Los siguientes serían los niños, sus huesos blanditos no molestarían a sus potentes mandíbulas y al primer mordisco los llantos y peticiones de auxilio cesarían. Un buen postre, digno del mejor creador de patisserie.
Leyó las últimas líneas escritas y decidió quemar el manuscrito en la chimenea. Su cabeza funcionaba a su manera, por muchos ingresos psiquiátricos que acumulara, el horror y la crueldad formaban parte intrínseca de su historia. Esta vez escuchó a las voces con más atención.
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