La tía Fernanda - Gloria Losada



La tía Fernanda era una hermana de mi bisabuela a la que yo nunca llegué a conocer, pues cuando yo nací hacía ya muchos años que había pasado a mejor vida. Pero supe de su existencia porque todos, sobre todo las personas de la edad de mi abuela, decían que me parecía mucho a ella. A fuerza de escuchar semejante afirmación me entró la curiosidad y un día, estando en casa de la abuela, se me ocurrió buscar un retrato de la tal tía para comprobar que realmente el parecido era tan asombroso como todos decían.
Buscar una foto antigua en un desván atestado de trastos es algo parecido a buscar una aguja en un pajar, pero mi esfuerzo se vio recompensado, aunque no de la forma que yo esperaba. Mamá, que me ayudaba en tan ardua tarea, identificó después de dos o tres horas de búsqueda la foto de la tía Fernanda y me la mostró muy contenta.
-Mira cariño, aquí está. Esta era la tía Fernanda.
Desde un papel amarillento y ajado me miraba una vieja horrorosa, tapada la cabeza con un pañuelo negro, cejijunta, con una horrible verruga en la nariz, y con un mostacho de foca digno del mas peludo caballero. Me entraron ganas de llorar, pero no dije nada, simplemente me guardé la foto en espera de poder confirmar con mi abuela la identidad de Fernanda la fea, pues no me fiaba mucho de mi madre. Cuando por fin le pude enseñar a la abuela la foto, velado mi rostro por una infinita tristeza, me sorprendió grandemente la carcajada de aquélla. Indudablemente había adivinado mis pensamientos.
-Todo el mundo dice que te pareces a esta vieja horrorosa ¿verdad, cariño? Y no están equivocados. Anda, ven aquí.
Me llevó a su cuarto y me enseñó la foto de una mujer realmente hermosa, que en nada se parecía a la del retrato del desván.
-¿Ves? Tiene tus mismos ojos oscuros, la misma nariz chata y tu pelo negro azabache.
-Entonces la otra foto.... - repuse desconcertada.
-Esa se la hicieron durante un carnaval en que se disfrazó de bruja.


      Respiré aliviada. Aun así cada que alguien me dice que me parezco a la tía Fernanda, no dejo de acordarme de su horrible verruga en la nariz. Por eso yo me vigilo siempre la mía, por si descubro alguna protuberancia indeseada.




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