Prisión permanente revisable, por fin era libre.
Íbamos a celebrarlo y me dijo: al brindar hay que mirar a los ojos.
No podía, aún no podía mirar a los de nadie, por si los veía inyectados en sangre con ese aliento fétido que significaba dolor.
No podía, aún no podía, quizás algún día.
Este obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 4.0 Internacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario