¡La vitoreaban como la heroína que era!. No en vano se había dejado tiempo de su sueño, de su descanso y hasta de su trabajo para buscar al chiquillo. ¡Y lo había encontrado!. Lo primero era lo primero, lo justo era lo justo, lo esencial era lo esencial...Había que devolver a sus padres el niño perdido en aquella tragedia. El sufrimiento del pequeño en la separación con su identidad, con su sangre y el sufrimiento de sus progenitores por el corte absurdo y despiadado en los lazos naturales y eternos entre quienes dan y reciben la vida era una bestialidad que la descomponía. Y aunque ella no era consciente, su hazaña también compensaba en las Leyes del Universo y sobre todo en las Leyes del Amor, la destrucción que había provocado en todas sus relaciones apartando hijos de padres, hijas de madres y hermanos de hermanos. Los celos, la posesión, la tiranía para se cumpliesen todas sus expectativas la habían llevado a artimañas y manejos inmorales y crueles provocando injusticias y dolores que algún día le pasarían factura. Desconocía la fuerza inmensa que la acompañaba en todas sus vivencias y actuaciones pues si la hubiera puesto al servicio del Amor, hubiera traído el Cielo a la Tierra porque ella donde pone el ojo pone la flecha. ¡Le deseo que la Luz la despierte y la Vida la bendiga! Todo lo puede el amor.
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