Por favor no pisen las flores, miren al suelo mientras caminan. Grabada estaba la orden en su alma. Toda su vida mirando al cielo…oraciones, invocaciones, golpes de pecho… Una soleada mañana de verano cogió su pequeño utilitario de color blanco y buscando inspiración divina para sus meditaciones, se adentró con el en los verdes y llanos prados de la campiña del pueblo . Despacito, buscando el lugar místico-sagrado más adecuado para sus rituales. Llegó muy cerquita del lago donde un par de pequeños pinos reflejaban su sombra en el agua. Le pareció el sitio ideal. Bajo decidida del coche y cuando sus ojos se fijaron en la hierba que pisaba, palideció asustada; una larga estela de margaritas aplastadas, deshojadas, asesinadas, sembraban los surcos dibujados por las ruedas . Desde entonces tomó consciencia de la realidad de su existencia para respetarla y amarla o lo que es lo mismo, para traer el cielo a la Tierra.
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