, sombreros según la época del año de lo más inusuales, en fin, no había duda que le importaba un bledo lo que el mundo dijera de ella porque hacía lo que quería.

Tanto en las fotos de joven como ya de mayor mostraba gran belleza, con tipo de modelo sabía contonearse como nadie. Al primer marido lo conoció siendo gogó en un festival, cantante de renombre muy solicitado en funciones por todo el país y parte de Sudamérica. De gogó en la coreografía pasó al coro y en el Mar de Plata se casaron muy enamorados. El susodicho era un calavera, después de la actuación ella le esperaba pacientemente en el hotel, pero ya se sabe, debía alternar con personajes influyentes y con mujeres, por supuesto, hasta que una mezcla de alcohol y drogas lo tumbó en el escenario, quedando viuda muy joven con la fortuna del difunto.

Con la faltriquera repleta se dedicó a la vida nocturna y a dar fiestas para la jet set, hasta conocer a su segundo marido, un banquero ratón de biblioteca pues no paraba de leer estudios de mercado, bolsas y negocios de otros países, siendo su único interés. Además, también era algo rata al no permitirle grandes gastos, había que ahorrar para cuando vinieran mal dadas mientras él invertía en bonos italianos y sisaba a sus clientes. Un infarto sin previo aviso se lo llevó al otro barrio y la pobre viuda quedó nuevamente sola, desconsolada y bien forrada al ser ya dos fortunas las que podía dilapidar.

Tras las estrecheces pasadas comenzó a vivir a su antojo, se le ocurrió ir de crucero por el Mediterráneo, uno bien lujoso donde, por supuesto, no faltara el famoso whisky on the rocks. Entre los pasajeros había un cazafortunas muy apuesto al que enseguida echó el ojo. Aquel hombre le proporcionaba tal placer físico y mental que decidió casarse con él a pesar de ser consciente de lo que era. Una boda romántica bajo la luna de Creta, el capitán los casó y fueron muy felices. En cuanto regresaron a casa contrataron de mutuo acuerdo un seguro de vida siendo beneficiarios el uno al otro. Dos semanas más tarde el casanova recibió una jugosa herencia de una antigua amante quien no se había acordado de borrarle del testamento cuando la abandonó. Ahora, ambos millonarios, pretendían vivir su amor alocadamente a todo lujo, así fue como él perdió la vida estrellándose con un coche Lamborghini, Hortensia desconsolada volvió a recibir otra fortuna más el seguro de vida.

A pesar de todas las desgracias nunca dejó de ser una persona vital y con ganas de disfrutar. Cuando la conocí seguía tan loca como siempre, con amigos eventuales y fiestas nocturnas, aunque ya su conducta era más comedida. Con tanta fortuna compró un chalet en un barrio exclusivo de la ciudad al que acudíamos en su cumpleaños, o venía a los nuestros y en Navidad. Mis tíos y primos acudían a ella para sangrarla económicamente, lo que me chocaba es que nosotros nunca le pedimos nada, al menos no era consciente que así fuera, siendo los únicos que compartíamos celebraciones con ella.

Ir a su casa era una pasada, iba en consonancia a su estrafalaria forma de vestir, lo más destacado su dormitorio, casi tan grande como mi piso, donde resaltaba un biombo tras el cual se cambiaba de ropa y un antiguo baúl vertical de viaje en el que colgaba sus famosos vestidos, guardando en sus cajones lencería de seda, joyas y zapatos de raso. Para una niña de barrio obrero como yo aquello era una pasada. No gustaba de presumir de lujos, pero ante mi boca abierta no podía evitar relatar la historia de cada objeto.

Cuando hablaba de sus maridos terminaba cantando aquello de:

Yo tuve tres maridos y a los tres envenené

Con unas cuantas gotas de cianuro en el café

Pero seguramente no me guardan rencor

Porque han ido directos hacia un mundo mejor



Por supuesto no los había envenenado, pero ponía ese aire de mujer fatal y luego nos reíamos sin parar. Otra de sus cualidades era acertar con el regalo que más deseaba, incluso pensé si tendríamos telepatía porque nunca fallaba sin siquiera pedírselo. A pesar de crecer e ir ampliando estudios nunca dejé de acudir en su cumpleaños y de conversar con cierta frecuencia por teléfono. Primero murió papá y dos años más tarde mamá. Mi trabajo me llevó al extranjero, pero siempre que regresaba le hacía una visita para no perder el contacto que habíamos mantenido en vida de mis padres. En esa etapa estaba delicada de salud gastándose un dineral en especialistas y personal que la atendieran.

Un 5 de marzo, recuerdo que caía una gran nevada, me llamaron los tíos para informarme que estaba ingresada muy grave. Cogí el primer avión que pude más no llegué a tiempo. El funeral estuvo muy concurrido y en el cementerio había mandado construir un mausoleo sencillo pero precioso, ante él nos reunimos la familia que quedaba, cada vez menos. No pude evitar que me diera un bajón, decidiendo ir a la oficina central por ver si tenían algún despacho para mí y poder quedarme en el país aunque perdiera dinero, necesitaba recuperarme en casa y cargar las pilas para cumplir adecuadamente con mis responsabilidades.

Andaba de lo más indolente cuando llamaron a la puerta, un transportista traía un bulto grande a mi nombre, no he pedido nada le dije, más me indicó que venía departe de Hortensia. Depósito el bulto en el salón y al rasgar el papel del envoltorio descubrí el baúl de viaje, la sorpresa me hizo dar un brinco, se había acordado de mí antes de morirse, no paré de llorar hasta que conseguí calmar mi tristeza por la muerte de las personas que más quería, mis padres y mi tía. Supuse que su herencia la estarían tramitando mis tíos, sus hermanos, y que como sobrina había tenido la deferencia de enviarme algo que yo tanto admiraba cuando me lo mostraba. Al abrirlo tenia colgados abrigos y vestidos de temporada, en los cajones bufandas y guantes de invierno hacían compañía a sus joyas y en el cajón de los camisones había un sobre dirigido a mí. Con gran nerviosismo lo abrí y me dispuse a leer la carta, en ella me pedía que no llorara por su ausencia, había sido muy feliz sobre todo por haber contado con personas tan maravillosas en su vida como mis padres, sobre todo mi madre, una gran mujer que había cuidado, educado y formado a lo que ella más quería en este mundo a pesar del apodo que le había puesto de Locaty Whisky.

Hortensia era mi madre biológica, no se creía capaz de cuidar y criar a una criatura, así que habló con su hermano, mi padre, quien buscó la aprobación de mamá y me donó a ellos. Les encomendó que nunca me lo dijeran porque una madre no es sólo la que da a luz, sino la que día a día cuida de una niña que algún día será mujer y no es tarea fácil como para complicarla con explicaciones banales de hijo biológico o de adopción. Me lo confesaba ahora porque quería dejar claro cuál era el motivo por el que me nombraba su única heredera y aunque las arcas estaban algo mermadas seguro que sabría utilizarlo sensatamente. En el sobre había un boleto con los datos de su Administrador, él sabría cómo ayudarme a gestionarlo todo porque siempre había sido muy leal con ella.

En ese instante comprendí la causa por la que mis padres nunca le pidieron dinero ya que vivían con el bien más preciado para ella.

Acepté la herencia, me tomé un año sabático para hacer reforma en el chalet que iba a ser mi hogar, en mi dormitorio seguiría estando el biombo y el viejo baúl, aunque no, no iba a vestir las ropas de mi querida Locaty Whisky esas las dejo para cuando envejezca y me ponga el mundo por montera.

Espero que mañana vuelva a salir el sol pudiendo pasear por la calle y disfrutando de la vida tanto como ella.


 

 

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A toda vela - Esperanza Tirado

                                             Capitán, Linda, Pirata, Rodar, Guerrero

 

Una calavera, pequeña. Dos tibias, enormes. Un loro, desplumado y raquítico. Un parche desgastado para el ojo izquierdo, el bueno. Una bandera hecha un siete. Un baúl, mugroso y vacío. Un mapa del tesoro desteñido en donde debería estar la X. Una cáscara de nuez por barco.

Su carrera de pirata empezaba coja.


 

 

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Cosas de abuela - Marga Pérez

 

 

 

 

 

 

                                    Madre e hija haciendo selfie en salón

Cuando aquel adolescente piojoso de rastas y aspecto tuberculosín me espetó hace unos días lo de puta capitalista desde la entrada de la piscina, no le di ninguna importancia, pero debería habérsela dado. No, no porque crea que tiene razón. ¡Qué va! ¿Acaso soy capitalista por vivir en una urbanización con piscina? Pues no. Yo sé que no lo soy y lo que piensen los demás me trae al pairo. Lo de puta es que ni me lo planteo… a la vista está lo que soy y lo que no... Debería habérsela dado porque sin comerlo ni beberlo lo tuve que aguantar sentado a mi mesa… Siii ¡Un desalmado! éso es lo que es. Me importa un cojón que me hubiera insultado, que lleve rastas y además que tenga cero modales pero Rosina no se merece un tío así al lado. Quince años. Un encanto de cría y educada con lo mejor de lo mejor… Abuela, puedo traer a un amigo a comer, quiero que lo conozcas, es muy especial, me dijo emocionada y nerviosa. Hasta se puso colorada… Con Rosina siempre tuve una relación estupenda. Fue la primera de los nietos y su madre echaba mano de mi, muy a menudo, para ocuparme de ella. Creamos un vínculo difícil de definir pero confiábamos la una en la otra como si fuéramos sólo una, os lo aseguro. Para mi era transparente y ahora va y sale con éstas… Por supuesto que le dije que si y además estaba ilusionada viendo cómo mi pequeña crecía y se iniciaba en el mundo adulto con rubor adolescente.

Saqué el mantel de hilo, la vajilla buena, las copas de mi madre y hasta puse un jarrón con flores naturales para hacer más bonita la mesa… Cuando abrí la puerta no lo reconocí pero su mirada altiva y desafiante lo delató… ¡puta capitalista! Parecía que decía una y otra vez mientras Rosina se desvivía por hacer agradable una visita que no podía serlo y éso que ninguno de los dos nos dimos a conocer ni mencionamos el incidente, pero los dos sabíamos quiénes éramos y cómo nos habíamos conocido.

La conversación discurrió, con el arrobo de Rosina en su persona, por las típicas chorradas adolescentes con tintes de idealismo trasnochado, pseudo filosofía barata y justicia social basada en bulos, desinformación y prepotencia. ¡Mucha prepotencia! Qué desvalida la vi a su lado. Era una cría, sin hacer, sin ideas propias y el creía que se lo sabía todo, que la verdad y el eran una misma cosa y que a todo tenía derecho por el mero hecho de existir...

Cuando se fueron los vi felices, iban metidos el uno por el otro, mirándose a los ojos embobados, sin volver la vista atrás para nada, ni para decir adiós a la vieja chocha de su abuela… se me encogió el corazón . No sé por qué . Me encontraba fatal.

Me fui a la piscina, a esa hora no solía haber nadie. Necesitaba soledad. Estaba hecha un lio y no sabía qué hacer... Sopesé todas las posibilidades y nada… Una cría enamorada rompe primero con su abuela que con su novio… si hablo con su madre, malo, pierdo su confianza. Si hablo con el piojoso, peor, somos de dos mundos, no nos entendemos… ¡Qué tranquilidad! Sonido de pájaros y del agua que borbotea al entrar en la piscina… … … … Me dejé llevar por la paz del entorno… … … ...

Y ¿por qué pienso que tengo algo que hacer?… Parece que la vida no me enseñó nada y no es verdad… La que tiene que hacer es ella , yo sólo tengo que dejar vivir y estar cerca para cuando me necesite, acompañarla, quererla y ayudarla a recomponerse cuando venga con el corazón hecho añicos, que vendrá… Cómo le haga daño no sé qué le hago… Uff con lo sencillo que sería un poco de cianuro en el postre y... adiós piojoso… ¡¡Ten nietos para ésto !! despiertan lo peor que llevamos dentro… Bueno, y lo mejor.

 

 

 

 

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